MIGRACIONES

“Gritábamos y ya no respondían, las voces se iban apagando”

Siete de los vecinos de Órzola que participaron en el rescate de la patera en la que fallecieron ocho jóvenes migrantes cuentan cómo fue el dramático suceso

Los vecinos de Órzola decidieron pasar la cuarentena en el Aula de la Natutaleza de Máguez. Fotos: Adriel Perdomo
Saúl García 0 COMENTARIOS 05/12/2020 - 07:54

Les ofrecieron ir a un hotel o guardar la cuarentena en casa pero decidieron “en caliente” pasarla todos juntos en el Aula de la Naturaleza de Máguez. “Lo mejor que hemos hecho es venir aquí todos juntos, esto es como una burbuja, pero cuando salgamos ya veremos”, dicen. También algún vecino pasó la cuarentena en su casa, como Miguel Ángel y Gerardo Vera o Norberto Montero. Fueron muchos los vecinos de Órzola que participaron en el rescate de la patera el pasado 24 de noviembre, unos en el agua y otros en tierra, echando una mano o aportando mantas, agua o linternas.

Los siete que guardaron la cuarentena en Máguez han pasado el tiempo jugando al ping pong, a las cartas, viendo la tele o mirando las estrellas. También se hacían la comida, “porque es mejor que el catering”. El primer martes de diciembre estaban preparando morena frita. Todos son vecinos de Órzola: Marcial Curbelo, Armando Tavío, Marcos Lemes, Jessey Ramírez, Iván Curbelo, Marcial Armas y Juan Jesús de León. Gracias a ellos, algunos de los jóvenes que llegaron en esa patera podrán contar que siguen vivos.

Lamentablemente, ocho de ellos no lo podrán decir. Las imágenes del rescate permanecerán en la memoria. En la colectiva y en la de cada uno. De momento, les ha visitado el psicólogo y se apoyan mutuamente. Tampoco pierden el buen humor. El martes del naufragio, algunos estaban esperando “por curiosidad” la llegada de una patera que trasladaban desde La Graciosa hasta el muelle. Y en ese momento se empezaron a oír gritos.

Marcial Curbelo fue el primero que los escuchó y fue hacia ellos. Echó a correr pero no se veía nada, “estaba todo oscuro”. Eran más de las siete y media de la tarde. La patera había chocado y creen que se viró por completo. Los 35 jóvenes que iban en la barca cayeron. Después de tres días encogidos, sin fuerzas y algunos sin saber nadar, no iban a llegar por su pie a la orilla. Fue en la zona del Charco de la Condesa. Algunos fueron llegando hacia las rocas y otros quedaron más allá de la escollera.

“Yo no vi la barca -dice Marcial-, era lo que menos me importaba”. Lo que sí vio fue a tres personas en una baja agarradas a una piedra. Sacó a los tres primeros y cree que pasaron diez minutos hasta que llegó más gente. “Lo único que sentí fueron los gritos y te tiras sin sentido, yo hacía pie pero ellos venían hechos polvo y no sabían nadar…”, dice.

Alguno de sus compañeros estaba tomando un cortado en el bar Puerto Nere y otros, como Marcos, estaban en casa. “Desde la ventana de mi casa escuché los gritos de Marcial”, cuenta. Armando se dio cuenta de que alguno de los náufragos estaba aún más lejos y fue hacia allá. “La capa de Superman te protege”, bromea. Pero uno de los que sacó ya estaba muerto.

Chalín tampoco se lo pensó: “Había cinco agarrados a una garrafa de agua pero ni podían agarrarse, se resbalaban”. Y los fue sacando. “Si no es por él, por lo menos dos se van al fondo”, dice Marcial. Marcos también se metió al agua. Se colocó debajo de uno de ellos, boca arriba, y lo giró hacia él. “Me vomitó encima”, dice. Pero salió.

A todos les llamó mucho la atención que los jóvenes no soltaban el bolso donde llevaban sus pertenencias y probablemente su pasaporte: “Se estaban ahogando y no soltaban el bolso”. Cuentan que también se tiraron al agua dos guardias civiles: Aythami y el cabo Miguel, y dos de Emerlan. Uno de ellos se llamaba Yeray y el otro no lo saben. Quieren que se les cite.

