
Manifestación/Manipulación
“La denuncia y la protesta siempre es positiva y válida cuando va cargada de razón y como recuperación de lo justo, pero luchando con el ejemplo de nuestros actos ante la propia vida…”
César Manrique*
Si manifestarse no sirviera para nada, las manifestaciones estarían subvencionadas por el Estado. Si las consultas públicas no sirvieran para nada, se convocaría un referéndum cada semana. Si la voluntad de la ciudadanía no condicionara la acción partidista, las urnas estarían instaladas en cada esquina de la ciudad. Si nuestra opinión no tuviera trascendencia nos preguntarían, de forma cansina, si queremos un parque o una pista de patinaje, si queremos unos presupuestos que financien una Feria de Abril chabacana o una red de alcantarillado digna de una ciudad habitable. Si la opinión de los votantes no influyera en las decisiones partidistas, no existiría la censura, ni los lobbies mediáticos estarían colonizados por opinadores tan caducos como bipolarizados.
Si no importara la opinión de la ciudadanía, la democracia no estaría secuestrada por el partidismo, nuestros gobernantes no nos mostrarían el miedo que nos muestran mandándonos a callar al grito de “si quieres opinar preséntate a las elecciones”. Si viviéramos en una democracia madura, las decisiones partidistas tendrían que someterse al escrutinio constante de una ciudadanía crítica, vigilante con la preservación del interés público y del bien común. Si nos quieren callar es porque nos temen, y si nos temen es porque nuestras quejas debilitan el ejercicio pornográfico de poder. Nuestra capacidad de reivindicar nuestros derechos arrolla sus ansias de ejercer despóticamente el poder.
El paripé de sancionar a Cuna del Alma cuatro días antes de la manifestación del 18M, es la constatación del éxito de la movilización ciudadana. Saben que la opinión de la calle importa. Una sociedad organizada es un peligro para el sátrapa. Una sociedad activa es un freno para el abuso de poder. Una sociedad despierta es muy difícil de manipular. Una sociedad crítica es el primer paso para el fin de la impunidad.
Es cierto que nuestros gobernantes no son ejemplo de inteligencia ni de decencia. Mienten más que hablan. Manipulan. Llevan tanto tiempo en la secta del partido que, por el camino del ascenso, han perdido todo atisbo de escrúpulos. Usan el lenguaje para ocultar sus verdaderos actos. Si quieres saber lo que el Gobierno de Canarias pretende, no oigas sus mensajes, no escuches sus “argumentarios”, lee el Boletín Oficial. El Boletín Oficial no miente.
Los actos del gobierno presidido por el nene de la mochila en las últimas semanas les delatan como los grandes cínicos que son: una modificación de la Ley del suelo más especuladora y arbitraria que nunca, un Decreto Ley llamado, eufemísticamente, para la agilización de la tramitación de las licencias y la construcción de viviendas que supone, de facto, la desmantelación de la administración pública y de la legalidad en materia urbanística (ríete de Trump), y una ley de vivienda vacacional hecha como un guante a la mano de la especulación y definitiva aniquilación del derecho fundamental a la vivienda.
Tan asustados están con una ciudadanía respondona, ingobernable y desinquieta que estarán hasta la víspera de la manifestación del 18M sacando conejos de la chistera. Usando sus cargos de representación pública para dividir, engañar, acallar y someter. No nos deben extrañar estas burdas formas de aniquilar la acción ciudadana, no nos debe sorprender ni alarmar, es consustancial al abusador el ejercer la fuerza para imponer su santa voluntad. En eso consiste esta fallida democracia que sufrimos, más propia de un mercado fariseo que de un estado de derecho.
Dudo mucho que los protagonistas de esta farsa hayan leído El Príncipe o El arte de la guerra, el estilo vulgar que destilan es propio de mentes poco acostumbradas al ejercicio intelectual. Nuestros gobernantes se asemejan más a los matones de patio carcelario que a instruidos eruditos. Ya es hora de perderles el miedo, que es la única baza que les mantiene en el poder. El respeto lo han perdido hace mucho tiempo, ahora sólo nos avergüenzan.
Lo único interesante de estos años de caída en picado en la mediocridad partidista es la respuesta ciudadana. La ola de conciencia cívica que arrasa ante la desidia y la indiferencia de la que hemos hecho gala como sociedad durante décadas, merece un respeto. La tercera convocatoria de una reivindicación colectiva es, por sí sola, un éxito de organización y de madurez democrática. Hemos constatado que conformarnos con votar cada cuatro años y dejar los asuntos públicos en manos de los más tontos de la clase no nos lleva sino a la pobreza humanitaria y a la era de la estulticia.
El día 18 se celebra una fiesta colectiva que nos permitirá arroparnos como pueblo y reconocernos como protagonistas de nuestro destino. La advertencia clara de que no nos vamos a quedar en convocatorias de protesta es un pulso ciudadano digno de celebración. Sanar este sistema para que pueda ser llamado democrático exige un ejercicio de libertad y responsabilidad que, a estas alturas, sólo se puede esperar de la ciudadanía. Es nuestra obligación social incomodar al poder.
Si ante los graves problemas sociales que estamos padeciendo no te sientes concernido por lo que ocurre en tu comunidad, es que formas parte del problema. Si crees que los índices de pobreza, la destrucción del territorio, la desigualdad social, las dificultades en la adquisición o alquiler de una vivienda, el déficit democrático, la extinción de la biodiversidad, la corrupción rampante o la escasez de equipamientos sociales y asistenciales no te afecta, es que eres un sociópata integrado. Si no te mueves de casa el día 18 de mayo, no te quejes después en la barra del bar porque serás cómplice de la decadencia de tu calle, de tu barrio, de tu ciudad, de tu isla, de tu vida.
Manrique decía en 1979, en “Grito de socorro por las islas”, que *“La tolerancia de todo un pueblo resignado ante el capricho y la hediondez militante de los responsables debe tocar a su fin”. Han pasado 46 años desde el grito de socorro de César. 46 años en que sus profecías se han cumplido en toda su magnitud; la corrupción sistémica que sufrimos ha acabado con nuestra casa.
Nos han robado la utopía. Nos han llevado a un futuro distópico.
Que no les salga gratis tanto daño.
*Escrito en el Fuego, Lázaro Santana
*La Palabra encendida, Fernando Gómez Aguilera
Comentarios
1 Manipulamos Mié, 14/05/2025 - 18:01
2 Conejera Mié, 14/05/2025 - 18:34
3 Irma Ferrer. AL 1 Mié, 14/05/2025 - 20:50
4 Aclaro Mié, 14/05/2025 - 21:12
5 Tilford. Mié, 14/05/2025 - 22:01
6 Rosario Correa Mié, 14/05/2025 - 22:34
7 Irma Ferrer Mié, 14/05/2025 - 23:36
8 Neutral Jue, 15/05/2025 - 07:08
9 Desde el gulag Jue, 15/05/2025 - 16:52
10 Perrito Caliente Jue, 15/05/2025 - 18:10
11 Madalena Jue, 15/05/2025 - 23:51
12 Vecinos Vie, 16/05/2025 - 17:06
13 Meli Dom, 18/05/2025 - 17:59
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