DIARIO DEL CORONAVIRUS (VI)

La música

Saúl García 0 COMENTARIOS 21/03/2020 - 20:39

Se dice que si te explican cómo funciona el sistema eléctrico español y lo entiendes es que no te lo han explicado bien. A mí con el arte me pasa algo parecido, sin necesidad de que me lo expliquen. Noto que cualquier manifestación cultural interesante tiene que tener partes inaccesibles a la comprensión. Al menos a mi comprensión. Claro que sé, y así lo he experimentado, que la adquisición de conocimientos puede aumentar el disfrute: de un cuadro, de una novela, de una escultura… Pero hay un hilo de comunicación directa, sin filtros, que no necesita de nada más. Y la música tira mucho de ese hilo.

Hace años, en el bar La Bulla, en el Charco, hicieron una especie de concurso de frases. En la pared había una que igualaba el amor a la ensaladilla rusa, así que pensé que tenía margen para definir a la música. Una noche escribí allí en un papelito: “La música es el pegamento del alma”. La pusieron en otra pared y me invitaron a unos gin tonics. Como el bar ya no está y la frase tampoco, ahora puedo decir que quizá le faltaron matices.

La música une lo inmaterial con lo material, el alma con el cuerpo. La música es, probablemente, la manifestación cultural más antigua que existe. Nace con el ser humano. Y a pesar de su antigüedad y de mi esfuerzo, no tengo ni el más mínimo conocimiento de música. Soy aficionado y disfruto pero no soy entendido. Disfruto escuchándola y disfruto más de la música en vivo, no solo porque es irrepetible sino también por su componente social.

He ido a cientos de conciertos, grandes y pequeños, de todos los colores, y hubiera dado un brazo por ser músico. Terminas de trabajar y te aplauden. Casi nada. Se me ocurren dos lenguajes universales con futuro que permitirán viajar y trabajar por el mundo sin saber más idiomas: la programación y la música. Y no hay color. Estos días, algunos programadores no notan la diferencia con su vida diaria, pero los músicos sí.

Desde que empezó el confinamiento la gente sale al balcón a aplaudir al personal sanitario, que se lo merece, por intentar evitar muertes (que no salvar vidas). Los músicos, ahora, no pueden recibir los aplausos que suelen recibir, pero se lo merecen más que nunca porque si unos nos están cuidando el cuerpo, otros nos están cuidando el alma.

P.D: Uno de los poderes de la música es el de evocar. Cuando aún era un niño, mi primo Julián nos prestó a mi hermano y a mí este disco de Lou Reed. De los cuatro, solo quedamos vivos mi hermano y yo, pero también el recuerdo y la música. Y a mí se me siguen poniendo los pelos de punta como la primera vez.

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