CULTURA

Agustín Espinosa como primer constructor del paisaje de Lanzarote

César Manrique siempre mostró su admiración por la figura y la obra del autor de ‘Lancelot 28º-7º’

José Ramón Betancort y Roberto García de Mesa, durante la conferencia ‘Lancelot 28º-7º. Guía integral de una isla atlántica’. Foto: Manolo de la Hoz.
Saúl García 2 COMENTARIOS 18/02/2019 - 06:16

La facción surrealista de Tenerife. Agustín Espinosa y Lanzarote es el título de la primera conferencia del ciclo Manrique 100, organizado por el Cabildo, con motivo del centenario del nacimiento del artista. Habrá una conferencia al mes.

Sobre la primera parte del título es la conferencia de Roberto García de Mesa, responsable, entre otras muchas cosas, de la reedición del libro de Domingo Pérez Minik, que se ocupó de aquel movimiento literario. Minik publicó el libro en 1975 y argumentaba que enmendaba una injusticia porque el surrealismo de Tenerife, con autores como Agustín Espinosa, Pedro García Cabrera o Domingo López Torres, fue el único de esas características que hubo en España, ya que la Generación del 27 no fue surrealista.

La publicación del libro por parte de Tusquets también fue posible gracias al interés de su editora, Beatriz de Moura, que supo de la existencia de estos autores, paradójicamente, en San Francisco y a través de Lawrence Ferlinghetti, poeta, escritor y periodista de la Generación Beat que le preguntó qué sabía de esos poetas de Tenerife “de los que tanto había oído hablar”.

García de Mesa señaló que actualmente se usa en exceso la palabra surrealista, aplicada a todo lo raro, pero que el surrealismo, a pesar de los intentos de desprestigiarlo, fue, más que un movimiento literario, una forma de vida o un espacio moral. “Se les temía más que a los anarquistas -señaló-, hoy no tendrían cabida porque aspiraban a la libertad total”. Habló del surrealismo como una gran investigación sobre el ser humano, una reflexión sobre el tiempo y una ruptura hacia lo que existía hasta entonces en Occidente, pero que, como tantas cosas, acabó siendo absorbido por el propio sistema, convertido en un producto.

García de Mesa afirmó que el pintor Óscar Domínguez tuvo gran influencia en André Breton, el padre del surrealismo, que a su vez llegó a Tenerife en los años 30 desde París con 77 obras para la famosa exposición surrealista. Esa conexión, el contacto directo con París, es clave para que se desarrolle el surrealisimo en la Isla.

Para José Ramón Betancort, que se encargó de la segunda parte del título de la conferencia Lancelot 28º-7º. Guía integral de una isla atlántica, la obra de Agustín Espinosa, es la piedra angular para explicar el tránsito a la contemporaneidad. Espinosa llegó a Arrecife en 1928, como primer comisario regio del Instituto de Secundaria. Había hecho su tesis sobre Clavijo y Fajardo y a su figura dedicó la conferencia inaugural del instituto, aunque en un tono que pareció burlesco.

Betancort habló de las tres vertientes de las vanguardia en Canarias: la facción surrealista de Tenerife, la Escuela Luján Pérez en Gran Canaria y la conexión entre Pancho Lasso y la Escuela de Vallecas. Señaló que Lasso hizo que César Manrique se decantara por estudiar Bellas Artes y por ellos el artista conoció las vanguardias, no a través de Tenerife o Gran Canaria, sino a través de Madrid, por el escultor lanzaroteño. Según Betancort, en los años 20 y 30, “Canarias estaba a la misma hora cultural que París”.

Agustín Espinosa quería romper con lo establecido, volver a la esencia, y para eso construye un discurso poético. “No hay nada anterior que le interese y rompe con todo” y entonces inventa una mitología sumada a una geografía: el caballero Lancelot y la isla de Lanzarote. ¿Y dónde pervive el legado de Agustín Espinosa?, se preguntó Betancort. El escritor había muerto en 1939, después de ser destituido como catedrático y enviado a La Palma. Quedó olvidado hasta que, en los años sesenta, Alfonso Armas Ayala edita un libro, Espinosa, cazador de mitos, que pasa desapercibido.

Para José Ramón Betancort, 'Lancelot 28º-7º. Guía integral de una isla atlántica', la obra de Agustín Espinosa, “es la piedra angular para explicar el tránsito a la contemporaneidad”

El siguiente en reivindicarlo es César Manrique, que convence al Cabildo de Lanzarote para publicar Lancelot con una portada “ingenua”. Además, en 1974 en la exposición, junto a Dámaso, con la que inauguró El Almacén, el tema escogido por Manrique es el libro de Espinosa. Ese mismo año, cuando edita su libro Lanzarote, arquitectura inédita incluye a Espinosa como si fuera uno de los autores y como si siguiera vivo.

Cinco años más tarde, en un homenaje que se hace al escritor en la Casa Colón de Las Palmas de Gran Canaria, aprovecha para pedir que se ponga su nombre al Instituto de Secundaria, tal y como se hizo después. La librería que se abrió en El Almaceń primero se llamó García Lorca, pero, tras su reforma, cuando se vuelve a abrir, se llamó Agustín Espinosa.

Otra relación más: en 1986, Manrique lleva a la Feria Arco a tres pintores de la Isla: Matallana, Gopar y Tayó, y hace un folleto relacionado con Espinosa. “Lo que nos está diciendo -señaló Betancort- es que le debe mucho a Espinosa como primer constructor del paisaje de Lanzarote. Manrique no esconde su admiración por él”.

Comentarios

¡¡ De repente, los " manriqueños " quieren vender la hipocrecía que César intercambió idea con el profesor de Los Realejos ¡¡. // Sería el colmo //.
Cuca gorda

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