CULTURA

Belén Elvira, la mezzosoprano lanzaroteña que alza su voz en favor de los desaparecidos

La cantante lírica, hermana de Alberto Pérez, desaparecido hace 45 años, ha logrado prestigio mundial pisando escenarios como el Wigmore Hall de Londres

Foto: Manolo de la Hoz.
María José Lahora 0 COMENTARIOS 05/08/2018 - 09:29

La lanzaroteña Belén Elvira ha logrado fama mundial en su carrera como mezzosoprano. Sin embargo, en la Isla es más conocida por ser la hermana y portavoz de la familia de Alberto Pérez, el joven que desapareció en San Bartolomé hace ya 45 años. Las sombras continúan revoloteando sobre este suceso que conmocionó a Lanzarote: Alberto tenía sólo 13 años. Belén decidió hacer uso de su potente voz en favor no sólo de su familia sino de tantas otras que sufren la ausencia en extrañas circunstancias de un ser querido.

Colabora con la plataforma ‘Quién sabe dónde’ del periodista Paco Lobatón y se ha unido a la causa para reclamar que los trámites para declarar como fallecidas a estas personas de las que nunca más se volvió a saber dejen de suponer una carga añadida para las familias. Ahora los trámites burocráticos suponen un esfuerzo atroz, por el recuerdo, y un coste económico que muchas veces no se pueden costear.

La propia Belén ha tenido que hacer frente a la ardua tarea de la publicación en el boletín oficial del fallecimiento de su hermano este mismo año, tras la pérdida de su padre y como primogénito legítimo heredero, lo que supone una traba para actualizar la documentación familiar. “Lo peor es el trámite burocrático”, explica. Además de atravesar la pérdida de un familiar, “encima tienes que encargarte de publicarlo, cuando lo justo sería que se ocupase el departamento de Justicia”. Aunque ella no tiene problema para desenvolverse, comprende que muchas familias “no tienen porqué saber de estos temas, además del coste que supone”.

“Mi padre se fue con la esperanza de que algún día su hijo apareciera por la puerta, esa fue la imagen más dura”. Belén y su familia viven con el recuerdo de Alberto, y con el consuelo de plataformas como la dirigida por Paco Lobatón, que tras su labor periodística ha seguido fomentando la búsqueda en su vertiente más humana. “Hace una labor psicológica con los familiares de las personas desaparecidas”. Belén tuvo la oportunidad de participar hace dos años en un encuentro en el que se reunieron los abuelos de Yéremi Vargas, junto a la hermana de Borja Lázaro, desaparecido en Colombia. “Fue muy emotivo y nos permite hablar para sobrellevar esta ausencia”.

“Mi padre se fue con la esperanza de que algún día su hijo apareciera por la puerta, esa fue la imagen más dura”. Belén y su familia viven con el recuerdo de Alberto

La desaparición de Alberto se produjo en una época en la que tampoco existían los medios que hay en la actualidad para resolver estos casos. Cuando desapareció, no había prácticamente transporte aéreo y apenas un barco semanal. El rastreo hubiera sido distinto, entiende Belén, que recuerda los recursos desplegados en un caso reciente, como el de Diana Quer. Belén ha sufrido los daños colaterales de la ausencia de Alberto, especialmente la tristeza de una madre. “El fallecimiento de un hijo es doloroso, pero tienes la posibilidad de un periodo de duelo. Sin embargo, cuando es un desaparecido y pasan los años, mantienes la esperanza de que llamen en la puerta y la ilusión por que te comuniquen que está vivo”, señala.

“Mi padre solía decir: ‘Si hoy me dicen que está vivo y es que ni le pregunto dónde ha estado, ni quién se lo llevó’”, recuerda. El no poder cerrar ese capítulo de sus vidas, es la situación de la familia Pérez Elvira. Belén dice que lo ha vivido como una “espectadora de una triste novela”. Pero quizá el hecho de compartir esa vivencia con la familia le ha llevado a tener una mayor sensibilidad por la música. “De hecho, si tuviese que cantar ciertos roles se me haría muy duro”.

Así, explica el caso de la ópera de Puccini ‘Sour Angelica’ que escenificó recientemente en Galicia y cuya protagonista, interpretada por la soprano Beatriz Díaz, vive la noticia de la pérdida de un hijo. “Menos mal que en ese momento yo no estoy en escena”, comenta. Belén pone su voz al servicio del personaje de la tía Principesa y es la encargada de notificar esa triste noticia.

La mezzosoprano lanzaroteña también ofreció un concierto en el II Ciclo de Lied de Zaragoza con motivo del Día de las Personas Desaparecidas, el pasado 11 de marzo, en el que estuvo acompañada de su marido, el pianista Juan Antonio Álvarez Parejo, con una obra de Mahler, ‘Las canciones a los niños muertos’ sobre los textos de Rückert, que sufrieron la pérdida de sus respectivos hijos. El recital coincidió con el día en el que apareció el pequeño Gabriel. “Fue uno los momentos más difíciles de mi carrera, porque la música muchas veces dice con acordes lo que no se puede expresar con palabras”.

