Hay casi 10.000 neumáticos en la Isla que han dejado de dar vueltas y se han convertido al sedentarismo tras su jubilación. Algunos están amontonados, sin orden ni función, y otros se dedican ahora al sector agrícola para evitar el paso del viento o de los depredadores. Pero tienen los días contados.

El Área de Medio Ambiente del Cabildo de Lanzarote encargó un estudio sobre esas ruedas en 2019 y ahora va a iniciar su retirada, con un presupuesto de algo más de 50.000 euros que vienen de los fondos Fdcan.

El informe, del arquitecto técnico Zivanzui Saavedra, contabiliza el número y lugar de los neumáticos con bastante precisión. Se retirarán los neumáticos de cuatro municipios. En Teguise solo se han detectado 50, todos en Tahíche, mientras que en Yaiza hay unos 350.

Son los municipios de Haría y Tinajo los que concentran la mayor parte de esta plaga: casi 4.800 en Tinajo, de los que 3.500 están en La Vegueta y más de 4.300 en Haría, muy repartidos: casi 1.000 en Órzola, 1.300 en Máguez y cerca del millar en varios puntos de Mala.

La retirada se alargará durante el plazo de un mes, desde que se inicie, y los neumáticos se llevarán a un centro de clasificación y reciclaje.

Los puntos exactos donde se han hallado neumáticos son: El Cuchillo, La Vegueta, Chibusque, dos zonas de Mancha Blanca, tres de Tenésar y cuatro del centro de visitantes de Timanfaya, todos ellos en Tinajo. En Haría se han detectado en el Volcán de la Corona, Haría, Órzola, Tabayesco, Máguez, tres zonas en Mala y cuatro en Guinate.

En Yaiza se encuentran en Uga y en Diama. Algunas de estas zonas están dentro de espacios protegidos incluidos en la Red Natura 2000, como el Monumento Natural de La Corona, Parque Natural de Los Volcanes, Paisaje Protegido de La Geria o la zona de protección de aves de Los Llanos de La Corona y Tegala Grande.

La normativa vigente en la isla de Lanzarote prohíbe “el vertido de residuos orgánico e inorgánicos en toda la Isla excepto en los lugares destinados para ello”, tanto en los espacios protegidos como en los que no lo están.

Por otra parte, no hace falta aprobar un estudio de impacto ambiental para esta iniciativa, puesto que se considera que esta actividad no solo no perjudica, sino que beneficia al espacio.

El informe asegura que “la reutilización o reciclado de neumáticos en desuso constituye en la actualidad un tema de gran relevancia, dados los graves problemas medioambientales que el descontrol de estos residuos puede ocasionar”.

“La recogida de neumáticos en la isla de Lanzarote se hace necesaria en aras de evitar el impacto ambiental que produce su abandono en la naturaleza, así como la oportunidad que ofrece el poder aprovechar sus materiales para multitud de aplicaciones o el ahorro que su reciclaje supone en utilización de materias primas, recursos naturales y energía en la fabricación de nuevos productos”, asegura el estudio.

Para fabricar un solo neumático hace falta medio barril de petróleo crudo, por lo que si éste no es gestionado de la manera adecuada una vez agotada su vida útil, puede ocasionar contaminación ambiental si llega a formar parte de vertederos incontrolados.

Algunos están amontonados, sin orden ni función, y otros se dedican al sector agrícola

En muchas ocasiones se opta por quemar los neumáticos, lo que provoca la emisión de gases con alto contenido en partículas nocivas que puede causar serios problemas medioambientales.

Su almacenamiento también puede causar igualmente daños irreversibles en el medio, debido a problemas de estabilidad por causa de la degradación química parcial que surge del propio proceso de almacenaje y que, en vertederos, puede constituir problemas de seguridad en el vaso de vertidos.

El informe revela que “aunque en la actualidad existen métodos para recuperar o eliminar componentes contaminantes de estas gomas de vehículos y maquinarias, pocas son las empresas que se dedican a ello y escasas también las políticas de gestión ambiental que contribuyan a un reciclado responsable de este residuo tóxico”.

Existen varios métodos de recuperación de neumáticos o de eliminación de sus componentes contaminantes. Se pueden convertir en energía eléctrica para la propia planta de reciclaje o para la industria cementera, o bien servir como rellenos de césped artificial, suelos de seguridad y parques infantiles, suelas de calzado, fabricación de piezas de caucho, barreras de protección en circuitos de seguridad, relleno ligero de terraplenes o construcción de taludes.