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Ascensión Robayna y la visión romántica de la viticultura

“Un error que comete un agricultor ecológico es que quiere recetas para adentrarse en el empleo de esos nuevos productos, pero sin tener en cuenta las características de la tierra”, destaca

Foto: Manolo de la Hoz.
M.J. Lahora 1 COMENTARIOS 11/05/2018 - 07:08

Ascensión Robayna forma parte, junto a otros cuatros socios, de Ecoagro San Bartolomé, que dispone de una superficie cercana a las 20 hectáreas. Economista de profesión, hace una década tuvo que hacer frente a la herencia familiar de la viña, pero con la premisa de que quería volver a practicar la agricultura tradicional, que no convencional. Su percepción de la agricultura va más allá del cultivo ecológico. Una dedicación que le hace “muy feliz”. La pasión por la tierra y responder a sus cuidados con los propios recursos que ofrece son las claves de esta viticultura. “El vino produce una emoción y hay que informar al pensamiento de que ese sentimiento te conciencie de qué es lo que tiene que hacer para su tratamiento. Ahondar en ese sentimiento de todos conmovidos con la tierra”. Un compromiso que, a su juicio, “debe ir más allá”.

Ante un paisaje de parras centenarias, Ascensión habla de biodiversidad y de mantener los equilibrios. La aparición de una flora en esos márgenes, que para otros podría ser señal de un estado de abandono, en su caso explica que si las hace desaparecer tiene que prescindir también de las mariquitas, sarantontones, que ayudan a acabar con la cochinilla. “Establezco un cierto equilibrio en la tierra”. Esa biodiversidad la mantiene también con la existencia de árboles frutales. Asegura que las parras responden a estos cuidados y niega que suponga una menor producción, cuando en cambio se mejora la calidad de la cosecha. Explica que hacer una finca nueva es desproveerla de esos árboles y que la viña no deja de ser un artificio humano. También considera “muy interesante que vengan los polinizadores”. Me interesa que los márgenes de la carretera sigan contando con esas plantas que otros ven como un signo de descuido y mantengo islas donde todo lo que sale está ahí permanentemente. Cuando habla de la fertilidad de la tierra señala que, frente a los nuevos métodos que salinizan la tierra, ellos fabrican su propio compost para fertilizarla cada dos años, aunque sería conveniente que fuera cada año. Ese compost es interesante porque no incrementa demasiado el nitrógeno.

Su práctica se basa en el método ‘prueba-error’ y en la observación. “Lo que hacemos es prevenir más que curar”. Pone un ejemplo coincidiendo con la visita a primera hora de la mañana de Diario de Lanzarote a su finca: “En un día de lluvia como hoy y una temperatura de 12 grados, con lo mojada que está la hoja y sin viento, si aumentase la temperatura tendríamos todas las características para incrementar los hongos. Sin embargo, con la ventonita detraemos la humedad, que seca y endurece la hoja”. También habla de los cambios climáticos con los que ha podido comprobar la aparición de olas de calor a destiempo y que originan también que se perturbe el normal crecimiento de los cultivos. Recuerda de sus inicios al frente de los terrenos familiares que su madre le comentaba lo mal que veía la vecina que dejase las hierbas de los márgenes. Intentó explicarle que era una cuestión de biodiversidad. “Vale, pero quita las hierbas”, le contestó su madre. En cuanto a otro caso que podría generar polémica, el de mantener las crisopas -el temido mosquito verde- en su entorno, explica: “Son beneficiosas para las viñas, son voraces de cochinillas”. Considera que esta aprehensión del agricultor a convivir con la flora, insectos y polinizadores proviene de una carencia de formación entre el sector que debería fomentarse, adaptada a las necesidades de la Isla. La propia Ascensión invita a los vecinos de la zona a comprobar in situ los métodos que aplica e incluso se ofrece a ayudarles con el control de sus viñas.

