Marcial Riverol

Reserva de la Biosfera. Nada que celebrar

Realmente, el éxito de determinadas acciones solemos medirlo atendiendo a que alcance o no las expectativas que, en su momento, hayamos depositado en ellas. Pasa con los afectos, con los proyectos que nos presentan, con quienes votamos para que nos representen en las instituciones.

Quien nada espera, ciertamente, nunca saldrá decepcionado.

Algunos pensamos en su momento que aquella distinción como Reserva de La Biosfera serviría para parar tras lo andado y repensar nuestra relación con el medio y el control del crecimiento turístico, pero el escenario de estos treinta años de aquella declaración no colma nuestras expectativas, pues, ni tan siquiera, hemos podido tejer un documento de ordenación del territorio que actualizara el innovador PIOT.

No esperaría -nadie lo haría- que en una Reserva de la Biosfera, las extracciones mineras causaran los impactos que se aprecian en Lanzarote y que no han parado en todos estos años, ni que hubiera rallies en tan frágil territorio. Es obvio que en Lanzarote, en aquel momento, se incorporaba a la reserva toda una isla habitada, un espacio turístico trufado de todos los defectos que se espera de una desmedida avaricia, también con una clase política cómplice y servidora de intereses diferentes al interés general, sin cualificación alguna para la gestión del espacio público y con el único objetivo de perpetuarse en los cargos tal que accedieran al cuerpo funcionarial.

La creación de una oficina de la reserva ha resultado una medida carente de trascendencia alguna, un órgano que pudiendo haber sido consultivo ha languidecido sin que pasara nada, ni dejara de pasar lo que ha seguido pasando. Todo eso de lo que hoy nos avergonzamos algunos.

La armonización de la conservación de la diversidad cultural y biológica y el desarrollo económico y social, es el fundamento para la declaración de un espacio como reserva de la Biosfera.

Tendríamos que haber sido capaces de desarrollar un modelo exportable de desarrollo con una estrategia para todos los agentes implicados. Ni este esfuerzo ha sido promovido por el gobierno insular ni en ello ha estado interesado ninguno de los ayuntamientos de la isla. Nadie ha liderado un proceso de trabajo conjunto para convertir los principios del desarrollo sostenible en prácticas locales apropiadas. Ni por la propia dimensión turística de la declaración se ha considerado acometer acciones concretas en el territorio, más allá de anunciarlo, publicitarlo y pretender mejorar los números tal que si le  hubiéramos dado la vuelta a la isla, como si hubiéramos mejorado algo. Lo de siempre. 

En estos treinta años, el reto de dar respuesta a los residuos, por ejemplo, es sólo lo que da de sí teorizar sobre ello.

Ni somos lugar de aprendizaje de prácticas sostenibles, ni de nada que se le asemeje, a los hechos me remito, granjas acuícolas mediante.

Comentarios

Ni la declaración de la Reserva de la Biosfera de Lanzarte ni su Oficina de la RBL ni tampoco el Observatorio de la RBL han servido eficazmente para nada. Y lo estamos viendo con el transcurrir del tiempo y sus pocos efectos sobre la población y sobre las medidas; especialmente sobre la gestión de los espacios naturales protegidos que carecen de gestión activa por parte de su administración competente. Tan solo ha servido y utilizado como marca para el reclamo turístico. Ni el Patronato de Turismo, sin los CACT del Cabildo ni la Film Comission consideran en sus actuaciones las pautas y las directrices de gestión que merece una RB y los Espacios Naturales Protegidos de Lanzarote.
La avaricia de empresarios extractores y la complicidad de políticos absurdos, ignorantes y/o cómplices están devorando la isla en contra del bien común y del futuro de la próximas generaciones. Estamos llegando claramente al límite en el que ya no se podrá dar marcha atrás.

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