Víctor Bello

La verdad contra el mito

En las últimas semanas hemos podido escuchar y leer cómo los asesores de Vladimir Putin en asuntos de Historia, se basan más en una mitología construida que en la realidad contrastada a través de fuentes históricas. En este sentido, el historiador Julián Casanova ha escrito que Putin “invoca una historia fabricada y distorsionada, una serie de mitos generados sobre el pasado”; lo cual es muy común en los sistemas políticos dictatoriales, lo mismo que lo fue en las monarquías absolutistas del pasado: el mito frente a la Historia; la invención frente a la realidad contrastada.

Uno de los principales atractivos de la Historia para mí es que nos permite conocer al ser humano en cada periodo y espacio geográfico, su bondad y su maldad, su capacidad de resiliencia, por usar un término tan de moda, y esto posibilita el conocernos mejor a nosotros mismos, tanto individualmente como en comunidad. Sin embargo, el conocimiento del pasado no siempre ha estado a disposición de todos, sino, mas al contrario, sujeto a la voluntad del poder, a sus intereses. Surge así lo que se ha denominado como uso y abuso del secreto para, a través de él, poder desarrollar la mitología más conveniente a quien gobierna.

Michel de Montaigne, escribió en Los ensayos, a finales del siglo XVI, que en su país cuando se quería decir que alguien carecía de juicio, se decía que no tenía memoria; de manera que si nos modifican la memoria, estarán haciendo otro tanto con nuestro juicio. En definitiva, nos estarán manipulando.

La memoria como individuos está en nuestro cerebro; si bien, la memoria como sociedad está en el exterior, en nuestro entorno, en el legado de quienes nos precedieron, que ahora conforma nuestro patrimonio. Un legado que podemos conocer a través de las fuentes arqueológicas, etnográficas y archivísticas, todas ellas de igual importancia y necesarias, en tanto que aportan un conocimiento primordial para distintos periodos históricos o diferentes ámbitos de la vida.

Sin embargo, como decía mi profesor de Archivística en la universidad, hace ya bastantes años, en Canarias el patrimonio documental es la cenicienta del patrimonio cultural. Esta aseveración es perfectamente demostrable, como se desprende, por ejemplo, de los estudios realizados en los últimos años sobre inversión y desarrollo de los archivos en el archipiélago. Mientras en otras Comunidades Autónomas, décadas atrás, se programaban e implementaban políticas y actuaciones encaminadas a la salvaguarda del patrimonio documental, en Canarias se miró para otro lado, lo que fue provocando no sólo un sesgo importante, sino, también, la desaparición de fuentes documentales que permitían conocer el pasado, una situación que ha seguido prolongándose en el tiempo, afectando ahora no sólo a la Historia sino también a los derechos de los ciudadanos. Y, de continuarse por este camino, tal vez la Historia de Canarias vaya transitando de la realidad al mito, con el perjuicio que esto puede ocasionar para cualquier pueblo.

Cierto es que muchas veces el mito es más atractivo que la verdad, pero no deja de ser una ficción que nos puede confundir y conducir hacia un destino perjudicial. Ejemplos hay muchos a lo largo de la Historia. Aun así, ante la imposibilidad de acceso o desaparición de pruebas que reflejen la realidad, es fácil establecer una pugna en la que la fabulación prospere, lo cual, en sistemas políticos democráticos, no debe ser tolerable.

La conclusión que se puede extraer es fácil de deducir: contra el uso y el abuso del secreto, transparencia; contra el abandono de los archivos, aplicación de la ley, inversión y cooperación entre las instituciones. Sólo así la verdad se podrá imponer al mito.

De esos asuntos, entre otros, se hablará en la quinta edición de las Jornadas de Archivos de Teguise, que tendrán lugar los próximos días 20 y 21 de mayo. La inscripción es gratuita enviando un mensaje a la dirección de correo jornadasteguise@gmail.com. Contaremos con la presencia de Miguel Ángel Esteban Navarro, Marta Pavón Ramírez, Samuel García Arencibia, Ángel Viñas Martín, María del Pilar Cousido González, Verónica Ojeda Jiménez, Deepak Daswani y Pedro Baños López.

Comentarios

El BOE debería volver a imprimirse o tener tecnología blockchain. No nos podemos fiar!

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