ENTREVISTA | Óscar Clemente

“El salto de calidad es llevar el calmado del tráfico y la peatonalización a los barrios residenciales”

Clemente es experto en comunicación sobre movilidad y autor del documental 'Sobre ruedas'

Foto: Manolo de la Hoz.
Myriam Ybot 1 COMENTARIOS 12/11/2018 - 06:22

En su XX edición, el Festival Internacional de Cine Medioambiental de Canarias (FICMEC) volvió a la sala Saramago de la Fundación César Manrique con su selección de cortometrajes y películas documentales y de ficción. Su programación para escolares invitó este año a la reflexión sobre el uso del coche privado, a través de la proyección del documental “Sobre ruedas” y con un debate posterior con su director, Óscar Clemente.

-¿Cómo surge la idea de realizar “Sobre ruedas”, hace ya siete años?

-Durante un tiempo estuve viviendo en Lisboa pero cuando podía me escapaba a Sevilla, mi ciudad natal. En una ocasión, durante un atasco que me tuvo cuatro horas atrapado, y después de enervarme y luego relajarme, reflexioné sobre la paradoja de que la maravillosa máquina que nos prometía la libertad me tenía retenido y atrapado en una carretera. Con esa premisa comencé a investigar y me di cuenta de que todo lo relacionado con la movilidad está muy estudiado desde la aparición del coche y que además, una mirada multidisciplinar me permitiría tocar muchos temas, la salud, la contaminación, la autonomía de los menores, la construcción de las ciudades, el reparto del espacio público, la soledad de la vida moderna y acelerada... Contacté con varios expertos en esas cuestiones y me lancé a la tarea.

-El documental arranca con la premisa de que el coche es un buen invento...

-Hay una tendencia de moda con los documentales de trinchera que nos cuentan cuánto nos equivocamos y cómo de mal está todo, que se dedican a leernos la cartilla y a pintar el peor de los futuros. Yo no soy partidario de esta postura porque creo que desmoviliza y desanima a la sociedad. Me parece más positivo, además, plantear el relato en primera persona del plural para incluirme en la causa del problema sobre el que buscamos solución. Y soy optimista, creo que la manera en la que usamos el coche genera problemas colaterales muy dañinos pero que este hábito se puede revertir.

-Uno de los argumentos de “Sobre ruedas” se refiere a las emisiones a la atmósfera y al daño a la salud pública generado por la contaminación y el sedentarismo.

-Hablaba hace unas semanas con mi hijo de nueve años sobre Rosa Parks y el apartheid, algo que le ha preocupado durante un tiempo. Y me hizo una reflexión muy madura sobre las dificultades de entender hoy, en nuestro tiempo, el racismo y la segregación de un enorme grupo de población solo por el color de su piel. De la misma manera, creo que en un plazo de cincuenta años no habrá quien entienda cómo una sociedad avanzada como la actual permitió que sus menores vivieran con tubos de escape a la altura de la nariz.

-Trabaja como comunicador en una consultora especializada en movilidad, espacio público y participación ciudadana. ¿Contra qué lucha principalmente?

-Además de mis trabajos audiovisuales, me interesa mucho el análisis de la propia comunicación, cómo se está narrando la movilidad o el cambio climático en la prensa o cómo la publicidad impacta en el imaginario colectivo. Vivimos en un tsunami de imágenes que nos dicen qué tenemos que soñar, cómo vestir, cuáles han de ser nuestros anhelos. De ahí la dificultad de entender la vida sin el coche, porque tenemos la imaginación contaminada. Mi conclusión apunta a que es muy complicado imaginar algo distinto a lo que se nos propone, pero podemos hacerlo si reflexionamos sobre la manipulación a la que nos somete la publicidad. Yo propondría una dieta de desintoxicación de imágenes igual que la que hacemos con nuestra alimentación.

-Su documental se ha proyectado en Lanzarote en horario escolar, para estudiantes de 12 a 14 años. ¿Es la edad idónea para entenderlo en toda su complejidad?

-Creo que mi trabajo es una buena herramienta para trabajar con niños porque es un relato diferente al que están acostumbrados. Apelamos a su experiencia personal porque son las primeras víctimas de las limitaciones de movimientos a que están sometidos, producto de una sobreprotección que socava su autonomía y su libertad. Los niños han desaparecido de la calle, los hemos privado de la posibilidad del uso libre de la ciudad. Y los siguientes perjudicados hemos sido los padres y madres, que de la noche a la mañana nos hemos convertido en chóferes y carceleros de nuestros hijos e hijas.

“Las ciudades no son accidentes geográficos sino construcciones generadas por el consenso social que podemos replantear si pierden utilidad”

-¿Seremos capaces de mitigar la preponderancia del coche en los núcleos de población?

-Hay una corriente de recuperación del espacio público que se extiende de manera imparable en todo el mundo. En Europa, tenemos la fortuna de haber construido la ciudad del coche sobre la ciudad mediterránea, que es compacta y no nos obliga al uso del vehículo privado como sí sucede en las dispersas urbanizaciones norteamericanas, por ejemplo. Por otra parte, me preocupa el foco que se ha puesto sobre los centros urbanos en intervenciones de movilidad pero que en muchos casos tienen que ver sobre todo con procesos de gentrificación y turistización. Si solo peatonalizamos los cascos históricos, tendremos ciudades horribles donde viviremos y una especie de parque temático en el centro para consumo del visitante. El salto de calidad es llevar el calmado del tráfico y la peatonalización a los barrios y zonas residenciales.

-Dejar el coche supondría para muchas personas el uso del transporte público, que en ocasiones requeriría de una mayor flexibilidad del horario laboral, guarderías en los centros de trabajo... ¡Más cambios!

-Efectivamente es así pero es necesario atacar los problemas desde distintos ámbitos. Nuestra sociedad viene del funcionamiento supersectorizado propio de los 80, cuando relacionábamos el éxito con la especialización. Hoy en día pensamos más en clave de sinergias. Cualquier proceso de cambio genera resistencias pero hay que entender que las ciudades no son accidentes geográficos sino construcciones generadas por el consenso social, cuando entre todos decidimos organizarnos de una manera determinada para vivir. En el momento en que esa opción deja de sernos útil, podemos replantearla. Mi experiencia es que tras un tiempo, en las zonas peatonalizadas nadie quiere volver atrás, la vida florece, salen los mayores, los niños son mucho más autónomos…

-Precisamente, hay un personaje en su documental que deja un sabor agridulce: el anciano lisboeta que cada tarde acude a un barrio de la ciudad a saludar desde la acera a los coches que pasan…

-Desde que conocí a Joao Manuel Serra supe que lo haría protagonista de alguno de mis trabajos. Para mí representa la soledad de las ciudades pues saludaba con la mano tanto para restañar su aislamiento como para mitigar el de tantos conductores encerrados en sus burbujas motorizadas… En el actual escenario, es evidente que el coche, la gran herramienta de la comunicación, ha terminado por separarnos.

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