Los estudiantes de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote (EUTL) apuestan por decrecer y cambiar el modelo turístico

Carta desde la Isla por un turismo “al servicio del territorio y de la vida”
Los estudiantes de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote (EUTL) apuestan por decrecer y cambiar el modelo turístico
El 28 de noviembre se celebra en los Jameos del Agua la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible para conmemorar el 30 aniversario de la Carta Mundial de Turismo Sostenible, que se firmó en el año 1995. Por este motivo, los estudiantes de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote (EUTL), adscrita a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), han elaborado su propia Carta por un Turismo y Desarrollo Sostenible: Por un Turismo al servicio del Territorio y de la Vida, con la que se dirigen a los dirigentes públicos y a la ciudadanía para revisar el modelo turístico actual, exponer sus consecuencias y poner sobre la mesa una hoja de ruta que ha de ser construida de forma colectiva.
Mencey Rodríguez, de casi 22 años, es estudiante de cuarto curso del Grado de Turismo y presidente de la Delegación de Estudiantes. El joven lanzaroteño explica que desde el centro se les compartió la Carta de Turismo Sostenible que se firma este mes y se les animó a realizar propuestas. Desde un inicio se les trasladó una encuesta, pero sentían que no era adecuada, así que decidieron debatir y hacer un documento común para todos los estudiantes. “Ha sido trabajado por todos los estudiantes de cuarto, pero desde la Delegación aprovechamos el Día del Turismo, que se celebró el 27 de septiembre, para reunir a cada una de las clases, alumnos y profesores para ayudarnos en la redacción de la carta”, explica.
El presidente de la Delegación de Estudiantes opina que “se han superado los límites” y expone su argumento desde cuatro perspectivas: movilidad, residuos, gestión del agua y de la energía. “En esos cuatro pilares se han sobrepasado desde hace mucho tiempo porque ha habido un crecimiento exponencial durante los últimos 20 o 30 años que no ha sido controlado o planificado”, señala. Además, explica que en las sociedades “turistificadas” se consume “el triple de agua” y algo parecido sucede con la energía. También subraya la falta de una “gestión adecuada” de los residuos.
Debaten 30 años después de la Carta Mundial de Turismo Sostenible
“En movilidad, no tenemos un servicio de transporte eficiente”, resalta Mencey. En su opinión, la movilidad en la Isla se basa en el uso del vehículo privado y señala que Lanzarote cuenta con una de las ratios más altas de España de vehículos por habitante. Con los datos del año pasado, la Isla tiene un parque móvil de más de 144.600 vehículos y unos 163.500 habitantes.
“No hay una red de transporte público eficiente, nosotros mismos lo sufrimos en la Escuela de Turismo, que es además una reivindicación histórica de este centro”, señala Mencey. Tampoco se olvida del problema de la falta de viviendas. “No ha sido controlado o gestionado el alquiler vacacional de manera adecuada”.
En los últimos cinco años, Lanzarote ha pasado de 5.064 viviendas vacacionales con 24.414 plazas alojativas a 7.941 viviendas vacacionales y 36.065 camas, según la Encuesta de Alojamiento Turístico del Instituto Canario de Estadística (Istac). Es decir, es como si en el último lustro hubiesen salido al mercado el equivalente a ocho hoteles como el Barceló Playa Blanca, que se autodefinió como el establecimiento más grande de la Isla, con 1.400 camas. “Los crecimientos alojativos”, señala el portavoz de los estudiantes, “ya los hemos sobrepasado”.
Decrecer
El objetivo para el futuro de Lanzarote debería pasar por decrecer. Para ello, Mencey cree que “hay que establecer, sí o sí, una capacidad de carga” de la Isla. “No puede ser que tengamos una población residente de un poco más de 163.000 personas y tres millones de turistas al año”, destaca.
Un estudio del Centro de Datos que mide la presión humana en Lanzarote suma a la población residente un promedio de turistas de más de 81.700 visitantes al día en la Isla, lo que se traduce, al cierre del último año, en una densidad de población de 290 habitantes por kilómetro cuadrado. Hace una década era de 240 personas, y hace 20 años no se llegaba a 200 personas por kilómetro cuadrado.
“No necesitamos más turistas, necesitamos un turismo consciente y limitado”
Mencey insiste en que el decrecimiento se debe producir “en base a unos estudios previos sin intereses políticos” y establecer una capacidad de carga “adecuada a los recursos de los que disponemos”.
El profesor Pedro Hernández, que imparte Análisis y Planificación Turística del Territorio, va más allá y asegura que el decrecimiento es “un asunto de protección civil de los ciudadanos”. Además, tacha de “irresponsabilidad” que los responsables públicos “no entiendan el contexto en el que estamos”, en referencia a la “crisis energética y climática”, pero también al “régimen de guerra” que existe en diversos puntos del planeta.
