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Los vendedores ambulantes se unen contra el “abandono” que sufre el sector

La asociación ALVA nace para “dignificar una profesión preciosa”, mejorar su imagen y exigir medidas contra la creciente venta ilegal. “Si tienen cero riesgo de sanciones, hay un efecto llamada”

Isabel Lusarreta 3 COMENTARIOS 31/08/2025 - 08:14

“El origen de la asociación fue el abandono que sentíamos, en todos los sentidos, hacia una profesión que es preciosa”. Así resume Lucía Beneito los motivos que les llevaron a crear la Asociación Lanzaroteña de Vendedores Ambulantes (ALVA), que preside desde su constitución el pasado mes de enero.

En total estiman que hay más de 500 personas que se ganan la vida legalmente en los mercadillos de la isla, y lo que quieren es darles voz y “dignificar” este oficio. “Erróneamente hay una idea de que la venta ambulante es una alternativa laboral no formal, de precariedad. Que no es una profesión y que no pagamos nada”, lamenta Beneito, que cree que en esa “mala imagen” influye el intrusismo, que es el principal problema que afrontan. Por eso pide que se diferencie la venta ambulante regulada de la venta ilegal, que muchas veces cree que “permiten” los propios ayuntamientos, por acción u omisión.

Como secretaria la acompaña Silvia Abellá y como vocal Yoya Villaseñor, y las tres coinciden en la misma idea: “Nos gusta el trabajo que hacemos y queremos seguir”. Sin embargo, afirman que para que el oficio tenga continuidad y futuro deben cambiar muchas cosas, y por eso han impulsado esta asociación: para negociar y “batallar” con la administración, y muy especialmente con el Ayuntamiento de Teguise, de quien depende el principal mercadillo de la isla.

Lucía empezó en la venta ambulante hace 10 años, Silvia hace 16 y Yoya, la más veterana de las tres, se ha dedicado a esto toda su vida. Empezó en la Península, cuando tenía 18 años, y desde hace 38 acude cada domingo al mercadillo de Teguise. Lo conoce de cerca casi desde su creación, hace ahora 40 años, y también formó parte del que fue el precedente de la asociación ALVA: la Plataforma de Vendedores Ambulantes de Lanzarote.

“Se creó en el 2011 para poder adaptarnos a la Directiva Bolkestein con dignidad”, recuerda, señalando que con esa Directiva “todos los ayuntamientos se pusieron patas arriba, porque ninguno cumplía con la ley”. En aquella década protagonizaron numerosas movilizaciones y Yoya reivindica las mejoras que consiguieron, pero nunca llegaron a registrarse formalmente como asociación ni tenían unos cargos orgánicos definidos. En 2020, coincidiendo con la pandemia, la Plataforma cesó su actividad. “Fue un momento bastante caótico porque unos querían unas cosas, otros querían otras... Poner de acuerdo a tanta gente era complicado”, explica.

En su momento habían llegado a elaborar unos estatutos para constituirse como asociación, y esa fue la idea que retomaron hace un año Lucía Beneito y Silvia Abellá. “Le dieron un impulso alucinante y ahora ya estamos como una asociación legal”, subraya Yoya. El registro formal se hizo el pasado 29 de enero y empezaron con unos 30 socios, pero ahora ya tienen 88 y cuentan con representantes de todas las comunidades que trabajan en los mercadillos: desde la senegalesa hasta la magrebí y la gitana.

“Empezamos muy poquitos, pero se han ido sumando cada vez más”, afirman, con la esperanza de seguir creciendo. Yoya lo tiene claro: “Mi sueño es hacer una cooperativa de trabajo, para que la gente se pueda beneficiar de todas las ayudas que implica, porque me parece un sector maravilloso. No es gente que no tiene otra cosa que hacer, es gente que cree en una manera de vivir”.

“Te doy cinco”

Con un ejemplo, Yoya explica cómo les perjudica una gestión inadecuada de los mercadillos. Es algo que le ocurre en La Villa, pero no en el mercadillo privado de Playa Blanca, en el que también trabaja. “Yo hago unos cuadros de agua y arena artesanales. Tengo una oferta si se llevan varios y lo pongo todo muy clarito, pero aún así te preguntan cuánto vale, les dices que 8 euros y te responden: te doy cinco. Eso no es un regateo, es una ofensa”, afirma. Y el problema cree que está en la propia imagen que traslada el mercadillo a los clientes.

