CULTURA

El resurgimiento de la danza en Lanzarote

El trabajo de los creadores de la Isla, la unión de los profesionales y el apoyo del Cabildo dan alas a este sector cultural

Eleonora Mercatali: ‘Por las Ramas’. Foto: Ayoze Morera.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 29/12/2020 - 06:22

La coreógrafa y bailarina Acerina H. Toledo tuvo que cerrar hace unos meses las puertas de Sala Cúrcuma, un centro que había supuesto un antes y un después en las enseñanzas de danza en la Isla. La pandemia provocó el cierre físico, pero no conceptual del proyecto. “Sala Cúrcuma sigue en activo, produciendo y llevando a cabo gestión cultural”, indica Acerina, que, por su personalidad, se muestra tan dinámica y productiva como siempre.

“Nuestro proyecto, dentro del Festival de danza Traslación, con el apoyo del Ayuntamiento de Teguise principalmente, fue el de reunir doce propuestas de diferentes profesionales. Ahora, dentro del mismo festival, se incluirá la propuesta pedagógica Parlamento del futuro, enfocado a los adolescentes, en el propio centro educativo, y dirigido por Javier Cuevas. Además, desde la sala Cúrcuma y El Jablero Cía Danza estamos apoyando proyectos de creación y queriendo empezar con clases online”, explica Acerina.

La bailarina y coreógrafa, que lucha por estrechar “la enorme brecha que hay en la Isla con respecto a otras disciplinas artísticas”, lamenta el obligado parón que sufre el sector cultural por la pandemia, que afecta también a estos profesionales por la suspensión de sus actividades de formación y los recortes en el aforo de las clases a las que acuden para actualizar sus conocimientos.

“En un primer momento de la pandemia, mi creatividad murió, pero eso duró una semana”, asegura la coreógrafa lanzaroteña, que después tuvo una epifanía productiva: “Primero fue como una recogida de la ola para después generar un tsunami”. Acerina es la cabeza visible del fenómeno del resurgimiento de la danza y el ballet en la Isla.

La lanzaroteña es vocal de la asociación de artistas del movimiento Pie de base, que da visibilidad a los creadores de esta disciplina en Canarias. Recientemente, se han incorporado al colectivo otros tres nombres de la danza isleña, Reinier Alfonso, Celia Medina y Eleanora Mercatali.

Reinier ensalza la labor de Acerina: “Aparte de ser la más veterana en Lanzarote, rebosa generosidad y honradez con la profesión. Ha corrido mucho antes para que nosotros ahora podamos caminar. Se la peleado con las instituciones y ha puesto en plano la danza, sobre todo la contemporánea”, subraya Reinier, él mismo un maestro del ballet clásico, formado en la escuela cubana y que fue coreógrafo del Ballet de Cámara de Madrid, compañía adscrita a la cátedra de Alicia Alonso de la Universidad Rey Juan Carlos I.


Celia Medina. Foto: Ayoze Morera.

Unión del sector

Los integrantes lanzaroteños de Pie de Base reconocen la enorme ayuda que reciben de la asociación, también en asesoramiento técnico o de interpretación de la normativa anti-COVID en espectáculos. Celia Medina destaca “el fortalecimiento de nuestros lazos”, incentivados por la asociación. “Ahora somos más fuertes para defender lo que hacemos y pensar que lo logrado en estos últimos años no ha sido en vano”.

Celia, que es lanzaroteña, se formó en sus primeros años en ballet clásico y, después, en comedia musical y danza moderna y contemporánea en Barcelona y Madrid. Ha participado en varios musicales en la capital madrileña y ha recorrido países como China o Macedonia. Cuenta con un postgrado de danza movimiento terapia (DMT) y formación Gestalt. Desde hace cinco años reside en la Isla, donde dirige Studio Danza Emocional: “Utilizamos la danza como terapia, uniendo emociones y valores, sobre todo en los niños”, indica.

El sector sigue luchando por que las administraciones locales reconozcan la danza y la apoyen en sus programaciones. Aunque los ayuntamientos “siguen sin ser conscientes de lo que se necesita”, sí se ha notado una gestión eficiente por parte de los actuales responsables del área de Cultura Cabildo.

