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8M: la batalla diaria de las mujeres

Mela se convirtió en cocinera sin proponérselo, a María José no le ha asustado probar nuevos trabajos, Estefanía es entrenadora personal y Jessica se prepara para ser enfermera

María José Rubio/Rubén Montelongo 0 COMENTARIOS 08/03/2023 - 07:08

Mela Cáceres: cocinera de El Obrero, día a día entre fogones

A sus 54 años, Manuela o, como todo el mundo la conoce, Mela, trabaja en el mítico bar El Obrero, que bien podría llamarse La Obrera, por el elenco de mujeres que lo trabajan y sustentan cada día. Mela empezó a trabajar con 13 años para ayudar en casa, justo cuando iba a matricularse en el instituto. Su primer empleo fue en un supermercado de barrio hasta los 25. Más tarde, fue cocinera en otro restaurante cuyo nombre está arraigado en la memoria: Mandingo. “Mi hermana montó el restaurante y fui a trabajar con ella, pero la verdad es que nunca pensé en ser cocinera”, comenta con sinceridad.

Mela se define como “cocinera de la vieja escuela”. Empezó viendo lo que hacían su abuela y su hermana, y ha aprendido a base de mucha práctica. Se fijaba en recetas pero, “añadiéndole” su “toque propio”, comparte. Su profesión de cocinera, muy exigente, le compensa cuando los clientes le felicitan por los platos.

-¿Es una profesión de hombres o de mujeres?

-Por igual. La cocina es tanto de hombres como de mujeres. Si unos tienen más formación, otros tienen más experiencia-, dice.

Y es que la experiencia es un grado. “Nosotros hemos dado de comer a la clase trabajadora y seguimos haciéndolo”, resalta Mela. También cuenta cómo, gracias a su madre, sacó adelante a su hija, porque en aquel entonces, por ejemplo, “no existían los meses de maternidad” de los que ahora se disfrutan.

Con todo, según Mela, “los jóvenes ahora lo tienen más difícil”. “Hoy lo tienen más complicado porque, aunque antes los derechos laborales no se miraban, lo que ganabas te daba para vivir”, señala. Dice que una mujer joven, entre la guardería, el alquiler de una casa, la alimentación y otros gastos, no lo tiene nada fácil para salir adelante sin muchos sacrificios.

“Sí es verdad que algo ha evolucionado la situación de la mujer, pero también es cierto que la mujer tiene un estigma que no hay quién se lo quite, de trabajo, casa e hijos”, enfatiza. “Siempre la mujer tiene más cargas”, sintetiza.

María José Martín: vendedora de la ONCE que reparte “millones” de sonrisas

A sus más de 50 años, María José Martín se ha desempeñado en muchos trabajos a lo largo de su vida. Desde hace cinco años es vendedora de la ONCE y se siente muy orgullosa de ello.

Desde muy joven supo lo que era ganarse la vida. A los 17 trabajaba en una peletería en Madrid. “Muchas veces se trabajaba sin contratar, ya que antes eso no se hacía”, cuenta. También fue secretaria, teleoperadora y vendió seguros puerta a puerta.

Natural de Madrid, vino de vacaciones a Lanzarote, se enamoró y se quedó. En la Isla lleva ya 20 años. También fue conductora de guaguas. “Tenía un máster conduciendo”, relata con gracia, ya que viajaba de Madrid a San Sebastián de los Reyes innumerables veces. Se sacó el carnet y trabajó de chófer. En Lanzarote fue conductora de guaguas, en una época en la que ya se veían mujeres en esa profesión.

María José es una mujer “echada para adelante”, como ella se define. Un ejemplo que lo demuestra: un día, caminando por la calle, se encontró un cartel que decía que en un negocio necesitaban camarera. Allí se plantó y empezó a trabajar “aunque nunca antes había puesto una caña”, enfatiza. Actualmente trabaja “en la mejor empresa del mundo”, dice. “Nos tratan muy bien, nos ponen muchas facilidades y nos ayudan mucho”, recalca. “La gente que compra el cupón colabora con la obra social que realiza la ONCE”, destaca.

María José está los sábados en Arrecife, por la zona de los restaurantes en el Charco de San Ginés, al mediodía. También en la calle Real, haciendo una sustitución en el kiosco. “Y de martes a viernes estoy en el Deiland, haciendo sustitución por las mañanas”, explica. Lo que más vende es el cupón diario, “aunque si hay extranjeros, ellos compran mucho el rasca en la calle Real”, comenta. También el Eurojackpot se vende mucho.