Ha hecho paradas por los escenarios canarios y lleva varias temporadas acudiendo a la temporada de ópera de Las Palmas de Gran Canaria

Asegura que ese sentimiento ni siquiera se puede equiparar al gran momento vivido en el Wigmore Hall de Londres: “Salir de un pueblo de una Isla pequeña y de repente verte en ese mítico escenario, por el que pasaron grandes figuras como Plácido Domingo o Barenboim”. A través de un pequeño espejo pudo también verse reflejada en esas paredes y se dijo: “Fíjate aquí está Elvira, la hija de Alberto y María”.

Mientras lo rememora sonríe sobre uno de los “momentos más emocionantes” de su carrera. Al evocar aquel episodio y recordar sus raíces, de las que se siente muy orgullosa, Belén lanza un reproche: “Que no se hiciera mención desde Lanzarote de que estaba en una de las salas más importantes del mundo y además acompañada del tenor tinerfeño Jorge de León, también de familia lanzaroteña, con un abuelo que fue uno de los grandes del folclore de la Isla”.

La artista presume de sus orígenes allá donde va: “Llevo 23 años en Madrid pero sigo diciendo guagua, celebro el Día de Canarias… Estoy muy orgullosa de mi tierra”. Belén destaca que la falta de teatros idóneos para la ópera hace difícil que se puedan representar grandes espectáculos. “Hay carencias y, si no ofreces estas representaciones a la población, la gente no puede demandar lo que no conoce”.

Curiosamente, señala que en su reciente concierto en la Casa de Cultura Agustín de la Hoz de Arrecife hubo más de uno que se sorprendió al enterarse que se trataba de una vecina de San Bartolomé, a pesar de haber actuado en el teatro municipal y haber sido pregonera de las fiestas de su pueblo.

En su trayectoria también hay paradas por los escenarios canarios y lleva varias temporadas acudiendo a la temporada de ópera de Las Palmas de Gran Canaria. Uno de los papeles principales a los que tiene cariño es el de la mezzasoprano de la Fuerza del Destino. Pero con la obra con la que se siente más identificada es ‘Cavalleria Rusticana’ de Pietro Mascagni, con la que inauguró el Teatro de Puerto de Santa María en 2008.

La trama transcurre en un pequeño pueblo siciliano en el que la protagonista, atormentada por el dolor del amor, sale a la calle en su busca. “Tanto la música como la escenografía me recuerda lo que pudo ser ver a mi madre tras la desaparición de mi hermano echarse a las calles en busca de su hijo”. Para poner en antecedentes a los que desconocen esta ópera, Belén recuerda que el intermezzo es la música que se escucha en la película El Padrino.

“Yo nací artista”

Belén asegura que fue la casualidad la que le llevó a convertirse en artista, reconocida más fuera que dentro de su tierra. Desde pequeña actuaba en los festivales de la canción, organizados por la orquesta Los Jarvac y presentados por el locutor Francisco José Navarro, con los que recorría todos los pueblos. Su carrera como cantante le ofrecía una vía de escape a la tristeza que rodeaba a su familia y cuya sinopsis sería la siguiente: “Soy la pequeña de seis hermanos, mis padres pierden a su primogénito de forma desconocida. Viven un trauma gigantesco, con lo que los demás hijos sufren, en definitiva, el reflejo de una familia desestructurada por el dolor”.

“Yo nací artista. Siempre me he sentido artista desde que nací, me gustaba bailar, cantar, escribir… Me apuntaba a todo lo que se organizaba en la Isla”. Así, recuerda que a modo de micrófono agarraba el tronco de una cebolla y se ponía a cantar en el patio canario de la Casa Cerdeña, su particular escenario en el que los ventanales hacían de amplificador. Por entonces, tocaba todos los palos que se le ponían a su alcance, formaba parte de un grupo folclórico, cantaba con la orquesta y participaba en el cuerpo de baile.

Con estos antecedentes en la canción pasó a los estudios del conservatorio al cumplir la mayoría de edad. “Yo empecé tarde a formarme de forma lírica”, señala. Ahí conoció a Pepe Artiles, con el que formó un dúo ensamble que actuaba principalmente en ceremonias. Fue en esa época, recuerda, cuando a “unos alemanes les gusta tanto lo que hacemos que nos proponen ir a Alemania a cantar”, aunque ya se había comprometido para ir a estudiar al Conservatorio de Guadalajara con el pianista de Montserrat Caballé y una gran cantante, Ángeles Chamorro.

Y así fue como comenzó su carrera profesional en la vertiente lírica, que completó en la ciudad italiana de Treviso, que le puso en el camino para actuar en “Londres, Verona y a compartir proyectos con Plácido Domingo”. Aún así, regresa siempre que puede a la Isla que la vio nacer, junto a su familia de San Bartolomé.

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