Ana Carrasco

El cartón de huevos

Cuando estaba en la universidad, en primero de carrera, compartí piso con cuatro compañeras. Lo que en principio era una pensión, por falta de previsión y de liquidez de la buena señora que la regía, se convirtió, forzosamente, en un piso autogestionado. Aquella casa pasó a ser responsabilidad de las cinco. Pagábamos el alquiler a la inmobiliaria, repartíamos las tareas de limpieza, hacíamos turnos de cocina, estudiábamos, oíamos a Silvio Rodríguez. Y los viernes o sábados hacíamos la compra de la semana.

Siempre comprábamos un cartón de 30 huevos, que antes de meter en la nevera pasaba por un sencillo protocolo de reparto. Los huevos se dividan entre cinco y eran rotulados con las iniciales de nuestros nombres, de tal forma que llevábamos un control de los huevos consumidos, un reparto equitativo de los mismos. Recordaba esta vivencia, típica de la escasez estudiantil, leyendo "Ausencias y extravíos" de la antropóloga, ingeniera, ecofeminista y admirada Yayo Herrero. Yayo nos explica que en un mundo con límites hay que reivindicar la precaución de restar y el imperativo político de dividir, porque aprender a dividir entre los que somos ayuda a pensar en qué vida puede ser esa en la quepamos todos, sin dejar a nadie atrás. En aquella vivienda de estudiantes de la calle Heráclito Sánchez de La Laguna, ninguna de nosotras se quedaba atrás, comíamos nuestra ración de huevos y cantábamos Mi unicornio azul.

Siendo algo más joven, cuando estudiaba matemáticas en la escuela, me llamaba la atención que al dividir una cifra por un número cada vez más pequeño, el resultado fuera una cifra cada vez más grande. Sobre todo, me fascinaba que, al dividir cualquier número por cero, la expresión resultante fuera el infinito, aunque esto tiene sus matices. Yayo Herrero alude a esta misma operación matemática para explicarnos que "en tiempos de translimitación y de estancamiento económico, la única posibilidad de ganar infinito es dividir entre cero".

Estos recuerdos de mi pasado nacen al intentar metaforizar las causas de las desigualdades de este tiempo en el que los ricos, siendo cada vez más ricos, no cesan en el empeño de aspirar a un capital infinito. Según El Economista, 2021 fue un buen año para los ricos: el 1% más adinerado acumuló el 45,6 % de la riqueza mundial. En España, el 1% de los españoles atesora la cuarta parte de la riqueza de todo el país.

Los análisis estadísticos, la observación atenta y directa por ONG más sensibles y empáticas con lo que sucede a nuestro alrededor, como es Cáritas, indican que la marea de las desigualdades está creciendo, se acentúa la asimétrica disponibilidad de los recursos económicos. Los sistemas fiscales injustos, la apropiación por parte de muy pocos de los minerales y las tierras, la codicia de los propietarios y propietarias de bancos y multinacionales, la corrupción, la privatización de los bienes comunes y de servicios básicos, la destrucción de la naturaleza o el fraude fiscal son solo algunas de las causas.

En la casa común, que es el planeta Tierra, algunos están zampándose los huevos de los demás. Mi abuela materna tenía razón cuando de pequeña me cogía la mano y me decía, empezando por el dedo meñique: "este compró un huevito, este lo frio, este le puso sal, este lo probó y este gordito se lo comió".

Comentarios

Quién es la gallina y quienes somos nosotros para repartirnos sus huevos?
Gracias Ana, muy ilustrativo el ejemplo de los huevos y las alusiones Yayo. Tenemos que empezar a dividir entre cero ya mismo, para poder ganar infinito.
Buenísimo. Sigue escribiendo por favor.
Precioso. También soy fan de Yayo Herrero.
Muy bueno el artículo, gracias por poner un poco de luz en este caos que nos ha tocado vivir
Muy bueno el artículo, gracias por poner un poco de luz en este caos que nos ha tocado vivir

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