El biólogo confía en recuperar la planta, afectada por la cochinilla silvestre, estudiando la respuesta ante depredadores y los ejemplares resistentes

Juan Cazorla: “Lo rentable ahora es preservar las tuneras”
El biólogo confía en recuperar la planta, afectada por la cochinilla silvestre, estudiando la respuesta ante depredadores y los ejemplares resistentes
Dos siglos después de que comenzara un próspero comercio en Lanzarote con el cultivo de la cochinilla del carmín (Dactylopius coccus), ahora se ve amenazada por la proliferación de una plaga de la misma especie, la silvestre (Dactylopius opuntiae), sin ninguna posibilidad de aprovechamiento y que ataca a su hospedador, la tunera (Opuntia ficus indica), por completo hasta pudrirla.
A pesar de la desoladora imagen del paisaje en las fincas de Guatiza y Mala fruto del abandono y la desaparición de un gran porcentaje de tuneras, el biólogo y miembro de la Asociación Milana, Juan Cazorla, se muestra esperanzado en la recuperación de la planta, gravemente afectada por la denominada “cochinilla mala” que se introdujo en la Isla hace ya cinco años procedente de La Palma. Esa Isla junto a otros estudios iniciados en este campo son los referentes para conocer la evolución de la plaga y la supervivencia del cultivo.
Cazorla junto a otros expertos como el perito agrícola Leandro Caraballo, colaborador de la Asociación Milana, están desarrollando trabajos de observación para comprobar el desarrollo de la plaga y cómo afrontarla. El biólogo lo tiene claro: “La tunera no la vamos a perder, siempre habrá alguien que le dedica unas horas a la semana”. Ahora bien, reprocha “el abandono” que ha sufrido desde que dejara de ser rentable el cultivo de la “cochinilla buena”. Asegura que con un control semanal de las pencas bastaría para evitar la proliferación de la actual plaga.
El biólogo considera que “lo rentable ahora es recuperar las tuneras” como ya lo fuera en sus orígenes hace 300 años cuando se introdujo en Canarias esa planta invasora para alimentar a los animales y aprovechar su fruto. Agricultores como Isidro Pérez, gerente de la cooperativa Reflota, han demostrado que la tunera sigue siendo rentable después de llegar a un acuerdo con la marca Dior, de la multinacional francesa Louis Vuitton (LVMH), para el aprovechamiento de esta planta en la industria cosmética. Por otro lado, se trabaja en la producción agroalimentaria derivada de esta planta y sus frutos de la que se pueden obtener mermeladas, encurtidos o las famosas hamburguesas de nopal.
Abandono
Los efectos devastadores de la cochinilla mala se han acelerado a consecuencia de la climatología, señala Cazorla. “La subida de temperaturas ha propiciado que los insectos se reproduzcan más. La cochinilla es propensa al calor. De encontrarse en una zona de frío, con más lluvia y viento se entorpecería el desarrollo de la plaga”, siempre y cuando el campo no sufriera el “abandono” al que ha sido sometido. El problema radica en la falsa creencia del agricultor de que la tunera no requiere cuidados. “Es algo cultural, pero hemos llegado al punto de que si no se atiende se pierde”.
En la actualidad se está analizando si la virulencia del ataque de la cochinilla silvestre es “consecuencia de una asociación con colonias de bacterias más agresivas que provocan que la planta termine pudriéndose”, según explica el biólogo. “Con la cochinilla buena había un equilibrio”. Por el momento se ignora cómo afrontar la plaga para salvar la tunera. “Lo primero que hay que hacer es supervisar las pencas, no podemos continuar con esa cultura anterior de pasar cada tres meses por el terreno para recoger la cochinilla buena. El agricultor tiene que empezar a preocuparse un poquito más por la planta”, señala.
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Cochinilla silvestre en una penca.
Control
La primera medida de contención, según el experto, es supervisar las plantas cada semana para comprobar la evolución de la plaga. El siguiente paso puede ser aplicar algún método de control si se ha extendido en exceso, tales como tierra de diatomea, con el inconveniente de que afecta a todo tipo de insectos, incluso a los beneficiosos y aquellos depredadores naturales de la cochinilla. También aconseja recurrir al jabón potásico o a la limpieza de agua a presión.
