Javier Díaz-Reixa

Señor@s, se acabó el baile

No les llamo el ejército de Pancho Villa, porque yo conozco su verdadera historia, y le tengo mucho respeto. Pero yo sé que ustedes me entienden… Es todo tan deprimente y penoso: un “señor de la guerra”, que, al parecer, es tan pobre que solo tiene dinero, y con todo su poderío tentacular, de Playa Fariones a la Playa de las Monjas, en la costa de Aridane, solo ha podido reclutar una tropa torpe, atrabiliaria y vocinglera, dotada solo con escopetas traídas de la guerra de Filipinas, trinchas y correajes de segunda mano y munición de la guerra de los Boers; muchos coroneles recién ascendidos, y con la pechera llena de colorines, pero que no superan un examen elemental de Estado Mayor; de sargentos y brigadas, no les hablo, porque no hay manera de mantener a la tropa formada y estabilizar la cadena de suministros; han movilizado a todo dios, incluyendo retirados y algunos reservistas, pero el despliegue es bastante torpe, la intendencia es un desastre y los servicios de inteligencia catastróficos: buscador de Google, Wikipedia por un tubo, Google Earth y otros complejísimos sistemas, no asequibles para los simples mortales.

Entre esta tropa, destacan especialmente algunos elementos. Un periodista que vivió un tiempo en la isla, y que, según parece, todavía no lo ha asimilado. Otro al que vamos a llamar “uno ahí”, porque no le voy a hacer el favor de llamarlo por su nombre; pa mi gusto, con los honores que le brindó El Agitador, ya va bien servido, así que “tranquilo, majete, en tu sillón” (Celtas Cortos). Y por último, Dominguito González Arroyo, que utilizando el procedimiento “pasaba-por-aquí-y-ya-que…” dice de nosotros que "miren ustedes cómo se juntan cuatro hambrientos conejeros para enredar a un hijo del pueblo como es Juan Francisco Rosa y meterle en la cárcel. Son ruinitos… cuando hay tanto trepa que quiere subir a costillas de los demás y tanto bellaco mintiendo, la situación es difícil".

Yo a Domingo lo quiero más que él a mí, porque aunque él no sabe nada de chapuzas y chanchullos, ni ha tenido que ver nunca con asuntos de corrupción, compensa esas carencias con mucho rodaje en la “universidad de la vida”. Yo al desflorador mayor del reino, le agradezco sus "piropos", porque para ponernos a la altura de Cristina Almeida, nos lo habríamos tenido que currar mucho. Yo, a Domingo, no le trato de don, porque tenemos confianza; pese a su apariencia de doberman y sus rugidos, es solo un pekinés rabioso, al que han sacado a pasear para que muerda a los viandantes en el tobillo…pero si no te descuidas con la correa extensible, es casi inofensivo.

Y de táctica militar, no hablemos. No estudian, no se ejercitan jugando al ajedrez, como hacía Franco, y por eso no saben lo que son las “celadas en las aperturas”; y por no leer, ni siquiera han leído a Maquiavelo, que ya nos advertía del recelo de los romanos respecto de las tropas mercenarias, porque solo pelean por dinero, mientras que en el ejército popular, por así decir, los reclutas pelean por ideas, principios y valores. Y claro, no hay color.

Así que se los voy a tener que explicar de acuerdo con el procedimiento “repite conmigo”, y asistirme de algunos estribillos y notas musicales, al menos hasta que acabe el baile ... Me acusan en los medios y en las redes sociales de ser petulante, provocador y un puntito pendenciero, y ahí sí voy a darles a razón, con algunos matices. La petulancia, querid@s mí@s, no es una característica personal, sino un recurso literario al que se acude con alguna finalidad concreta. En este caso, es de naturaleza, por así decir, militar, y no tiene más propósito que enervar a las tropas enemigas y crear el síndrome del gatillo fácil. Sí, ya sé que parece una paradoja: a los troyanos también les pareció que aquello era un regalo…

Y me acusan también de ser malo, perverso, retorcido, ruin y malvado, pero eso es porque todavía no saben con quien se están jugando las perras, y perdón por la metáfora, que se me ha escapado. Yo, como Zsa Zsa Gabor, no soy malo, soy peor, y tengo pruebas concluyentes; y como también dicen que miento y omito parte de la verdad, con el ceño fruncido y un hilillo de sangre en la comisura de mis labios, reto a Irma Ferrer a que me desmienta.