El profesor recuerda que la pandemia supuso “un colapso del sistema” y se cuestiona las posibles consecuencias de la tensión bélica. “¿Van a seguir viniendo los turistas alemanes, ingleses, franceses o nórdicos?”, pregunta, al tiempo que insiste: “Estamos en un estado de guerra, les guste o no. Hay que decrecer para prepararnos para lo que venga, no solamente por la protección interna, desde el punto de vista ambiental o de calidad turística”.
Por su parte, Mencey señala que Lanzarote, al igual que Canarias, “no puede sustentarse únicamente del sector turístico, que depende del exterior y es muy frágil”, como se evidenció con la pandemia del Covid. Por tanto, añade, “debe haber un adecuado equilibrio entre sectores”.
Rodríguez destaca la necesidad de establecer una capacidad de carga insular
Aunque hallar una solución es una tarea “muy complicada”, opina que ha de realizarse “desde el consenso” y juntar a todos los agentes: la política, el empresariado, al mundo académico, que “muchas veces no se tiene en consideración”, y también a la ciudadanía en general.
En este sentido, al debatir en clase sobre el posible recorrido de la carta, los alumnos concluyeron lo importante que es cada acción individual. En el debate surgieron referencias al éxito de algunas manifestaciones, como las realizadas contra las prospecciones petrolíferas frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura en 2014. “Tiene que haber unión, que cada uno ponga de su parte. Las movilizaciones sociales sirven y mucho, y así se ha demostrado a lo largo de la historia”, concluye Mencey.
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Mencey Rodríguez.
Modelo
La carta firmada por la Delegación de Estudiantes de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote critica del modelo turístico actual la “saturación de los ecosistemas y sobreexplotación de recursos naturales, el aumento del empleo precario, la expulsión de comunidades locales, la gentrificación y la pérdida del tejido social, la dependencia económica insostenible de una sola industria vulnerable y volátil, y la mercantilización del territorio, debilitamiento de la autonomía y pérdida de control por parte de las comunidades locales”.
Por su parte, del actual modelo de Lanzarote recalcan el colapso ecológico, una “dependencia estructural” del turismo, la crisis habitacional, la fuga de ingresos, la pérdida del paisaje y del modelo de la Isla y una movilidad “insuficiente”.
Para los estudiantes, el turismo “debe estar al servicio del bien común de la Isla”, no del beneficio “de unos pocos”. También exponen la necesidad de “respetar la capacidad de carga” con el objetivo de “proteger los recursos naturales y garantizar derechos como la vivienda, el empleo digno y el acceso al agua”.
Abogan por un nuevo modelo turístico “enraizado en el territorio, respetuoso”
Señalan además que “el derecho a vivir en Lanzarote debe tener prioridad sobre el derecho a vacacionar en ella sin límites” y exponen que la participación de la ciudadanía “debe ser central y vinculante” en la planificación y gestión del turismo. Y resumen: “No necesitamos más turistas, necesitamos un turismo distinto: consciente, limitado, responsable y conectado con la realidad y la cultura local. No palabras, sino hechos”.
Entre las propuestas destacan el “decrecimiento turístico planificado” para reducir la carga turística en zonas saturadas y fijar límites ecológicos y sociales. En segundo lugar, señalan la “reapropiación comunitaria del modelo turístico”, fomentando proyectos gestionados localmente, cooperativas y turismo de base comunitaria.
Añaden la necesidad de una “regulación firme del mercado turístico” y, para ello, consideran que debe concretarse en la limitación del alquiler vacacional, poniendo así fin a la especulación y protegiendo el acceso a la vivienda.
Además, hacen hincapié en la diversificación económica, mediante el impulso de “alternativas económicas basadas en la agroecología, los cuidados, la cultura, la energía renovable y la economía social”. Concluyen, entre sus propuestas, con la “redistribución de los beneficios del turismo” y exponen la necesidad de “formación y educación crítica” para no idealizar el modelo turístico, “sino que lo cuestione desde una perspectiva ética, decolonial y feminista”.
“El derecho a vivir en la Isla debe tener prioridad sobre el derecho a vacacionar”
Como conclusión, los estudiantes invitan a sumarse a esta “expresión colectiva de voluntad política y social por la transformación”. También lanzan un llamado a construir “de forma colectiva” un nuevo modelo turístico “enraizado en el territorio, respetuoso con la vida y con los límites ecológicos de la isla, justo con sus habitantes y solidario con las generaciones futuras”.
Así, insisten en que hay tiempo y concluyen su carta con un potente mensaje: “Somos el presente y el futuro de esta tierra. No condicionen ni comprometan nuestro derecho a vivir con dignidad en nuestras Islas. No hipotequen nuestro mañana. Hablemos, debatamos ideas y construyamos juntas y juntos un futuro, por un turismo al servicio del territorio y de la vida”.














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