“Desde luego ha habido un cambio de actitud. Yo no recuerdo que antes se nos hubiera convocado a una reunión a todos los sectores culturales con el departamento al completo, desde el consejero hasta los técnicos”, explica Acerina. “Están pendientes de nuestros proyectos y de cómo ayudarnos y programarnos, y más ahora, en la pandemia”, dice Reinier.

Mercatali da un paso más y habla de “luz”, tras la citada reunión el pasado 29 de abril: “Allí pudimos compartir nuestras experiencia, visión y metas y percibir que el Cabildo, por fin, empieza a apostar por los artistas de la danza y el movimiento”.

Las reivindicaciones del sector son “no solo económicas, sino de facilidades” para realizar su labor, dice Acerina, que asume la responsabilidad de las entidades privadas de cualquier tipo, también las culturales.

Eso sí, por este mismo planteamiento, debería priorizarse la profesionalización del destinatario de la ayuda: “Sería aconsejable fijarse en los autónomos y las escuelas dadas de alta, estables y que llevan años luchando para mantenerse legalmente, porque hay una gran competencia desleal”. La coreógrafa pide “no ya ayudas mensuales comprometidas, sino, simplemente, que se dé visibilidad a las empresas del ramo, a través de la promoción”.

Otro escollo para el sector es la falta de una política de cultura pedagógica municipal: “Se hace política para salir del paso, de ‘venga, hazlo por menos presupuesto’. Es una actitud que me genera una pregunta: ¿Qué importancia se le está dando a la cultura desde los ayuntamientos? ¿No se podría destinar parte del remanente por la suspensión de las actividades en festejos a esta área, aparte de lo que va a sanidad o servicios sociales? Reclamo una partida propia. Acabar ya con el ‘si sobra, se lo doy’”, subraya Acerina.

“A veces nos topamos con responsables públicos que sí tienen ilusión, pero deben de darse contra un muro, porque las explicaciones son ‘lo vamos a intentar’, ‘voy a ver’. La cultura se ha descubierto como fundamental durante la pandemia y, además, es segura. Los espectáculos conllevan riesgo cero”, apunta.

Por otra parte, la generalización de la gratuidad en internet ha sentado un peligroso precedente: “es una mala praxis malvender tu trabajo por uno o dos euros. Hay que valorar el esfuerzo que hay detrás y pedir lo que vale en justicia”. Acerina defiende la cultura online, pero asegura que “hay que luchar por la cultura presencial, no debemos acomodarnos.

Pone el ejemplo de Tenerife, donde no se cierran salas fácilmente y, si ocurre, se posponen las actuaciones y, a pesar de la situación sanitaria, se acomodan los aforos. La danza “está muy presente” y los espectáculos de esta disciplina se programan por parte de las administraciones en la misma proporción que los de teatro o música, “así que, a efectos de taquilla, cuando hay una ayuda de este tipo, la sala abre puertas, porque hay una apuesta pública por la calidad. Pero no hay que echar la culpa a las instituciones. Nosotros tenemos que generar cultura y ellas cumplir los plazos, que es lo que pasa en otros lugares”, explica Acerina.

Proyectos

El resurgir de la danza en Lanzarote se demuestra en las exitosas producciones de los últimos años. El festival Traslación, de danza en calle que se desarrolla en Teguise y por primera vez llevó un festival de danza a La Graciosa, ha sido recientemente incorporado al circuito nacional Acieloabierto, que se fija en festivales con más de tres años de andadura, más de cinco sobre todo, lo que convierte a Traslación en pionero en integrarse en este festival, con solo dos ediciones, la última celebrada en streaming, con figuras como Raymond Naval y Jaiotz Osa.

Para algunos artistas, la pandemia ha sido providencial. Reinier Alfonso, que se encontraba en una seria crisis de vocación, “desmotivado y agotado física y mentalmente”, probó suerte en las oposiciones al Cuerpo Nacional de Policía. “Aunque no las superé, creo que el año que pasé preparándolas, estudiando y entrenando duro a diario, me salvó de caer en una depresión. Salió mi parte más abnegada y esforzada”, explica este bailarín, para quien el esfuerzo es parte de su carácter, formado en la disciplina del ballet cubano.