“No somos gente sin otra cosa que hacer, sino que cree en una manera de vivir”

“Si ven que todo está manga por hombro, lleno de papeles, con puestos feos y repitiéndose las mercancías, llega un momento en que no saben qué están viendo. En el mercadillo de Playa Blanca, en la Marina, nadie me pide una rebaja. Ven ese orden y esa pulcritud y les parece que no hay que regatear”, explica. Es el doble perjuicio del intrusismo: no solo afecta a las ventas, sino también a la imagen del sector.

“Nos ponen a todos en el mismo saco, la gente no diferencia”, lamenta Lucía Beneito. Y no habla solo de poner en valor la artesanía. En su caso no tiene carnet de artesana -trabaja con cristal que compra y luego monta en distintos objetos decorativos-; mientras que Silvia y Yoya combinan la artesanía con la compraventa de otros artículos. “Hay productos muy bonitos, casi sin elaboración, que son de venta ambulante totalmente”, defienden. Lo que consideran que “no tiene cabida” es “comprar cuatro cosas, llevar las cajas al mercadillo y dejarlas tiradas en el suelo”, como aseguran que ocurre “cada domingo” en La Villa.

“Casi todos los compañeros intentan tener sus puestos guapísimos, con una mesa bien decorada y artículos bonitos, pero luego ven cómo alguien ve un hueco, pone cuatro hierros atados con unas cintas, una tela sucia y monta un puesto precario”, denuncia Yoya. Ahí es donde reclaman que actúen las administraciones, y por eso crearon la asociación. “Ese grupo de personas había aumentado de una manera exponencial, porque si tienen cero riesgo de sanciones y cero multas, se produce un efecto llamada, y era ya una invasión en casi todos los mercados”, sostiene Lucía.

“Control exquisito”

Desde el Ayuntamiento de Teguise, por su parte, aseguran que la vigilancia se ha incrementado tras el concurso que convocaron el año pasado para adjudicar la gestión del mercadillo. “Al tener la nueva empresa y el personal propio del Ayuntamiento, ahora hay un control exquisito”, asegura el concejal del área, Eugenio Robayna.

Sin embargo, desde la asociación ALVA creen que aunque ha habido algunas mejoras, siguen siendo insuficientes. “Dicen que sancionan, pero cada domingo hay personas nuevas en el mercado. ¿Cómo puede ser que en un mercado público, que no ha habido concurso y que hay gente en su casa esperando para entrar, cada domingo haya personas nuevas sin que nadie les diga nada?”, cuestiona la presidenta.

Vendedores y Ayuntamiento tienen visiones distintas del mercadillo de Teguise

Yoya, por su parte, reconoce que en Teguise son muchos vendedores y que es difícil “manejar a 400 ó 450 personas”, pero también cree que la empresa adjudicataria y el Ayuntamiento podrían hacer más. “No basta con llevar un camioncito por las mañanas y poner las vallas”, apunta. Defiende que se necesita una mejor señalización para los turistas -que incluya mapas para que sepan en qué punto se encuentran-; y sobre todo mejorar la limpieza, empezando por la instalación de papeleras y baños públicos, que siguen siendo inexistentes.

Pero la principal reivindicación es que haya una mayor vigilancia de los vendedores, para que todos trabajen “en igualdad de condiciones”. Es decir, que todos estén dados de alta en la Seguridad Social, que paguen sus impuestos como autónomos y que abonen también la cuota que debe pagar cada puesto al Ayuntamiento, porque sostienen que muchos no lo están haciendo. “Si tú estás cumpliendo con todas tus obligaciones y al lado tienes a alguien que no paga ni la cuota al Ayuntamiento, te sientes idiota”, sentencian.

