SECTOR PRIMARIO

El eterno futuro incierto de la cochinilla

El aprovechamiento “integral” de la tunera es la principal propuesta para resucitar al sector

Fotos: Manolo de la Hoz.
María José Lahora 1 COMENTARIOS 19/06/2019 - 06:51

El cultivo de la cochinilla ha pasado de ser la primera industria del Archipiélago a mediados del siglo XIX a convertirse “en una actividad muy minoritaria en la actualidad y en peligro de desaparecer”, según el informe elaborado por la Fundación Canaria de Agricultura y Medio Ambiente José Galván Bello, para evaluar la situación de este sector a fin de valorar la modificación de las ayudas acogidas al POSEI que incluya apoyos a este producto.

El estudio destaca los colectivos y personas que han trabajado por mantener el cultivo. La Asociación Milana, presidida por Chana Perera, creada para promover actividades relacionadas con la cultura de la cochinilla y surgida a raíz de un proyecto educativo, sigue empeñada en ofrecer una variopinta gama de posibilidades para la transformación de este producto.

Por su parte, la Sociedad Cooperativa Agraria Guatiza y Mala, fundada en la década de los 70, tiene por delante el “gran reto” de dar salida al gran stock de cochinilla seca, a la espera de que el mercado ofrezca unos precios atractivos para el agricultor, y que según el estudio, deberían estar en torno a los 80 euros el kilo, frente a los 20 o 30 que se ofertan en la actualidad en zonas como Perú o Etiopía.

“Lanzarote cuenta con 196 hectáreas en producción y es la isla de mayor superficie potencial para producir cochinilla, no solo en plantas en producción de higos picos, sino también en plantas abandonadas que habría que reconvertir para poder poner en producción”, puntualiza el estudio.

“La ilusión de todos los agricultores también pasa porque en el actual contexto internacional, en el que se ha endurecido la regulación sobre los colorantes artificiales, la grana podría tener una nueva demanda y zonas con la historia en este cultivo como Canarias podrían mantener viva una tradición y una fuente de ingreso extra que haga atractivo otra vez recuperar todas las fincas de tuneras que se han abandonado”, añade el informe.

La Asociación Milana y la Cooperativa, presidida por Pedro Juan González Robayna, van a la par cuando se trata de conseguir diversificar la oferta de productos relacionados con el cultivo de la tunera y poder obtener un valor añadido. Otra de las figuras relevantes en el estudio de la cochinilla es Leandro Caraballo, ingeniero técnico agrícola nacido en Guatiza en el seno de una familia de agricultores y recolectores de cochinilla. “Siempre vinculado al cultivo colabora de manera altruista con todas aquellas personas e instituciones que han necesitado información sobre el manejo del cultivo”, señala el informe de la Fundación Galván Bello.

Estos representantes del sector, junto al joven técnico de Ciencias Ambientales, Jonathan Clavijo, se reúnen en Mala a las puertas del Centro de Tratamiento e Interpretación de la Cochinilla, abierto el pasado año y cuya concesionaria es una empresa local de aloe vera. El centro no ha podido desarrollar aún sus funciones en el apartado transformador y se preguntan cuál es su función. Explica Pedro Juan que hay una reunión pendiente para que la cooperativa pudiera participar aportando la cochinilla, pero hay denuncias acerca de que el uso industrial no esté permitido en el plano urbanístico.

La Sociedad Cooperativa Agraria Guatiza y Mala, fundada en la década de los 70, tiene por delante el “gran reto” de dar salida al stock de cochinilla seca, a la espera de que el mercado ofrezca unos precios atractivos para el agricultor

En cualquier caso, Leandro defiende que “transformar cochinilla va a ser difícil mientras los precios de los productores lanzaroteños sean superiores a los del mercado”. Así, ponen como ejemplo el precio del carmín extraído de la cochinilla en Etiopía que se vende a 50 euros el kilo, a la mitad de lo que saldría en el mercado lanzaroteño. Aun así, Leandro cree que no toda la culpa de que la cochinilla lanzaroteña siga almacenada es de los países competidores. “Es también de nuestra idiosincrasia. Si ahora viene Industria y ofrece comprar a 100 euros el kilo y para ello pidieron firmar un compromiso, los agricultores no firman, porque desconfían de que pudieran sacar un rendimiento mayor”, señala. Chana cree que es porque el agricultor ha sido “muy engañado”.

Ante la expectativa de que se produzcan limitaciones en el uso de los tintes artificiales, Leandro señala que “podría ser” pero que también se están difundiendo noticias sobre que ya existen grandes explotaciones en Marruecos y otras zonas de África. Que junto a sus actuales competidores, como son Perú, México o Portugal tampoco hacen pensar en un futuro alentador para sacar al mercado el stock y que el informe de la Fundación Galván Bello sitúa en torno a 60.000 kilos, con partidas de cerca de 35 años. Leandro y Pedro Juan hablan de que muchos fueron los que hace una década dejaron de recolectar la cochinilla.

