Ana Carrasco

La Vida, un juego sin tronos

¡Qué difícil me está resultando este artículo!

Escribir acerca de la científica Lynn Margulis conlleva tal precisión de detalles, que lo que escribo se está convirtiendo en descriptivo, y no es lo que pretendo. Me mueve a escribir la grata propuesta de una anónima y mi admiración por la extraordinaria microbióloga.

"¡Vamos ya, Ana!, no te enrolles! ¡Vale!, ...pero déjame decir una cosa más."

Mientras escribo me acompañan, como siempre, la música y los millones de microorganismos que me habitan. A Margulis le gustaba la música clásica, y a mis bacterias parece que también.

¿Quién fue Lynn Margulis? He curioseado la vida de Emily Dickinson y leído algunos de sus poemas, intentando encontrar semejanzas entre ellas, intentando entender la fascinación de la científica por la poeta. Poco he podido concluir: ambas, inteligentes, rebeldes y cultas, tenían un interés común por la biología. Muchos de los poemas de Dickinson aluden a la Naturaleza, y hay uno de ellos que a Lynn le gustaba especialmente y recitaba con emoción, "¡Qué misterio emana un pozo! ".

Quién fue Lynn Margulis, se puede resumir transcribiendo unas líneas del último libro de Oliver Sacks, El río de la conciencia, cuyo contenido perfiló dos semanas antes de su muerte: "La historia de la ciencia y la medicina se ha ido conformando a partir de rivalidades intelectuales que han obligado a los científicos a enfrentarse tanto a las anomalías como a las ideologías profundamente arraigadas." Y vaya, Lynn tuvo que hacerlo. Lynn fue una de esas científicas que tuvo que abrirse camino con el pico del firme deseo de ser y la pala del saber. Fue una rebelde con causa y sin pausa que nadó en el río turbulento de la ciencia, desafiando las teorías convencionales y sorteando los pensamientos que sobre la evolución biológica estaban firmemente establecidos.

Lynn fue una observadora tenaz que tuvo el arrojo de construir una narrativa coherente y novedosa en torno a la evolución, el medio ambiente y la vida misma, y lo hace a hombros de otros científicos que en el siglo XIX investigaron la endosimbiosis, asociación en la cual un organismo habita en el interior de otro. Y mediante esa narrativa que entrelaza ideas olvidadas, disciplinas varias y material genético microbiano, es como Lynn trastoca la forma de pensar, provocando lo que algunos científicos ya consideran la revolución científica del siglo XXI.

Pero para explicar mejor sus teorías que establecen que la simbiosis fue una gran impulsora del cambio evolutivo, resulta clave introducirnos en lo que fue su gran pasión, los microbios.

Los microbios fueron las primeras formas de vida sobre el planeta. La biosfera está totalmente dominada por ellos y nosotros los humanos, por ende, también. Somos microbios, así de literal. Según Wikipedia, en nuestro cuerpo conviven unos 100 billones de microorganismos entre bacterias, hongos, virus y ácaros. Y en cuanto a diversidad, tan solo en el tracto gastrointestinal de un humano adulto habitan entre 500 y 1.000 especies de microorganismos. Hablando exclusivamente de bacterias, nuestro cuerpo es un "fifty-fifty" de células humanas y bacterias, aunque hay autores que defienden que la proporción de estas últimas es mucho mayor.

Las bacterias son procariotas, es decir organismos constituidos por una única célula en la que el material genético anda suelto en el "loft" de su citoplasma. Sin embargo, las células humanas son eucariotas. En ellas, el material genético se encuentra encerrado en un núcleo con doble membrana. Como la unidad de vida en la Tierra es la célula, el mundo vivo se divide en procariotas y eucariotas. Los animales, los hongos y las plantas son eucariotas y las bacterias y arqueas, procariotas. Son los cinco reinos que Lynn diferenció y que se estudian en la escuela.

Los trabajos de Lynn se centraron en defender que la primera célula eucariota de la Tierra se formó por la fusión de células procariotas preexistentes. O sea que, desde el punto de vista evolutivo, nuestras células se originaron por una asociación íntima entre bacterias. Y bajo ese mismo principio de colaboración, Margulis defendió que mitocondrias y cloroplastos son productos de una simbiosis entre organismos unicelulares, que inventaron estrategias colaborativas para hacer posibles formas de vida más complejas.