“Ahora sí estamos intentando hacer esas preguntas, porque antes estaba un poco virgen por no haber personal, pero ahora hemos contratado una empresa y hemos invertido en el mercadillo para mejorar todo ese tipo de cosas”, defiende Eugenio Robayna. Respecto al pago de las cuotas al Consistorio, reconoce que ha habido impagos, aunque no sabe precisar una cifra; pero afirma que está en vías de solución, porque han delegado la gestión de esos cobros en la Red Tributaria. “Estamos buscando las soluciones para que la gente pague todo lo que se le debe al Ayuntamiento y para que todos los pagos sean a través de la Red Tributaria, porque ahí no se escapa nadie”, afirma.

Licencias “caducadas”

El otro frente de batalla está en las licencias en el mercadillo de Teguise, que se tendrían que haber renovado de forma automática en 2019, a los ocho años del concurso, pero no se hizo. “En 2027 se van a caducar totalmente y nos gustaría que esto se resolviera”, señala Yoya, que advierte que desde que se otorgaron tampoco se ha hecho un seguimiento de cada una de esas licencias, para verificar si siguen cumpliendo los requisitos de la concesión.

“Hemos tenido dificultades en el Ayuntamiento por problemas de personal y también porque hemos tenido que cambiar tres veces de secretario, pero ahora estamos metidos íntegramente en eso. Tenemos una asesora jurista que está trabajando con Secretaría a fondo y lo estamos mirando y terminando, porque es lo que nos preocupa”, afirma el concejal de Mercadillos.

La asociación empezó con 30 socios y ya tiene 88, y espera seguir creciendo

En ese punto, desde la asociación ALVA sí reconocen el trabajo que está realizando esa abogada “para intentar solucionar este tema, porque son 410 licencias que tiene que revisar y no hay manera, porque el caos se ha ido acumulando”. “Ahí ya no sabe nadie quién ha pagado, quién no, quién ha presentado los papeles alguna vez o quién no los ha presentado nunca. Se lo está currando muchísimo y está intentando poner legalidad, pero ojalá no pase que de repente llegamos un día y se ha ido a otro sitio, porque eso nos pasa continuamente en los ayuntamientos”, señalan, apuntando que el problema en casi todos los consistorios es que los técnicos están desbordados de trabajo, porque falta personal que pueda realizar esas funciones.

Además, advierten que deberían renovarse ya las licencias específicas para artesanos que se otorgaron en un concurso posterior en 2017, que caducan este año; y también reclaman una mejor gestión de las que se adjudican por emergencia social. En total hay una reserva de un 10% de puestos para personas en situación de vulnerabilidad, pero afirman que hay personas esperando desde 2022. “Ahora que por fin iban a entrar, les han echado para atrás los informes socioeconómicos porque eran antiguos. ¡Antiguos no, se han caducado en vuestra mesa!”, critica Lucía.

Mientras tanto, sostiene que muchas personas que entraron por esa vía se han quedado, a pesar de que ya han transcurrido con creces el tiempo que dura ese permiso: “Si el Ayuntamiento te dice ponte aquí un año o 6 meses y luego se olvida de ti, pues tú sigues yendo”.

Tías, sin mercadillo

La asociación también ha mantenido ya dos reuniones formales con el Ayuntamiento de Tías, en este caso para tratar de recuperar el mercadillo de Puerto del Carmen. “Es el único municipio que actualmente no tiene un mercado público”, subrayan. El que existía en Varadero lo gestionaba una empresa privada, que cobraba directamente a los vendedores por ocupar los puestos, a cambio del pago de un canon al Ayuntamiento. Sin embargo, en 2020 acumulaba una deuda de más de 440.000 euros y el Consistorio le retiró la concesión, cancelando un mercadillo que no ha regresado.

Ahora, el Ayuntamiento ha trasladado a ALVA la intención de crear uno en la Plaza de Las Naciones, pero también les han advertido que será “un proceso largo”, de nuevo por la falta de personal para dar el primer paso, que es la elaboración de un pliego.

“Los clientes solo regatean en los mercadillos si está todo manga por hombro”

En cuanto al resto de la isla, destacan la diferencia con mercadillos “bien regulados y gestionados”, como por ejemplo el de Playa Honda, donde “les piden toda la documentación que hay que pedir” y “hay una empresa que pone las carpas, las mesas y los manteles; y los vendedores solo tienen que llevar su mercancía”.