Para María José, conmemorar el Día Internacional de la Mujer, antes Día de la Mujer Trabajadora, es importante. “La figura de la mujer ha evolucionado, aunque por muchos estudios, o formación que tenga, en sueldo estamos aún en desigualdad”, comparte.

Fue madre muy joven y, para compaginar el trabajo y la crianza, su madre fue un apoyo fundamental para llevar, recoger o dar de comer a su hijo, ya que ella trabajaba de siete a 16 horas. Sin embargo, destaca que hoy en día ese papel también ha variado: “De aquellas antiguas abuelas cuidadoras no hay muchas, ya que muchas aún trabajan”.

Estefanía Martínez: entrenadora personal de “alérgicas al deporte”

Pese a que su acento pueda llegar a confundir, Estefanía Martínez Segura nació en Arrecife hace 27 años, aunque su familia “es de fuera”, en concreto de Albacete. En la actualidad reside en el municipio de Tías y es entrenadora personal. Da clases de pilates y entrenamiento personal en la Sociedad de San Bartolomé y, como no dispone aún de espacio propio, una parte de los entrenamientos los hace online y otra parte a domicilio.

Se ha dedicado a esto “desde siempre” pues, tras finalizar bachillerato, decidió estudiar el ciclo superior de actividades físicas en el instituto Blas Cabrera Felipe. “No tenía las notas en la mano y ya tenía contrato”, recuerda Martínez, y eso con tan solo 20 años.

Sin embargo, la pandemia supuso un duro golpe para los gimnasios, que no tardaron en cerrar y fue entonces cuando emprendió su camino por libre. Sus clases son en grupos reducidos para que sea “lo más personal posible”. Un perfil que ella define a modo de broma como “alérgicas al deporte”. La usuaria de más edad a la que Estefanía ha entrenado tiene 83 años. “Tú a esa señora, por norma general, no la vas a ver en un gimnasio”, indica.

Aunque entre sus clientes también se encuentra gente que ha empezado a hacer actividad física debido a una lesión, como puede ser “una hernia que les ha limitado el movimiento” o “una persona con una lesión que ya no tiene, pero que sí conserva el miedo”. En resumen, “un perfil muy flojo, que aún está empezando”, señala.

De cara al futuro, Estefanía tiene claro que no se quiere mover de la Isla, aunque eso puede llegar a ser un hándicap en su formación, “pero en cuanto a calidad de vida no cambio esto por nada”. De momento, se sigue formando en los nuevos avances que van apareciendo sobre nutrición y deporte. Si se le pregunta por su futuro laboral, el objetivo de esta entrenadora personal es disponer de un espacio propio para recuperar a la gente “que he tenido que dejar en la estacada”, sentencia.

Jessica García: de profesional en seguridad informática a futura enfermera

Jessica García Rodríguez, de 35 años, es técnica de Farmacia y llegó a Lanzarote hace 10 años desde Cuba con su madre y su hermana. Dejó atrás su vida en la isla caribeña, donde se dedicaba a una profesión completamente diferente. En la actualidad vive en Playa Honda, aunque ha residido en la capital de la Isla durante siete años.

Jessica recuerda que los inicios fueros muy sacrificados. Cuando llegó a Lanzarote comenzó a trabajar como dependienta en una tienda de Puerto del Carmen mientras que, con el fin de ayudar a su madre, estudiaba el ciclo de técnico en Farmacia después de que le homologaran el que tenía como informática en su Cuba natal. “Fue un sacrificio porque es presencial, todos los días había que ir, pero mereció la pena”, asegura sobre cómo tenía que apañárselas.

Actualmente trabaja en la farmacia ubicada en San Francisco Javier, donde lleva ya seis años tras finalizar sus prácticas precisamente en el mismo establecimiento. Sin embargo, ella siempre quiso ser informática y de hecho ejercía como tal. Jessica se dedicaba a la seguridad informática en Cuba, pero cuando llegó a Lanzarote “algo cambió” y se interesó por una rama completamente distinta a la que ejercía.

La técnico en Farmacia acaba de terminar recientemente también el ciclo superior de laboratorio químico y biomédico y se encuentra preparando ya la EBAU de este mismo año. Se presentará a las asignaturas de Biología y Química con el objetivo de cumplir su sueño: ser universitaria y estudiar Enfermería en Lanzarote. Toda una demostración de que cumplir años no es un impedimento para evolucionar académica y profesionalmente. “No me quiero mover de aquí. Adoro la Isla, gracias a Dios he tenido la oportunidad de viajar y no hay un sitio igual, es el paraíso”.

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