“Recuperé la pasión por la danza, pero de una forma más realista y relajada, sabiendo que ya no tengo 20 años, pero también que aún puedo sacar rédito como creador y productor”. La prueba de esta nueva actitud es su solo Personal e intransferible, estrenado el pasado mes de octubre en el teatro El Salinero.

“Reclamamos una partida propia. Acabar ya con el ‘si sobra, se lo doy’ a la danza”

El coreógrafo admite que el parón por el confinamiento le dio el tiempo que necesitaba, “con cero agobios y el reencuentro con aspectos perdidos y empolvados de la creatividad”, dice. Ahora, espera que Personal e intransferible tenga recorrido en el circuito de festivales, no solo de las islas o del territorio español, sino a nivel internacional. “Quiero ver qué surge de la pieza porque, aunque ya está estrenada, el objetivo es mejorarla con cada representación, que se retroalimente con la interacción del público y de otros bailarines”.

Otra decisión trascendental fue abandonar el circuito comercial turístico y centrarse en la producción y en las clases que imparte en el centro Exhale de Arrecife. Aunque estas actividades también se han resentido, la pasión permanece inalterable. “No es fácil parar la danza y la cultura ha resultado ser más importante de lo que se creía”, sentencia Reinier, que se está volcando con un grupo de alumnas de entre ocho y doce años que llama Ballet Nivel Medio: “Tienen talento, alguna mucho, y unas condiciones brutales”, comenta, orgulloso.

Sin embargo, y como siempre repite, “con dos clases a la semana, resulta muy difícil cumplir los objetivos que se requieren para encarar los estudios reglados de danza, ya que es imposible abordar todas las disciplinas que se requieren: puntas, preparación física, carácter, historia de la danza... O al menos estas niñas las desarrollarán más tarde que las que acuden a un conservatorio diariamente”, reflexiona el maestro.


Reinier Alfonso y Celia Medina. ‘Límites’. Foto: Adriana Sandec.

Eleonora Marcatali, que introdujo en la Isla la danza porteo, con bebés, tuvo que suspender en marzo las clases y los talleres que realiza en distintos entornos de la Isla (plan cultural de Teguise o clases en el colegio Arenas Internacional) o las actividades con la asociación Amas de Criar de Puerto del Carmen.

Desde octubre ha retomado su labor en el plan cultural y las clases “en un formato más privado”, así como su propuesta de danza al aire libre para niños a partir de cinco años en Costa Teguise. Asimismo, ofrece sus cursos de Peques Ballet, de introducción a la danza en edades muy tempranas.

Eleonora destaca que hoy día sigue trabajando con las niñas que en su día fueron bebés en sus talleres de danza porteo: “Verlas ahora, bailando, me produce una enorme satisfacción”, explica esta bailarina, formada en ballet clásico en la Escuela de Teatro de la Opera de Roma, más tarde, en Laban Dance Center de Londres y licenciada en escenografía e historia del arte.

Tras recorrer varios países europeos, donde puso en marcha sus propias compañías de danza, recaló en 2011 en Lanzarote y a la Isla dedica su proyecto Danzarote, que “aún no ha terminado de extender sus alas”, aunque se muestra optimista al respecto.

Eleonora alude a la importancia de trasladar el arte del movimiento al sistema educativo público: “es una herramienta social y de bienestar increíble. Cuando hay conciencia del movimiento hay empoderamiento”, asegura, subrayando su eficacia, “sobre todo en edades frágiles y cambiantes como son la adolescencia y primera juventud”.

La bailarina desearía que el sistema público educativo asumiera esta disciplina, que ahora cuenta con un acceso limitado, “y que se programaran festivales para los alumnos, como se hace con otras disciplinas”, indica.

El sector de la danza tiene muchas posibilidades de desarrollo y camino por recorrer en la Isla, un camino que empieza por la “unidad” que subraya Reinier y que simbolizan estos cuatro maestros del arte del movimiento.

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