En Costa Teguise, que acoge tres mercadillos semanales (artesanal, agrícola y de compraventa general), creen que se repiten muchos de los problemas que detectan en La Villa. En otros, como el de Arrecife, apuntan que “no está funcionando mal”, aunque hay demasiados puestos ofreciendo los mismos productos. “Una compañera me comentaba que ahora mismo casi todos los puestos son de lava. Si tú has empezado a montar lava, es muy injusto que de repente todo el mundo tenga la opción de poner lo mismo”, cuestiona Lucía, que reclama que se cumplan las ordenanzas, que establecen la obligación de notificar qué productos vas a ofrecer, y comunicarlo si vas a cambiar.

A estos se suman otros mercadillos de menor tamaño pero consolidados, como el de Haría, el de Uga y el de Mancha Blanca. Por sus dimensiones y por la cantidad de vendedores que acuden, afirman que son “más fáciles de controlar” y que funcionan bien. Pero pese a todo, también reconocen que el de Teguise es el más codiciado, por el volumen de gente que mueve: “Es donde todas queremos entrar, porque es donde podemos ganar más dinero”.

Como secretaria de la asociación, Silvia se dedica “al papeleo” y suele dejar la palabra a sus compañeras, pero sí transmite un mensaje: “Yo cuido mi trabajo. Es que es mi trabajo y lo tienes que cuidar”. Por eso, lo único que pide es que se exija lo mismo a todas las personas que acceden a los mercadillos públicos de la isla.

“Están viniendo guardias civiles de paisano al mercadillo”

La presencia de marcas falsificadas es otro de los problemas que denuncia la Asociación Lanzaroteña de Vendedores Ambulantes, que recuerda que es una actividad ilegal contra la que también deberían actuar los ayuntamientos responsables de los mercadillos públicos. “Ni siquiera son imitaciones poniendo un nombre parecido, son falsificaciones que te las venden con su caja y con su etiqueta”, cuestionan.

Al respecto, el concejal de Mercadillos de Teguise, Eugenio Robayna, delega la responsabilidad en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. “Nosotros se lo comunicamos directamente a la Guardia Civil y están viniendo agentes de paisano al mercadillo”, asegura, añadiendo que la Policía Local también colabora en estas tareas. Sin embargo, desde la Asociación de Vendedores Ambulantes insisten en que esa venta ilegal se está produciendo desde hace años de manera pública sin que se lleve a cabo ninguna medida. Ni siquiera la retirada de la licencia a esos puestos.

“La venta ilegal ha aumentado exponencialmente, ya es una invasión”

Además, la presidenta de ALVA, Lucía Beneito, también advierte de la presencia de otros productos sin vigilancia. “Tú no puedes poner la marca Lanzarote en cosas que no lo son. Empezando por ahí”, subraya. En su opinión, si las administraciones “quisieran de verdad proteger la artesanía, no se trata solo de dar subvenciones o de hacer ferias”, sino de intervenir cuando llegan a la isla contenedores con piezas que se hacen pasar por lanzaroteñas.

“Venden hasta sombreras traídas de fuera, como si fuera algo típico hecho aquí”, denuncia. Y lo mismo señala de otros artículos, desde souvenirs hasta productos de aloe vera, que se venden como si fueran lanzaroteños y a precios más bajos, suponiendo una competencia desleal para empresas locales que trabajan legalmente en la isla.

Comentarios

La permisividad de las administraciones con los puestos ilegales y la venta de falsificaciones hunde a los vendedores ambulantes legales
SEÑORES DE LA ASOCIACION , USTEDES ACTUAN POR IGUAL EN TODOS LOS MERCADILLOS, POR DECIR, EN EL DE PLAYA BLANCA. POR FAVOR, PORQUE NO PREGUNTAN SI TIENEN LICENCIA DE ACTIVIDAD Y UN PLAN DE EVACUACIONES, Y POR ULTIMO, SI TODOS LOS VENDEDORES, ESTAN AL CORRIENTE EN SUS CUOTAS CON LA SEGURIDAD SOCIAL , Y DESPUES, METANSE CON LA VILLA,. QUE LE ESTA DANDO DE COMER A MUCHAS PERSONAS. Y HAY QUE RESPETARLA.
y olivina que no es olivina, y cerámica que no es cerámicas , y plata que no es plata y acero que ni es acero! todo muy chino

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