CULTURA

Las resonancias de Blas Cabrera

Foto: Felipe de la Cruz.
M.J. Tabar 2 COMENTARIOS 14/02/2018 - 06:46

“¿Quién es el de la estatua?”, pregunta un hombre calvo que tuerce la esquina el antiguo Parador de Turismo de Lanzarote. Una mujer, con un mapa en la mano, mira las placas atornilladas a los pies del monumento: “No sé, un científico o algo”.

Blas Cabrera, el padre de la física moderna española y un científico de prestigio internacional, nació en Arrecife en 1878, cuando Lanzarote tenía el índice de alfabetismo más alto de España. “Eran raros los canarios que seguían carreras superiores”, señala la biografía del físico lanzaroteño escrita por Francisco Martínez y Emigdia Repetto.

Hijo de notario y el mayor de ocho hermanos, Blas estudió bachillerato en el instituto Cabrera Pinto, en Tenerife, y se mudó a Madrid con la intención de inscribirse en la carrera de Derecho para seguir la senda familiar. No contaba con vivir un encuentro que le transformaría para siempre. Fue en el Café Suizo, en la esquina de la calle Alcalá con la calle Sevilla donde hoy mercadea un BBVA; allí, en un local de altas columnas, grandes espejos, mesas de mármol y divanes rojos, conoció a Santiago Ramón y Cajal, el organizador de una tertulia en la que se admitía a todo el mundo con tal de que cumpliese tres normas: guardar respeto, discurrir de lo que se entiende poco (“tratábase de evitar las latas pedantes y académicas”) y olvidar los desatinos y las incoherencias a la salida.

Después de este estimulante contacto con espíritus críticos y mentes científicas, Blas Cabrera decidió estudiar Física. Se doctoró con una tesis dedicada a la variación diurna de la componente horizontal del viento y empezó a despuntar en su trabajo, dedicado a partir de entonces al magnetismo.

En 1903 fundó junto a varios colegas la Sociedad Española de Física y Química, abierta a todos los interesados en la materia y muy diferente a otras academias elitistas y aristocráticas. Dirigió el Instituto Nacional de Física y Química, el germen del actual Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Fue uno de los protagonistas de la Edad de Plata española, un período brillante para el arte y la ciencia que el golpe de estado de 1936 interrumpió violentamente.

La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas del Instituto Libre de Enseñanza le subvencionó un viaje a Zúrich para intercambiar ideas en el laboratorio de Pierre Weiss. Su entusiasmo venció la indiferencia inicial del insigne físico francés. El viaje también le permitió conocer a Albert Einstein. No dejó de moverse para formarse: visitó Francia, Alemania, Sudáfrica, México, Buenos Aires, Lima, Bogotá...

En plena Primera Guerra Mundial fue nombrado presidente de la Sociedad Española de Física y Química y un año después publicó su primer libro: ¿Qué es la electricidad?  No sería el último: años después escribió Principio de Relatividad, introduciendo la teoría de Einstein en España. De hecho, ejerció de anfitrión del genio cuando visitó España en 1923.

Años más tarde, a propuesta de Einstein y de Marie Curie, participó en el comité científico de la sexta Conferencia Solvay, una reunión que congrega a los científicos más importantes del mundo. Los años le depararon más distinciones académicas y el ingreso en la Academia de la Lengua, ocupando precisamente el sillón de su amigo Cajal.

En 1936, el estallido de la Guerra Civil le pilló en San Sebastián, con alumnos de la Universidad Internacional de Verano de Santander donde había introducido novedades como las clases al aire libre, el teatro contemporáneo y conferencias sobre cine y fotografía. Las tropas nacionales tomaron Irún y la expedición académica decidió cruzar por mar hasta la costa francesa, para volver a entrar al país por Cataluña, en territorio republicano.


Retrato de Blas Cabrera. Ilustración de Eulogia Merle.

Un año después se exilió en París y trabajó en el Comité Internacional de Pesas y Medidas, participando a menudo en “reuniones científicas de alto nivel” en la Sorbona. En 1941 la Universidad Autónoma Nacional de México le “abre las puertas” y lo “acoge” como profesor. México es su nuevo hogar. Allí dirige un tiempo la revista Ciencia, donde escriben científicos españoles exiliados.

Hizo “aportaciones históricas” a su especialidad y sus experimentos fueron fundamentales para el desarrollo de la mecánica cuántica. Fue un gran amigo de Erwin Schródinger y gracias a su trabajo hoy existe un aparato con el que podemos hacernos resonancias magnéticas.

En 1995 la asociación Amigos de la Cultura Científica, dirigida por el catedrático de Física aplicada Francisco González de Posada organizó unas jornadas para divulgar su vida y obra, que durante años ha pasado desapercibida para la ciudadanía canaria. Hasta 2011, año en que desapareció por falta de dotación económica, uno de los Premios Nacionales de Investigación llevaba su nombre. Blas Cabrera murió a consecuencia del párkinson, cinco días antes del holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki.  

Comentarios

Este señor era hijo de Blas Cabrera Topham, notario y quien lleva una calle en Arrecife, concretamente la popular conocida como el Camino Viejo, en la zona de La Vega.
Aquí tienen la biografía de su padre Blas Cabrera Topham y una foto de la calle con su mismo nombre a principios de los 70: http://www.biografiasdelanzarote.com/biografia.php?criterio=42 http://www.webdelanzarote.com/arrec128.jpg

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