CULTURA

Miguel G. Morales: “El artista debe tocar con su obra a la sociedad”

‘Utopía Manrique’, el último largometraje documental del cineasta, recupera archivo audiovisual inédito hasta la fecha

María Valerón 0 COMENTARIOS 22/05/2022 - 08:53

Llegó a Manrique desde Saramago. Por entonces, Miguel G. Morales era un joven realizador de la Televisión Canaria, que llegaba a Lanzarote junto a Juan Cruz y una unidad móvil para transmitir una entrevista con el premio nobel de literatura: “Le preguntó sobre Manrique; nunca se llegaron a conocer (sí por teléfono, pero no coincidieron en la Isla) y Saramago dio una visión de Manrique que yo nunca antes había conocido. Me di cuenta de que todo lo que me habían enseñado de niño eran solo pinceladas y quedé fascinado por sus palabras”.

Asegura que muchos de sus primeros trabajos surgieron de la rabia de descubrir historias extraordinarias de las que nadie le había hablado anteriormente: supo en Madrid, estudiando estética de cine, que André Breton estuvo en Tenerife y escribió El castillo estrellado y de la rabia nació Aislados. La esencia de un espíritu; descubrió a las grandes figuras del arte de Canarias y surgieron los orígenes de su trayectoria de largas horas frente al archivo. Así, desde la rabia de lo que quedó en la sombra nacieron también Maud, las dos que se cruzan, sobre Maud Bonneaud, junto a Teresa Correa, En el ala del sueño, sobre Juan Ismael, Una luz en la isla, de Domingo Pérez Minik. Aun con todo, el cineasta asegura que en estos primeros trabajos aún no había encontrado la mirada que buscaba.

Con las palabras de Saramago en mente, Miguel G. Morales comenzó a jugar con la idea de que el azar le diera una oportunidad de manejar de nuevo su rabia, su sed de compartir historias. De este impulso nace Taro, el eco de Manrique, el primero de los trabajos del cineasta en torno a la obra del autor. Diez años más tarde, Miguel G. Morales recuerda sus inicios a propósito del estreno de su último largometraje: Utopía Manrique, un film que forma parte del proyecto expositivo César Manrique. Es un placer con guión de Fernando Gómez Aguilera, coproducido por la Fundación César Manrique (FCM) y Radiotelevisión Española (RTVE) y que ha visto la luz hace apenas unas semanas. En esta década, asegura el cineasta, nunca se ha cansado de continuar investigando al personaje.

“Siento que en estos años he intentado buscar una mirada caledoscópica sobre Manrique. En Taro, el eco de Manrique se trataba de mostrar el proceso en el que un artista va poniendo su cuerpo y su personalidad al servicio del activismo medioambiental, político; en Maestro de obra, cortometraje en torno a la figura de su ayudante, Luis Morales, hablamos del nexo, de la persona que transmite las ideas a los trabajadores, y de esta figura tan importante para la historia de Lanzarote que es Luis Morales; en Las manos, el foco está en la visión de quienes apoyaron y llevaron a cabo las ideas de Manrique, quienes las colocaron en la propia tierra. Esta mirada de caleidoscopio se cierra cuando se me propone desde la Fundación trabajar sobre el concepto que ya estaba implícito en la propia exposición, se plantea preparar un largometraje para el centenario y nace Utopía Manrique”.

En Utopía Manrique, explica Miguel G. Morales, la mirada se coloca en la construcción, por parte del propio artista, de su personaje, nacido a partir de su obra, de su desbordante personalidad, de su compromiso con la Isla, pero también desde su capacidad de comunicación y proyección mediática: “Es una película sobre cómo se construye el personaje: el periplo de César Manrique en Madrid y Nueva York, que nunca antes se había contado en forma de película, y cómo al regresar a Lanzarote ya tiene la idea de crear los espacios que quería crear, donde estaba “su verdad”, y cómo conocía ya perfectamente los mecanismos de comunicación de los mass media, lo que lo convierte en un ejecutor de imágenes icónicas maravillosas”, señala el director del film, que puntualiza que este conocimiento de lo mediático no significa que el personaje sea una ficción: “Esa imagen de Manrique parte de su propia esencia, totalmente natural y hedonista, sin ningún tipo de halo ficticio”.