Siendo Isabel Déniz alcaldesa de Arrecife, arremetió en los medios contra Irma Ferrer, a cuenta de la defensa legal de los vecinos de Morro Angelito frente a las propuestas de ordenación del Plan General: decía no-se-qué sobre la ética profesional, y lo repetía como un mantra... Mi admirada compañera de batallas me llamó, visiblemente alterada por la presión mediática y social a la que estaba siendo sometida, y recuerdo vivamente que lloró durante la conversación. Yo le dije: ¡Irma, esto requiere armas de mujer!, llama inmediatamente a una floristería, encarga un ramo de cincuenta rosas rojas, y haz una breve nota, del siguiente tenor: “Gracias, Isabel, mi gratitud será imperecedera. Como podría pagarte tanta publicidad gratuita, y con el despacho recién abierto?. Besos, Irma”. Y también le dije que lo que más me había gustado fue la encendida defensa que hizo el Decano del Colegio de Abogados ante semejante atropello institucional a una abogada en el ejercicio de su profesión, ¡que gallardía, amigos! … Ella me preguntó, con estupor y algo de cabreo, si estaba vacilando, y le contesté que hiciera caso a mi intuición femenina, que nunca falla, y que si no, se arrepentiría de por vida, y me burlaría de ella hasta el infinito y más allá. De vez en cuando, se lo recuerdo, pa que coja carga...

De los demás piropos que me dedican, ya, si eso, hablamos otro día, que vamos un poco pillaos de tiempo, y tenemos que terminar la lección de hoy. El malvado, el intruso, les invitó a este baile, y se pongan como se pongan, el baile se va a acabar, al menos de momento.  A partir de la nota “Culmina el sumario Stratvs” (Lancelot Digital, 21 de marzo de 2015), me dije: “voy a zumbar este gallo en medio de la gallera, a ver si hay otro gallo que pueda medirse y quiera”. (Zumba que zumba, Soledad Bravo). Me adentré, ¡glub, sin escolta!, en territorio comanche y, con mi nombre y apellidos, hice un comentario claro, rotundo y contundente sobre el perro guardián y la prensa mercenaria. Era de libro que un ritmo tan contagioso, una melodía tan pegadiza y una letra tan sugestiva, los iba a poner a bailar frenéticamente.

Y en esto salió a la pista de baile, Don Antonio Coll, “todo pimporoso”, como dice mi mujer, y él, que alardea de vivir una jubilación más gris que dorada, se marcó una pieza memorable, metiéndose en un jardín laberíntico, del que parece que tiene dificultades para salir... Si yo fuera él, tomaría ejemplo de un vecino de Arrecife, que pasa temporadas en La Caleta de Famara, y se lo pasa en grande escribiendo deliciosas novelas (tiene una de peleas de gallos, que a mí, que soy un quíquere, me inspiró mucho …), guisando exquisitos platos de fideos con espina de corvina y prestando atención a sus nietas con el rabillo del ojo...

Rápidamente, otros bailarines, más fogosos y desinhibidos, se sumaron a la fiesta, “la mejor que ha visto este barrio” (Rubén Blades, Seis del solar). Debo confesar que yo he atendido la fiesta a ratos, porque ahora estamos saturados de curro, con el torrente de recursos de reforma y/o apelación que han formulado los imputados de lo que ustedes llaman caso Stratvs, y claro, atiendo la musiquita como Rubén Martínez Villena, “con la pupila insomne y el párpado cerrado; ya dormiré mañana con el párpado abierto…” (La pupila insomne, Silvio Rodríguez).

Así que me he limitado a echar alguna piecita aquí y allá, según se terciara, pero sin mucho desgaste, que me estreso y me salen agujetas. De momento, se acabó la fiesta, “ahora si quieren bailar, busquen a otro timbalero” (Candela, Buenavista Social Club), que estamos trabajando, y tenemos mucho que hacer. Móntense la fiesta por su cuenta, que yo dejaré a un par de centinelas en los medios y en las redes, y, por favor, sigan ladrando y aullando, que no decaiga la fiesta, que la audiencia está animadísima ... Y a todos ustedes, muchas gracias, han hecho una exhibición esplendorosa, se han puesto ustedes en evidencia de una forma que jamás habríamos podido lograr de otro modo. Gracias, Don Antonio. Gracias, Lancelot Digital, por servirnos de altavoz gratuito y mostrar a la jauría con toda crudeza, la “baja volada conejera” en todo su esplendor. Sigan ladrando, por favor, pero me tomaré mi tiempo para contestarles, porque voy a estar muy ocupado. Y lo mejor, para todos, es que nos estemos calladitos, no vaya a ser que, con tanto ruido, se nos enturbien las ideas. Y acuérdense de aquel mensaje de los últimos de Filipinas: “Después de la gran derrota, cesó la negra partida”

Comentarios

Cesó la negra partida después de una gran derrota, no tiene nada que ver con los últimos de Filipinas. "Cesó la negra partida" (una letra C sola, negra y partida), viene de un cuento de cuernos del siglo XVI. El "después de una gran derrota" (una letra D, grande y rota, antes de la C), es un complemento que añadió don José de Echegaray.

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