0 COMENTARIOS 31/12/2013 - 07:53

"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra. (...). La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti."

                                                                       John Donne

 

Aferrarse a una cuchilla. Hundir los dedos en sus filos. Agarrarse a ella porque la desesperación duele más que los cortes.

Éste es el nuevo símbolo de la sangrante realidad de parte de África y de la estruendosa hipocresía de parte de Europa. La imagen es tan escandalosa que hasta la iglesia ha recriminado públicamente al gobierno español por una medida que también utilizó el ejecutivo anterior.

Y mientras vuelven a sonar los demagógicos tambores del miedo a la invasión africana, un incendio en una fábrica textil de Italia deja siete muertos asiáticos y desvela otra triste verdad de Europa: la esclavitud. Cientos de chinos trabajando dieciséis horas al día, siete días a la semana, y cobrando un euro por hora bajo condiciones laborales infernales para engrandecer el "Made in Italy".

Antes de la cuchillas hubo otras escenas icónicas: las imágenes de miles de cadáveres en playas y costas; las de personas hacinadas en huecos inhumanos de camiones que cruzan la frontera; las de cayucos sobrecargados; o la más dolorosa, la que se produjo hace unos años en la isla vecina, la del riesgo a la banalización extrema del dolor del “otro”: excursiones organizadas de turistas para ver las lápidas de los muertos en patera en los cementerios de Fuerteventura.

También ha habido otras fotos muy diferentes: las de voluntarios atendiendo a los recién llegados a la costa europea; las de asociaciones, las de asociaciones y expertos que denuncian los desmanes de la política inmigratoria oficial; las de los isleños de Lampedusa increpando a los políticos de los UE; las de los vecinos de Mala lanzándose al mar para salvar vidas en la tragedia de 2009.

¿Qué imagen eliges tú? ¿Qué fotografía prefieres para el fondo de pantalla de tu conciencia? ¿O las campanas que nombraba el poeta John Donne ya no doblan para nadie? ¿Acaso han dejado de tener sentido esas campanas por una sociedad no ajena al sufrimiento del semejante que Hemingway puso en el título de su gran novela?

Tal vez la solución para estos temas no pase por la afloración pura de sentimientos. A lo mejor es preferible pensar serenamente. Jugar a agitar pulsiones emocionales puede ser engañoso. Corremos el riesgo de que los manidos estereotipos nos impidan ver que tenemos opciones de convertir los conflictos en oportunidades. Conviene cambiar la histeria por la reflexión.

Una Europa en crisis y envejecida debe empezar a mirar de otra manera a un vecino al que se le pronostica un crecimiento económico muy elevado para algunas de sus áreas. Además, para Canarias las previsiones de los países del África Noroccidental son especialmente atractivas. Tanto nuestro archipiélago como Europa necesitan trabajadores jóvenes, acceso a recursos naturales y chances para internacionalizar sus empresas.

África no es un problema para Europa, es una oportunidad política. La “vieja UE” no solo tiene necesidades económicas, hay otras aún más urgentes, como las de retomar audazmente las raíces humanistas y universalistas de su proyecto común. La razón señala hacia la creación de puentes, no a la imposición de cuchillas.

[Ilustración realizada y cedida por Fernando Barbarín (www.fernandobarbarin.com)]

Añadir nuevo comentario