“Móntate en una patera o manda a tu hijo a cruzar el mar. Es mucha tristeza”

Igual que quieren dejar constancia de que las emergencias tardaron demasiado en llegar a pesar de que estaban en el muelle y que, cuando llegaron, no tenían material. “No había salvavidas ni había nada, pedíamos y no tenían nada”, cuentan. Y también insisten en que quieren que quede constancia de su agradecimiento, por el trato hacia ellos en el Aula, de la nueva alcaldesa de Haría, Chaxiraxi Niz, de la concejal Evelia García y del consejero Kiko Aparicio.

¿Cuánto duró el rescate? “Dos días y medio”, dicen. Se les hizo muy largo. “Una hora en el agua, seguro”, dice Armando, que encontró una forma de endulzar la tragedia, o de alejarla, mientras salían del agua. Cantaba la canción de los payasos de la tele: “¿Cómo están ustedes?” Y los chavales contestaban: “Bien”.

Marcial creyó que había niños o mujeres porque oyó unas voces muy finas, “pero es que algunos casi eran niños”. Uno, que sabía inglés, les dijo después que solo venían hombres. También les dijo que habían salido de Agadir, que había otros de otras ciudades y que llevaban tres días de travesía.

Cuando iban saliendo del agua se quedaban con ellos “para arroparlos” y seguían con la canción. “Seguíamos cantando pero es que los pibes venían hechos polvo, con el miedo en los ojos”, dicen. “Con las canciones les iba saliendo poco a poco una sonrisa”.

Y si el rescate empezó con gritos, también continuó con gritos aunque terminó con silencio. Como no se veía, gritaban. “Gritábamos ‘¡eh!’ y respondían ‘¡eh!’, y de repente gritábamos y ya no respondían”. “Eso fue lo más lamentable, gritábamos y no respondían, las voces se iban apagando”.

Algunos reconocen que les ha cambiado la percepción sobre la inmigración. Dicen que, históricamente, la relación con los de la otra orilla, no ha sido muy buena, “pero tenemos mucho en común”. “La gente dice muchas cosas pero hay que estar ahí”. “Móntate tú en la patera, con tus padres esperando a que llames, si es que llamas”. “Tienes un cincuenta por ciento de posibilidades de llegar vivo”. O bien: “Manda a un hijo tuyo de 15 años a cruzar el mar, es mucha tristeza”, resumen.

TRAGEDIAS EN LA COSTA DE LANZAROTE

El 15 de febrero de 2009, una patera zozobró en la costa de Los Cocoteros, en el municipio de Teguise. Un total de 25 personas perdieron la vida en el naufragio, a apenas 20 metros de tierra firme. De los fallecidos, 17 eran menores de edad. Lo ocurrido en Los Cocoteros sigue siendo la mayor tragedia que se ha vivido en la costa de Lanzarote. Pero no ha sido ni mucho menos la única.

Costa Teguise fue escenario de una travesía con un desenlace trágico. El 15 de enero de 2018, sobre las 12.30 horas, llegó una patera a Playa Bastián. La embarcación había zarpado de algún punto entre Tan Tan y Tarfaya, dos días antes, con 27 personas a bordo. Murieron siete personas. Los supervivientes relataron que algunos de los jóvenes se quisieron echar para atrás, pero fueron amenazados con cuchillos y se les obligó a subir a bordo. Cinco murieron de hambre y frío, y dos más se ahogaron a solo unos metros de la costa, después de aguantar una travesía agónica.Entre los fallecidos había dos jóvenes de Tan Tan, aunque la mayoría eran de Guelmin, del barrio de Teiert. Quienes sobrevivieron contaron que habían pagado unos 900 euros cada uno por subirse a una lancha neumática de no más de ocho metros de eslora y tres de manga. Apenas les dieron un poco de pan y agua.

En Caleta de Caballo fallecieron otros nueve jóvenes el 6 de noviembre del año pasado. Habían salido del puerto de Safi, unos 300 kilómetros al norte de Agadir, y sus ocupantes eran de Nador, la región más al norte de Marruecos. Los supervivientes explicaron que habían salido cuatro días antes. Tuvieron la mala suerte de entrar a Lanzarote por una zona rocosa y con fuerte oleaje. El patrón decidió enfilar directamente hacia la costa hasta que la embarcación chocó contra las rocas y cayeron todos al agua.

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