A la precoz Lynn le costó mucho publicar sus investigaciones. Siendo muy joven escribió un largo artículo que fue rechazado al menos 15 veces hasta que en 1967 consiguió que fuera publicado en una revista científica. El artículo, tan polémico como ella, desmontaba las certezas establecidas sobre las únicas formas de evolución biológica: selección natural, deriva genética y mutación. Y molestó porque, poniendo a la simbiosis en el epicentro de la evolución, desde el punto de vista social, destronaba de alguna manera la competición, de la que se apropió metafóricamente el capitalismo económico desvirtuando la teoría de la selección natural de Darwin.

Lynn, catedrática del Departamento de Biología de la Universidad de Massachussets, nos enseñó que hay que tener cuidado con las metáforas, que la naturaleza es vida y nosotros los humanos estamos integrados en ella, que las bacterias son muy colaborativas y "promiscuas", que la simbiosis está en todas partes, que los seres vivos modelan el entorno. Que para entender la vida debes verla íntegramente, que debemos ver la naturaleza como comunidades interdependientes de organismos, que no existen solo dos reinos sino cinco, que hay que investigar las especulaciones de otros científicos, que nuestro conocimiento es siempre sesgado e incompleto, que la ciencia es una actividad humana y nosotros, bacterias. Lynn murió en el año 2011 sin recibir el premio Nobel.

Gerald Holtom, físico y profesor de Historia de la Ciencia de la Universidad de Harvard, ha trabajado recientemente en el estudio denominado "Project Access", que analiza el papel de la mujer en la ciencia. Del él se puede extraer la siguiente conclusión:  las científicas suelen escoger problemas más complicados, dedican mucho más tiempo al estudio, mientras que los hombres eligen problemas más sencillos y rápidos de resolver, y por ello publicaban más.

La polémica y enérgica científica, madre de sus estudiantes, profesora de sus hijos, cocinera y obstinada nadadora, en el río caudaloso de la ciencia afrontó la complejidad a la que se refiere Gerald Holtom con las chapaletas del pensamiento relacional. Y divulgó y divulgó. Me consta que el científico, padre de la hipótesis Gaia, James Lovelock, le recomendó visitar Lanzarote. Lástima que Lynn muriera tan joven. Creo que le hubiese encantado conocer la isla y disfrutar del paisaje y de la diversidad de los líquenes de Timanfaya, organismos constituidos por la simbiosis entre un alga y un hongo, testigos de que la Vida es, ni más ni menos, un precioso juego sin tronos.

 

¡Qué misterio emana un pozo!

Pero la naturaleza es aún extraña:

Los que más la citan

Nunca han pasado por su casa encantada,

Ni entendido su misterio.

 

El pesar de quienes no la conocen

Se compensa con el lamento

De quienes la conocen, saben menos de ella

Cuanto más se acercan a ella.

 

P.D. Emily Dickinson murió el 15 de mayo de 1886. Este fragmento del poema "¡Qué misterio emana un pozo!" es un canto lúcido a la Naturaleza y a su considerable complejidad.

 

Comentarios

Brillante ;)
Mil millones de gracias. Cuando leí en las primeras líneas que el artículo se debía a una anónima, me sorprendió y alegró que hubiera otra comentarista que pasaba por aquí que apreciara y además hubiera nombrado a Lynn Margulis. Fui a buscar los artículos que recordaba haber comentado y así vi que en realidad lo había nombrado yo misma y que incluso había obtenido respuesta en los comentarios (respuesta de la que no sabía nada hasta ahora). Muchísimas gracias por el artículo. Muchísimas gracias también por el regalo de Emily Dickinson. Y a el diariodelanzarote por publicar esta sección imperdible. Sobre Lynn Margulis encontré y estoy leyendo unos ensayos del mítico librero ingeniero y ecologista Paco Puche, activista mítico de Ecologistas en Acción. La verdad es que son temas difíciles para quienes no sabemos de biología... pero se hace lo que se puede. Espero que esta visión de la biología se esté ya enseñando: cuando yo estudiaba nos transmitieron sin más debate la visión competitiva de la lucha por la vida. Me intereró mucho este fragmento de su artículo: "A la precoz Lynn le costó mucho publicar sus investigaciones. Siendo muy joven escribió un largo artículo que fue rechazado al menos 15 veces hasta que en 1967 consiguió que fuera publicado en una revista científica". Qué paciencia y valor, qué seguridad en sí misma, demuestra una persona que lo sigue intentando incansablemente, para el bien de la sociedad, de la cultura, de la ciencia. Una lección. De nuevo gracias.
Maravilloso Ana
Fantástico. Da gusto leer sus artículos. Gracias

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