PERFIL

Vicente Lloret, el hombre que vivió el auge, la consolidación y el declive de las conserveras en Lanzarote

Vicente era el gerente de una fábrica que llegó a tener 500 empleados, entre los de la factoría y los de los barcos, entre los que estaban el Villajoyosa, Roque Nublo, Jai Alai, Alicante o Tafira

Foto: Manolo de la Hoz.
Saúl García 2 COMENTARIOS 16/03/2019 - 06:41

Como la mayoría de sus primos y hermanos, Vicente Lloret López (Villajoyosa 1942) pasó por todos los destinos necesarios para formarse antes de asumir la gerencia de la fábrica de conservas de Lloret y Llinares en Arrecife.

La empresa la fundaron dos primos y uno de ellos era su abuelo, con el que comparte nombre. Desde la localidad alicantina de Villajoyosa, donde se dedicaban al comercio en general y a la almendra o al pescado, desembarcaron en Canarias por La Gomera a principios del Siglo XX, donde montaron “una fábrica elemental”.

Así que, con el paso de los años, La Gomera se convirtió en “el seminario”. Todos los miembros de la familia que trabajaban en la empresa tenían que pasar por allí antes de asumir otra responsabilidad.

Vicente ya conocía las Islas porque mucho antes de eso sus padres vivían medio año en Canarias y otro medio en la Península, en Alicante o en Algeciras, donde comerciaban con hueva y mojama. En Canarias, además de la factoría de La Gomera, montaron una en Gran Canaria, en El Rincón, y una más en Tenerife, en Los Cristianos.

La de Arrecife se empezó a gestar en 1953 y se centró en la sardina, pero también enviaban atún congelado, solo si era de gran valor, como el barrilote, y vendían pulpo a los japoneses, que se lo transportaban en sus dos barcos: el Otsumaru y Abatsumaru.

Lloret y Llinares vendía principalmente a África y a los países del Este, pero también a la Península y al resto del mundo, con su marca El Ancla o con otras marcas como The queen of the coast.

Vicente llegó a Lanzarote desde La Gomera, en 1970. Por comparación, Arrecife le pareció “Hollywood”, dice. Mucho antes de eso había aprendido sus primeras letras, según dice él mismo, en Villajoyosa. Después estudió como interno en LaSalle, en Tenerife, y fue al Instituto en Madrid, al Ramiro de Maeztu, antes de estudiar Económicas en la Complutense. Cuando estaba en cuarto curso tuvo un percance ayudando a salir a su hermano de un aljibe, se lesionó la espalda y dejó los estudios.

En Arrecife, Vicente vivió en la casa que construyó su padre junto a donde está hoy la Sociedad Democracia. Era el gerente de una fábrica que llegó a tener 500 empleados, entre los de la factoría, la mayoría mujeres, y los de los barcos, entre los que estaban el Villajoyosa, Roque Nublo, Jai Alai, Alicante o Tafira. Vicente vivió el auge y la plenitud de la sardina pero también su declive.

La fábrica cerró en 1987 y tuvo que despedir a los empleados uno a uno, “sin un solo pleito”, dice. Recuerda que trabajaban con la compañía inglesa John West y que en la fábrica se impuso el sistema Bedaux, por el que se cobraba una parte fija del sueldo y otra en función de la productividad.

Lloret y Llinares incluyó una novedad, que era la sardina sin piel ni espinas, y amplió el negocio con una fábrica de harinas de pescado, con el treinta por ciento de Harimarsa, que se ubicó en Las Caletas.

También recuerda como “un gran avance” cuando la fábrica se mecanizó con la maquinaria de la casa alemana Wader. No recuerda grandes problemas con los trabajadores pero dice que aprendió mucho de Caridad Romero del Mas.

En aquella fábrica estaba como encargado José Tabares, como contable Cándido Reguera, el padre del que fue alcalde de Arrecife, y como encargado del sistema estaba Luis Méndez. Muchos de los trabajadores venían desde Fuerteventura y su padre fabricó unas casas para los empleados junto a la fábrica, que aún están en pie. Aunque no valían para todos. Vicente tuvo que buscar otro alojamiento, en la antigua Escuela de pesca en Valterra, para los Ortega Narváez, que llegaron buscado trabajo desde Barbate. Eran una pareja que había sido Premio nacional de natalidad y que tenía 24 hijos.

La fábrica cerró en 1987. Entre los factores de cierre estuvieron el golpe de Estado en Nigeria, donde se vendía la mayor parte de la producción, y la anulación de los pedidos, pero también los aranceles de Marruecos y los problemas con el caladero. Para afrontar las indemnizaciones a los trabajadores tuvieron que ir a una dación de pago con Banesto, que se quedó la fábrica.

Los barcos, que tanto pescado habían sacado del mar, los hundieron cerca de la costa de La Tiñosa para crear arrecifes artificiales donde se refugiara el pescado. De Lloret y Llinares quedó la pequeña parte que se había diversificado hacia la industria turística, los apartamentos La Gaviota, construidos en Matagorda, en el terreno de las antiguas salinas que había comprado su padre.

Después, Vicente fue comprando parte de la antigua fábrica. El mes pasado, después de restaurar uno de los dos motores y un compresor, los donó a la comunidad de propietarios para que, al menos, quede constancia de que allí una vez hubo una conservera de pescado en una ciudad que vivía principalmente de la pesca.

Comentarios

Otra familias como: Alonso Lamberti, Ojeda, etc. que los actuales dirigentes políticos no le han reconocido el progreso del pueblo de Arrecife que lo convirtieron en ciudad. ¿ Cuando en la zona industrial de Portonao, una calle para ellos ?
Una pequeña puntualización. La empresa la montan dos cuñados Miguel Lloret Adrover y Felipe Llinares Gutiérrez. Miguel era bisabuelo de Vicente y mío. Saludos

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