“Un error que comete un agricultor ecológico es que quiere recetas” para adentrarse en el empleo de esos nuevos productos, pero sin tener en cuenta las características de la tierra. “Y aquí la convivencia con la planta es de otra manera”, señala. Así, rememora el año que perdieron la cosecha entera. “Por las prisas y el miedo”, entiende. Dejaron que les prescribieran unos líquidos de silicio con los que, al final, lo que consiguieron es que unas pocas manchas en las hojas se extendieron en horas. “Las prescripciones desde fuera no dan los resultados esperados”. El resto de socios de Ecoagro lo llevó de una manera distinta, pero ella lloró en un rincón. Desde entonces, “lo que hacemos es observar, prevenir. Ver qué necesita la tierra, parece muy romántico, pero es la verdad. Es paciencia”, enfatiza.

En su finca de viñas centenarias cuenta con una parra testigo, que es la primera donde observa la posible evolución de una enfermedad de la planta. “Al comienzo venía todo el día, era una especie de militancia y ahora ya he conseguido realizar esta labor con racionalidad”. Al respecto, explica que “la agricultura ecológica es menos costosa desde el punto de vista monetario, pero requiere más dedicación y coste de tiempo desde el punto de vista humano”. “En mi casa produzco la uva como mis antepasados. Mi padre empezó a coquetear con esta fórmula porque pensó que era innovar”, en los años sesenta, explica orgullosa. Después su hermano comenzó con la agricultura de su época, la convencional, que Ascensión considera como “una carrera sin sentido”.

A las féminas de su familia las enviaron a estudiar fuera a todas, “para que no dependiéramos de ningún hombre y ni mirásemos la tierra”, porque su madre considera que era lo que quedaba como última opción, comenta. Tras el posterior fallecimiento de su hermano, ella se hizo cargo de la viña y desde ese momento impone sus condiciones. “Volvería a cultivar la tierra como mis antepasados”. Considera que el privilegio de vivir y trabajar la viña en Lanzarote lo merece y recuerda que ya son 25 años los que cumple como Reserva de la Biosfera. Comenta el caso del enólogo que, cuando supo que se dedicaba a la agricultura ecológica, le dijo que esa era una opción del futuro y ni corta ni perezosa le contestó: “Pero si yo vivo en el presente, no me voy a materializar en el futuro”, ríe. Ascensión es sin duda una mujer de su presente que gracias a la sabiduría de su pasado y unos férreos principios está desarrollando lo que otros consideran “una opción de futuro” sin valorar que a día de hoy está a su alcance y más cerca de lo que creen.

Revulsivo

De su paso por el Consejo regulador de la denominación de origen Vinos de Lanzarote recuerda que quería ser un revulsivo. Ahora, con perspectiva y en términos personales, considera que “no estuvo mal”. “Me dio una visión muy acertada de lo que era todo el mercado: viticultores, bodegueros… y en qué situación real se encuentra el sector”. Lo ve como un tiempo de aprendizaje en el que ella misma quiso impulsar propuestas, como que los agricultores llevasen un libro de campo, fomentar las reuniones entre los implicados e incrementar la presencia en segmentos del mercado que exigen una mayor calidad de los caldos, lo que supondría una mayor remuneración tanto para el viticultor como para el bodeguero. Confía en que su participación haya servido para mejorar el sector.

En la última cosecha, Ecoagro San Bartolomé recogió en torno a 27.000 kilos de uva. Al respecto, explica que con una viña vieja los rendimientos son menores. El 60 por ciento de las 20 hectáreas de extensión produce malvasía volcánica. Sobre el debate en torno a si esta nomenclatura no será un producto más de marketing, explica que la denominación proviene de cuando “los palmeros, en un momento determinado, dijeron que la malvasía era la suya y se realizaron unos estudios genéticos y, al final, los palmeros fueron a por lana y salieron trasquilados, porque se descubrió que su variedad está emparentada con otras de la península”. “Sin embargo”, explica, “nosotros tenemos  una variedad que es única y como estamos en el volcán la llamamos malvasía volcánica”. Es la estrella de la producción: cree que a esa variedad, al ser “única”, habría que fomentarla pero, siguiendo con un símil cinematográfico, sin olvidar a los grandes actores del reparto, como la diego o la listán blanco, entre otras grandes ‘estrellas’ que deberían contar con sus propios galardones.

Comentarios

gran labor, felicidades, muy interesante lo que publica en su instagram

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