DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXXVI)

Renta

Saúl García 0 COMENTARIOS 20/04/2020 - 20:26

Malcolm Gladwell es un cronista muy recomendable. Este domingo, El País lo entrevistaba. Dice de él que sus reportajes “ayudan a la gente a comprender complejas parcelas del conocimiento” y que vive de “descubrir pequeñas historias detrás de las grandes cosas y grandes historias detrás de las pequeñas cosas”.

En un libro titulado Lo que vio el perro y otras aventuras, que reúne muchos de esos reportajes publicados en The New Yorker, hay un reportaje publicado en 2006 que se titula Murray valía un millón de dólares. Y se subtitula: Por qué hay problemas más fáciles de resolver que de gestionar.

El artículo trata sobre las políticas llevadas a cabo en varias ciudades de Estados Unidos para resolver el problema de las personas sin techo intentando integrarlos en la sociedad. Parte de un caso particular, el de Murray Barr, un ex marine alcohólico que vive en las calles de Reno. Calculan que en diez años viviendo en la calle ha gastado un millón de dólares en asistencia sanitaria y de otro tipo, por lo que integrarlo en la sociedad no solo sería mejor para él sino más barato para la comunidad. “Nos cuesta un millón de dólares no hacer nada con Smokey”, según dijo Steve Johns, uno de los policías que solía llevarlo al hospital.

Dice Gladwell que Murray, como muchos otros, necesitaba supervisión, ser dependiente, y que para algunas personas que se han quedado fuera del sistema se deben crear dependencias para que vuelvan a meterse dentro. También habla del rechazo de ciertos sectores que consideran que las ayudas públicas deben ser temporales y condicionales, evitando la creación de dependencias. El alcalde de Denver, impulsor de alguna de esas políticas, demostró la sangría económica para la ciudad que suponían los sin techo y a pesar de ello le reprochaban que gastara dinero “en esos vagabundos”.

Como está pasando con la crisis del coronavirus, los problemas no se eligen. Como mucho se heredan. Se está anunciando estos días la implantación de una renta mínima básica. No es el mismo caso de los sin techo, pero ya hay reacciones parecidas. Cierta derecha la llama “la paguita”, mientras que los obispos están en contra de que sea permanente porque provocaría que “grupos amplios de ciudadanos acabasen viviendo de manera subsidiada”. Como si Iglesia viviera de lo que produce.

El artículo concluye que “las soluciones inspiradas por una ley potencial tienen poco atractivo para la derecha porque implican un tratamiento especial para gente que no lo merece y tampoco atraen a la izquierda porque su énfasis en la eficacia a expensas de la equidad suena al frío cuadre de números propio del análisis de costes y beneficios de la Escuela de Chicago”.

Es un problema de enfoque. Muchas personas creen que es injusto dar dinero a alguien por nada, como si la sociedad no tuviera que hacerse cargo, de todas formas, de los más vulnerables. Y no es un problema de justicia. Hay personas que cuando nacieron ya tenían más dinero que la mayoría al morir y que, sorprendentemente, defienden que la acumulación de riqueza se debe al esfuerzo personal. La renta mínima no hará crecer el número de personas que se conforman a vivir con lo básico porque la mayoría necesitamos algo más que la mera supervivencia.

En el caso de los sin techo, Gladwell dice: “Podemos ser fieles a nuestros principios o solucionar el problema, no podemos hacer ambas cosas”.

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