Pepe Darwin

Bestiario: Joaquín Caraballo, vicepresidente del Cabildo

Este ejemplar no es lo que parece. Bajo su aspecto adorable de osito de peluche inofensivo se esconde un férreo defensor de las ideas socialistas. Sólo que le gusta jugar al despiste. Se le ha criticado por asirse con garras y dientes a los pies del presidente del Cabildo sin rechistar, como si de un vulgar eucalipto se tratara. Nada más lejos de la realidad, y no porque al presidente no se le puedan encontrar similitudes con un eucalipto (como su capacidad de diálogo) sino porque esa actitud, de ser cierta (y parece que los es, según los últimos estudios científicos) se debería a su condición de marsupial.

Cuando la cría sale de la bolsa de la madre se agarra a lo primero que pasa por allí, así que el peculiar comportamiento de este ejemplar se debe más a una regresión a la infancia que a una estrategia o a una decisión razonada. Otros investigadores sostienen que, en contra de lo que pudiera parecer una sumisión ante la deslumbrante figura del animal más relevante del Cabildo, la táctica de este entrañable ejemplar es la del desgaste mediante una ligera presión, casi imperceptible, que al tiempo que erosiona la capacidad y la paciencia del compañero, por asemejarse a una simbiosis, permite disfrutar de las ventajas del parasitismo institucional o de la condición de destacada rémora de la política local con cargo al erario público.

Se alimenta de las hojas de los árboles que crecen exclusivamente y por suerte para él, alrededor de los edificios de las instituciones. Desde 1983 a 1991 su hábitat fue el pleno del Ayuntamiento de Arrecife, y posteriormente las oficinas. Más tarde dio un salto la izquierda durante un lapso de tiempo breve que le debió parecer eterno y se trasladó después a la nueva sede del Cabildo de Lanzarote. Es una especie muy acostumbrada al despachito, que es donde se siente más cómoda. Se han dado casos de otros ejemplares que no se sienten a gusto en la calle y van perdiendo su capacidad locomotora normal, teniendo que caminar a gatas en posición de rodillas, lo que da lugar a malos entendidos continuamente.

Tiene un sistema digestivo que le ha permitido también tragar, como elemento clave para su supervivencia, ruedas del molino que mueve su socio de gobierno

Las costumbres de esta especie son sencillas: duermen veinte horas al día y dedican el poco tiempo que les queda libre a gastar pocas energías y a la manutención. Este ejemplar, no obstante, se sale de la norma y se ha aficionado a dedicar ese tiempo en el que no dormita a acudir a fiestas populares, entierros, romerías, misas, recepciones oficiales, etc., al más puro estilo de otras especies de la selva mucho más agresivas con su entorno. Todas estas actividades, por lo general se celebran de noche, que es curiosamente cuando esta especie no duerme. En el aprovechamiento nocturno se asemeja a la especie presidencial aunque cada uno aprovecha el tiempo a su manera: uno cumplimentando la función electoral y otro la recreativa e incluso la reproductiva.

Tiene un sistema digestivo que le permite tragar sin ningún problema kilos y kilos de su alimento preferido y que le ha permitido también tragar, como elemento clave para su supervivencia, ruedas del molino que mueve su socio de gobierno. Así se explica la aprobación de informes, planes, decretos, nombramientos, destituciones y otros documentos de interés particular. Además, la extrema longitud de su estómago le permite digerir los informes envenenados sin que el veneno le produzca daño alguno. Una característica que también le ha facilitado estas aprobaciones ha sido la de su especial visión, con esos ojos golositos, que le permite comer subido a un árbol, bien agarrado, y mirar para otro lado, bien para prevenir la llegada de un predador o bien como ventaja competitiva frente a otros ejemplares de su misma especie. Ha superado ya, con creces, la esperanza de vida de sus semejantes, en gran parte evitando las peleas por el territorio con otros machos de su especie. De hecho, no pelea por el territorio ni con los de su especie ni con los de otras especies. Que no pelea, en definitiva.

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