De hecho, Miguel G. Morales considera que la mayor obra de Manrique fue la concienciación civil, “enseñar a ver, transmitir una querencia sensible sobre el territorio y el paisaje”, que la ciudadanía de Lanzarote interiorizó: “Ya fue insólito en la época, pero creo que hoy en día continuaría siendo insólito un artista tan comprometido con su tiempo”, señala. “Creo firmemente que el artista debe tratar de tocar a la sociedad con su obra”.

El reto de contar nuevas historias en torno a la figura de César Manrique no solo se centró, explica Morales, en entornar su caleidoscopio hacia una nueva perspectiva del artista. Se trataba, además, de sacar a la luz nuevo archivo audiovisual, imágenes que hasta el momento permanecían inéditas y escondidas en las latas de cinta aún sin ser conocidas. La investigación se inició en 2018 y abarcó una búsqueda que se alargó incluso entre los archivos de fotógrafos y fotógrafas fuera de España. “Hay archivos en la película que ni siquiera TVE había digitalizado aún. La única persona que constaba en el registro de visionado de esos archivos era yo, en 2011. Además de la digitalización de ese archivo, la Fundación digitalizó varias latas del propio César Manrique, un material maravilloso, además de material inédito de Manolo Millares, Miró Mainou, Ramón Massats, Walter Fogel o Fachico, entre otros”, cuenta.

El segundo reto, explica, estaba en manos de Fernando Gómez Aguilera, guionista de la obra, biógrafo y director de la Fundación. Con el objetivo claro de conseguir un nuevo lenguaje cinematográfico, el texto de guión exigía una mirada diferente: “Fue maravilloso el diálogo con Fernando Gómez Aguilera. Se trataba de conseguir una voz que interpelara a las imágenes, salirnos del narrador clásico con un off que intentaba asemejarse a Sans Soleil de Chris Marker. Fernando consiguió introducir al público en otro estrato de escenificación de los propios archivos, ir a otras visiones, mirar con mayor significación, una lectura mayor al documental”, señala.

Encontrar la mirada

El cineasta explica que en lo que refiere a su trayectoria ha sido un viaje de búsqueda de su propia mirada. En ese viaje, la dirección de Taro. El eco de Manrique fue un antes y un después, “el descubrimiento de sentir que hacía realmente lo que quería hacer”. A partir de ahí, soltó amarras.

El autor, que acaba de participar en el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria presentando su cortometraje Ekaterina y un breve ‘pitching’ de su próximo proyecto de largometraje (Salvaje es el viento), asegura que los años le han ido señalando la ruta y que en los últimos años ha recuperado la senda de la ficción. Tras palpar sensaciones de vuelta a este camino con Ekaterina, cortometraje que, además, ya había presentado al Festival de Cine de La Habana, el cineasta ya está inmerso en el desarrollo de Salvaje es el viento: “Se trata de un drama intimista sobre la redención y la salvación, una historia sobre la memoria y la diversidad ocultada. En el guión hemos trabajado conjuntamente Verónica Franco (que además es la productora ejecutiva), el escritor Roy Galán y yo. Muy ilusionados por sacarlo adelante y seguros del posible resultado”.

Quizás el cineasta haya redescubierto que en el universo de la ficción las historias fascinantes, las extraordinarias, son capaces de tocar, a través de una muy fina cortina, la realidad más indiscutible; de forma muy parecida a la de las historias fascinantes, extraordinarias, que la realidad le ha proporcionado para sus obras documentales. Al público nos tocará esperar.

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