CULTURA

Juan Ignacio Cirac dialoga con Gabilondo en la FCM: "Las aplicaciones más importantes de la física cuántica aún no las conocemos"

Director del Instituto Max Planck e investigador en física cuántica

Diario de Lanzarote 0 COMENTARIOS 12/11/2019 - 13:05

La conversación entre Iñaki Gabilondo y Juan Ignacio Cirac, este lunes, fue la última de las cuatro conversaciones de futuro dirigidas por el periodista durante los actos del centenario. El director de la Fundación César Manrique, Fernando Gómez Aguilera, agradeció a Gabilondo su participación por estas “cuatro jornadas que permanecerán en nuestra memoria”.

Gómez Aguilera dio paso a la conversación afirmando que se producen en un contexto de cambio de ciclo histórico, donde “hasta la noción de ser humano está en proceso de cuestión” y se están “repensando los parámetros de nuestra humanidad”.

Gabilondo presentó a Cirac, director del Instituto Max Planck e investigador en física cuántica, como una persona de la que el público va a estar muy contento de haber conocido, una tarde en la Fundación César Manrique, y que trabaja en el territorio -el de lo cuántico-, donde reside hoy la mayor capacidad de sorpresa. Lo cuántico es lo pequeño de lo pequeño. No se puede ver ni con microscopio. Cirac dijo que es un mundo extraño pero no es complicado.

Para imaginar su tamaño puso un ejemplo: “Si inflo un átomo, y me inflo yo mismo a la vez, cuando el átomo sea visible yo tendría el tamaño de todo el sistema solar”. Cada uno de nosotros estamos formados, aproximadamente, por una cantidad de átomos que se representa con una cifra con un uno seguido de treinta ceros.

Pero no solo son pequeños sino que se comportan de otra forma. “Aunque parece magia, las leyes de la cuántica no se parecen a las del mundo físico”. Cada partícula puede estar en dos lugares simultáneamente, o moverse en direcciones opuestas. Sus propiedades están difusas y pueden estar también en todos los estados a la vez. Eso si no son observados, porque al observarlos cambian.

Cirac explicó la paradoja del gato de Schrödinger, que puede estar al mismo tiempo vivo y muerto dentro de una caja, pero si se abre la caja estará vivo o muerto, y, que esté en un estado u otro es una cuestión totalmente aleatoria. “Esto Einstein no se lo creía”, dijo Cirac. “¿Y les pasa a todos los átomos?”, preguntó Gabilondo. “Sólo les pasa a los átomos aislados”.

¿Qué es el ordenador cuántico? Sería un ordenador que utilice este tipo de átomos aislados. Como hacen dos cosas al mismo tiempo, si tiene 300 átomos podrá hacer cálculos con una cifra que es dos elevado a trescientos, “más que el número de partículas que tiene el universo”. Esto se lo contaba Cirac a su abuela, que le decía: “Está muy bien pero no se lo cuentes a nadie”.

¿Y dónde está la frontera entre un mundo y otro? Pues la frontera no depende tanto del tamaño, sino de la capacidad de aislar los átomos. Hasta ahora se pueden aislar unos cien y ya hay ordenadores con 53 átomos que ya han hecho operaciones, aunque de momento no resuelvan nada. “Están lejos de conseguir lo que creemos que pueden hacer porque no están completamente aislados”.

En cualquier caso, la diferencia es de tiempo. Harán lo mismo que un ordenador pero en mucho menos tiempo. Tanto como la comparación entre una hora y la edad del universo. Sobre él ya están trabajando empresas como google, IBM y otras. Su desarrollo lo comparó con el del avión, que tuvo un periodo de entre 30 y 40 años entre el primer vuelo y el primer vuelo comercial. “Quizá pase lo mismo”.

Su utilidad no será como la de un ordenador personal sino que hará cálculos complicados de meteorología, farmacia, infraestructuras o materiales, entre otras cosas. “Podrá desarrollar tecnologías que hoy no son posibles”.

Podrá descifrar cualquier mensaje encriptado y por tanto, de esta forma, las comunicaciones dejarían de ser seguras, pero también podría pasar lo contrario, porque la información podrá desaparecer de un lugar para aparecer en otro sin pasar por el medio, y esto, el teletransporte cuántico, hará que esa información sea indetectable. China ya invierte diez veces más que Estados Unidos y cincuenta veces más que Europa.

Cirac dirige el Instituto Max Planck en Alemania, donde trabajan personas de unas treinta nacionalidades diferentes. Ahora trata de diseñar cómo debe ser el software de estos ordenadores. Busca algoritmos para saber cómo programarlos. Cirac es hijo de un profesor de latín y griego, y una profesora de matemáticas y Gabilondo le preguntó por esa confluencia entre la ciencia y las humanidades, que él extiende a sus compañeros. “Lo veo en mis colegas. Todo tiene que tener por objetivo que la humanidad mejore”, dijo.

Reveló que se hace muchas preguntas filosóficas, como qué quiere decir que los objetos no tengan sus propiedades definidas, “que es como decir que el libro de nuestra vida no está escrito y según lo miramos se va escribiendo”, o qué hay más allá, de qué estamos hechos, qué había antes… Le sigue sorprendiendo como científico “que la realidad no esté tan clara”.

La conversación acabó con el repaso por la situación de la ciencia en España. Cirac pudo salir a estudiar al extranjero. Dice que tuvo suerte. Primero estuvo en Austria y después en la Universidad de Colorado, coincidió con dos equipos a los que les fue concedido sendos Premios Nobel.

Llegó a Alemania en 2001 y un año después hubo una crisis. Los alemanes, en lugar de recortar la inversión, como se hizo en España en 2008, decidieron aumentarla a más del tres por ciento en ciencia, educación y tecnología. Cuando llegó la crisis de 2008 volvieron a aumentar, en esta ocasión al cinco por ciento. “Ellos confiaban en el potencial alemán en estos ámbitos. Es responsabilidad de toda la sociedad, que aceptó bien este aumento de presupuesto para estas áreas”.

Lo último fue la utilidad de la investigación. “Apostaría lo que fuera a que las aplicaciones más importantes de la física cuántica aún no las conocemos”, señaló. Lo mismo ocurrió con los beneficios del rayo láser, que sus descubridores contaron: “Tenemos solución para un problema pero no sabemos qué problema es”.

Ahora tiene aplicaciones en medicina, defensa, comunicaciones, ingeniería civil, etc. Gabilondo cerró la conversación recordando la definición personal que hacía César Manrique ‘como contemporáneo del futuro’, como lo es o lo será Cirac: “No olviden su nombre porque va a aparecer muchas veces en letra gótica y en recuadro”.

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