Se trabaja en la producción agroalimentaria derivada de esta planta y sus frutos
Entre los depredadores naturales se conocen aquellos que ya se alimentaban de cochinilla buena, como reptiles: el lagarto y perenquén o algunas especies de pájaros. Sin embargo, el rápido ciclo biológico de los insectos impide un control natural con estos depredadores. “En tres meses, una hembra de cochinilla puede estar generando entre 50 o 100 crías y a los tres meses esas hembras ya son productivas”, explica.
“Sí que contamos con insectos que son depredadores naturales de la cochinilla, como la mariquita (sarantontón)”. Las observaciones realizadas demuestran que existen entre seis o siete especies diferentes de escarabajos que se están comiendo la plaga. Sin embargo, nuevamente, la evolución de la Dactylopius opuntiae supera a la de sus depredadores.
Para evitar la desaparición definitiva de la cochinilla buena con las medidas de contención, Cazorla sugiere conservar algunas madres, siempre bajo control. Aunque reconoce la dificultad para “dar aliento” a la industria del tinte natural, de la que actualmente solo se conoce a un productor en Gran Canaria que propició la Denominación de Origen de la cochinilla.
Avance científico
A falta de estudios científicos promovidos por la Administración, las esperanzas de los expertos lanzaroteños se centran en las investigaciones de jóvenes estudiantes. Como el Trabajo de Fin de Grado (TFG) de David Pereztello ‘Avances sobre el control biológico de Dactylopius opuntiae’ de la Universidad de La Laguna en torno a dos tipos de escarabajos depredadores naturales de la cochinilla Cryptolaemus montrouzieri y Parexochomus nigripennis. Así como la labor desarrollada por la estudiante de Química Claudia Cabrera que está dedicando su TFG a analizar la diferencia molecular entre ambas cochinillas.
Una empresa en Valencia asegura comercializar una tunera resistente a la cochinilla
Claudia Cabrera explica que en tan solo un mes de estudio se ha detectado que, a nivel químico, la cochinilla asilvestrada presenta un aceite del que carece la “buena”. Asimismo, las pruebas de laboratorio realizadas, a través de una resonancia magnética nuclear, han determinado que “existe un pico diferencial en la asilvestrada”. “Tenemos la hipótesis de que podría existir un componente de azufre en la variedad silvestre”, explica. De confirmarse esta teoría podría suponer una puerta “enorme” a la lucha contra la plaga y un gran avance científico.
Otra forma de atajar el problema es observar a posibles tuneras supervivientes que podrían ser inmunes al ataque de la cochinilla silvestre para estudiar las causas que han permitido esa resistencia que bien podría generar alguna sustancia que repele el insecto. Ya se conoce que, a pesar de que solo ataca al género de las Opuntia, hay una variedad que está a salvo, la denominada tunera india (Opuntia dillenii). Asimismo, existe una empresa en Valencia que asegura comercializar una tunera resistente a la cochinilla.
Otro de los aspectos a tener en cuenta para la preservación de la tunera frente a la plaga es su respuesta en zonas de mayor altitud, al igual que ya se ha comprobado en otras islas. En Lanzarote hay esperanza de controlarla en zonas como el Volcán de la Corona, donde la cochinilla silvestre ha atacado, pero “de forma más controlada”. Las observaciones realizadas no han podido determinar por el momento si esta menor incidencia es debido al efecto del viento de componente norte, el clima más frío o por otros factores desconocidos como el tipo de suelo.
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Emilio Elvira ha optado por retirar las tuneras muertas de su finca y sustituirlas por parras.
Alternativas
Emilio Elvira está jubilado y se dedica a la agricultura como aficionado. En su finca de Guatiza ha contado durante décadas con unas tuneras fructíferas de las que podía recoger la cochinilla. Sin embargo, la devastadora plaga de la variedad silvestre ha cambiado totalmente el paisaje de estos terrenos. En su familia siempre han contado con viñas incluso algunas centenarias que pertenecieron a su abuelo. “Es lo único que se da bien en esta zona de secano, o la tunera o la parra”, señala. También recuerda que hubo un tiempo en el que se cultivaba tabaco. Ahora ha decidido dar otra oportunidad a la finca retirando las tuneras muertas sustituyéndolas, poco a poco, por parras.
















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