De entrar en el POSEI conseguirían el 30 por ciento de su coste, lo que aún les impediría obtener el rédito satisfactorio “mientras el mercado se mantenga por debajo”, añade Pedro Juan. Explican que siempre se ha explotado la tunera como una actividad complementaria, por lo que no hay agricultores que se dediquen en exclusiva a su cultivo. En la actualidad, “la gente mayor ya se aburre mientras los jóvenes tienen que buscarse un futuro”.

Chana recuerda que el cultivo de la cochinilla ha posibilitado unos ingresos extra a las familias de Mala y Guatiza que permitieron enviar a sus hijos a cursar sus estudios superiores. La falta de motivación está provocando la desaparición del sector y el abandono del cultivo. Escasos son ya los agricultores que mantienen sus fincas de tuneras.

Aun así, hay quien incluso la sigue recolectando, tan sólo una veintena de los 130 socios con los que cuenta la cooperativa. “Aunque para ir guardándola”, explica Pedro Juan. La extensa finca de un agricultor de Mala comparte las tuneras con algunas metros de suelo de viña. “Las raíces se complementan las unas con la otras, aunque el vino podría aportar aromas de la tunera”, explican los expertos.

Una papaya contempla la cochinilla que se ha puesto a secar. En el paseo por la finca Leandro busca larvas y explica el proceso para la obtención de la cochinilla que ahora reposa en un tamiz a la espera de secarse. Señala también que se están introduciendo nuevos métodos para transformar la cochinilla sin tener que secarla, lo que permitiría ahorrar muchos jornales por lo que podría venderse más barata.

El futuro de esta variante pasaría por contar con una fábrica lo más cerca posible del cultivo, siempre y cuando hubiera mercado al que abastecer. En este paseo por las fincas que se mantienen en buen estado, Leandro Caraballo recuerda cómo antaño todos los terrenos dedicados a este cultivo presentaban una excelente presencia.

“Valor añadido”

Chana Perera comenta que lo importante ahora es conferirle el “valor añadido” al producto. Cosmética o alimentación son los nuevos mercados para los productos procedentes la tunera para los que, sin embargo, se precisa de un registro sanitario del que no se dispone aún. Para ello hacen falta recursos y “gente que lo vea”.

Leandro explica, al respecto, que es necesario contar con inversores. Ponen como ejemplo México, donde se aprovecha todo de la tunera: “Los mexicanos sacan productos de la tunera, del higo. Hacen vino, quesos, jabones”. En resumen, “un aprovechamiento integral de un cultivo que está bien instalado y es persistente. Es una buena alternativa si lo diversificamos”, comentan.

Los representantes del sector recuerdan, al respecto, los estudios del químico César Corpas que colaboró, hasta su trágica muerte hace cinco años, con clases magistrales para obtener todo el rendimiento posible al cultivo. Jonathan Clavijo, el representante juvenil del grupo, considera que “hace falta un relevo que se está perdiendo”. Habla de la necesidad de participar en “esa puesta a punto” para que no siga perdiendo más terreno “un cultivo multipropósito que no valoramos”.

“Aquí lo hemos tenido como un alimento para los animales”, añade Chana. Otro ejemplo: Sicilia exporta una alta producción de tunos al mercado estadounidense y alemán, como “si fueran cartones de huevos a un euro la unidad”, señala. Calculan que 5.000 millones de euros al año ingresa la isla italiana sólo con la venta de este producto. “Es un fruto sano, ecológico y sabroso”, insisten.

“La mejor mermelada para diabéticos procede del higo porque no contiene nada de glucosa, sino fructosa, que le confiere su dulzor”, explica Jonathan. Chana comenta una iniciativa desarrollada en una Feria de Los Dolores. Compró todos los tunos de Mala y Guatiza para hacer zumo con una licuadora que permitía separar la pulpa de la semilla.

“El tuno es un fruto sano, ecológico y sabroso. La mejor mermelada para diabéticos procede del higo porque no contiene nada de glucosa, sino fructosa, que le confiere su dulzor”, explica Jonathan

En el mercado de la cosmética, Chana comenta que Marruecos se les están adelantado. Aunque, por el momento, el aceite de las semillas no está al alcance de todos, con precios en torno a 1.000 euros el litro. Si bien, es un aliciente para la alta cosmética. Señala como trabas para el desarrollo de estos y otros muchos proyectos de diversificación de la producción que “se quedan en palabras”. Aunque “el trabajo divulgativo de la Asociación Milana es fundamental para dar a conocer estas alternativas”, tranquiliza Leandro a Chana.

Manuel Blasco Ruiz, catedrático de Biología Animal en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Extremadura, en la conferencia ofrecida el año pasado en torno a la tunera recordaba que es una planta “multipropósito”, que sirve para muchas cosas. El olivo, el tomate o el plátano tienen sólo tres o cuatro objetivos mientras que la tunera alcanza hasta 18.

También se puede comercializar como forraje para los animales, como nopal sin más, o hacer otros productos transformados como zumos, melazas, mazapán, licores, membrillo o panes. Sin embargo, según Blasco, la realidad es que la tunera “es marginal”, tiene “factores limitantes” y el principal es administrativo. En España se considera que la tunera es la opuntia máxima, mientras que en el resto del mundo es la opuntia ficus índica.

Opiniones

Comentarios

¿ Este muchacho es de Guatiza ?. ¡ Lo digo por la " pelada " ¡.

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