Justin Kusevic Niz recupera el Ora et Labora, un velero de 135 años
El ahora armador le ha devuelto la vida tras adquirirlo en una subasta para dedicarlo a rutas náuticas
Justin Kusevic Niz se crio y educó en el mar. Vivió su infancia en un barco. Sus dos padres, el biológico, de origen serbio, y con el que después creció, le inculcaron la pasión por la náutica. Aunque ahora vive en Teseguite, desde donde cada día se desplaza hasta el puerto de Playa Blanca para trabajar en la restauración del que será el primer velero de madera que ofrecerá servicios turísticos en la Isla, el Ora et Labora, un navío con más de 135 años de historia.
Justin, buzo de profesión, patrón y mecánico naval, espera reflotar el velero el próximo 15 de diciembre y comenzar con recorridos rumbo a Papagayo. Para ello ha creado su propia empresa de servicios turísticos: Lanzarote Traditional Sailing.
El velero fue construido entre 1887 y 1888 en Alemania con un aparejo ketch de velas cangrejas. Rememora a las balandras canarias del siglo XIX con las que se realizaba cabotaje o bien se destinaban a la pesca en la costa africana hasta mediados del siglo XX. En 1909 protagonizó un trágico naufragio en el mar del Norte, en el que murieron tripulantes que trabajaban en el pesquero alemán, llamado en aquel entonces Kormoran.
Durante el siglo XX, el Ora et Labora pasó por varias reparaciones y modificaciones, de velero de pesca a motopesquero -con la incorporación del primer motor en 1929- y, finalmente, a barco recreativo, hasta su llegada a España en los años 80. En Lanzarote, sufrió un incendio alrededor de 1990, en el puerto de Playa Blanca, que lo dejó en estado de abandono durante tres décadas.
Ya en 2015, Ramón Martín Umpiérrez, armador, impulsó un ambicioso proyecto solidario con el antiguo y abandonado velero para convertirlo en un museo flotante de la pesca tradicional. Sin embargo, al fallecer Martín en 2019, el velero volvió a deteriorarse, culminando en abandono de nuevo.
Fue durante la época bajo la propiedad de Martín Umpiérrez, en concreto en 2017, cuando Justin tuvo su primera experiencia con el velero como arrendatario del mismo. Ya entonces realizaba con el navío excursiones a Papagayo. “La primera vez que me puse a los mandos del barco me enamoré de él”. “Navegar en un barco de madera es otra experiencia, no tiene nada que ver con la navegación en las embarcaciones de fibra”.
En 2024, Puertos Canarios la incluyó en una subasta de embarcaciones embargadas, sin que ningún interesado concurriera a la puja. Este año se abría nuevamente la puja con un precio de salida de 20.000 euros, bastante más asequible que los 130.000 euros con los que se subastó en primera instancia. En abril, Justin Kusevic Niz realizó su puja, a sobre cerrado, por un valor de 35.555 euros -dato que ha desvelado posteriormente a Diario de Lanzarote- y en mayo se le adjudicó, si bien no fue hasta el 2 de junio cuando firmó el contrato con la entidad canaria.
“Cuando me puse a los mandos del Ora et Labora me enamoré del barco”
El nuevo propietario del Ora et Labora, tiene como objetivo devolverle la vida al emblemático velero nómada para lo que ha realizado una inversión superior a los 130.000 euros para una restauración completa. “Desde la quilla hasta la punta de los mástiles. Motores, instalación eléctrica, piques, cuadernas, velas... así como la renovación de la madera que ahora se ha revestido con aceite natural de teca en lugar de barniz”. En la restauración del Ora et Labora han trabajado los mejores carpinteros de ribera de Lanzarote: Agustín Jordán y Juan Miguel Rodríguez Marrero.
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A través de la empresa Lanzarote Traditional Sailing organizará inicialmente excursiones a Papagayo, con un 50 por ciento a los residentes canarios. Con una capacidad máxima de 27 pasajeros y tres tripulantes -un patrón y dos marineros-, Justin confía en que, en un año, pueda ampliar la plantilla para realizar las dos salidas diarias que tiene previstas desde Marina Rubicón. No descarta realizar en un futuro excursiones a La Palma e incluso a Madeira. No en vano, el ahora armador se declara “un amante del océano” y cuenta con el hito de haber sido el primer canario en cruzar el Atlántico en solitario en 2016, en un barco de 30 pies también reconstruido con sus manos.
Una pasión por el mar heredada. A la mente le viene el recuerdo de su padre biológico, ya fallecido, y que construyó su propio barco, ahora de su propiedad. Recuerda que, cuando nació, sus padres le llevaron a vivir a esa misma embarcación. Tras el divorcio, su madre -de Haría-, conocería al que considera también su padre y “con el que llevo toda la vida”, de profesión mecánico naval y con el que salía a pescar “en un barquito de motor de pequeño”.
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El Ora et Labora es una balandra alemana de finales del siglo XIX con una vida larga y polifacética dedicada a la pesca industrial, moto-pesca, chárter turístico, museo flotante en Lanzarote, para su conversión final en velero turístico.
Desde su construcción en 1888, el Ora et Labora vivió una historia marcada por la tragedia y la transformación. Navegó inicialmente como Tjalk comercial bajo bandera holandesa. El naufragio de 1909 fue un episodio dramático con varias pérdidas humanas. Tras ser reparada, se convirtió en pesquero alemán, incluyendo varios motores y cambios de nombre como el de Kormoran. Finalmente, tras décadas de servicio, renació como barco de recreo, conservando su nombre original y continuando la tradición del viento hasta su traslado a España.
El incendio que sufrió la Ora et Labora en Playa Blanca marcó un punto decisivo en su trayectoria. Según reportes de Puertos Canarios y el periódico ‘La Provincia’, el Ora et Labora estaba abandonado en Playa Blanca hacía unos 27 años antes de su rescate en 2015. Esto sugiere que el incendio ocurrió aproximadamente en 1988 o 1989. El barco se encontraba en estado de abandono en el varadero del puerto de Playa Blanca cuando fue parcialmente calcinada gran parte de su estructura por un incendio, lo cual motivó a las autoridades portuarias a cederla al armador Ramón Martín Umpiérrez con la condición de que la reflotara y restaurara.
Aunque el incendio no destruyó completamente la estructura, se registraron daños importantes en el casco, las velas, la cubierta y los aparejos, lo que dejó al buque en un estado comprometido durante casi tres décadas hasta que posteriormente requirió una profunda restauración. Fue el desencadenante del abandono definitivo de la década siguiente. Sin embargo, gracias a la iniciativa de Ramón Martín Umpiérrez, pudo ser reflotada y restaurada para dar paso a un proyecto cultural y turístico en Lanzarote que le devolvió vida como barco-museo, con apoyo del Gobierno de Canarias y fondos europeos. La inversión total fue de aproximadamente 160.000 euros, incluyendo 93.000 euros de subvención. El objetivo era preservar la memoria de la pesca costera tradicional de Lanzarote vinculando la embarcación con su uso cultural y turístico visible desde 2015 hasta 2019.
A pesar de los daños, la recuperación emprendida permitió que la embarcación navegara de nuevo y se utilizara con fines culturales, aunque lamentablemente volvió a deteriorarse tras el fallecimiento del armador. Casi una década después, el velero regresa a manos de un lanzaroteño amante de la cultura marina lo que le permitirá desplegar de nuevo las velas tomando rumbos aún desconocidos.

















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