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Tapiz de vocablos: las palabras del pasado para enfrentar el futuro

La Reserva de la Biosfera de Lanzarote lanza la propuesta a todas las reservas del planeta para crear una especie de diccionario mundial de palabras de cada lengua que muestre los vínculos humanos con la naturaleza

Saúl García 3 COMENTARIOS 28/04/2021 - 07:28

“Desde tiempos remotos las mujeres han contado historias, han cantado romances y enhebrado versos al amor de la hoguera. (...) A lo largo de los tiempos, han sido sobre todo las mujeres las encargadas de desovillar, en la noche, la memoria de los cuentos. Las tejedoras de relatos y retales. Durante siglos han devanado historias al mismo tiempo que hacían girar la rueca o manejaban la lanzadera del telar. Por eso textos y tejidos comparten tantas palabras: la trama del relato, el nudo del argumento, el hilo de una historia, el desenlace de la narración. Devanarse los sesos, bordar un discurso, hilar fino, urdir una intriga”.

Este fragmento de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, uno de los libros del año, revela la íntima y antigua conexión entre las palabras y los tejidos, entre lo textil y lo textual, y esa misma asociación es la que hace un proyecto que ha nacido en la Reserva de la Biosfera de Lanzarote, con vocación de universalidad, que puede acabar convirtiéndose en un tapiz de palabras que muestre los vínculos de cada sociedad o cultura del Planeta con la naturaleza.

La idea busca tejer vocablos por los que se reconozca este vínculo que pertenezcan a las lenguas vernáculas habladas por las comunidades más implicadas en la convivencia con los ecosistemas de mejor calidad dentro de cada Reserva de la Biosfera.

La historia comenzó con otras palabras, algunas de las que compusieron el discurso de la bióloga Sandra Myrna Díaz cuando recogió el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica en el año 2019: “Las personas estamos inseparablemente conectadas con la naturaleza desde siempre, y hoy estamos en un mundo más conectado que nunca, pero eso no lo hace más justo. La aspiración de consumir y acumular siempre más, avasalla el derecho universal de disfrutar de una relación plena con el tapiz de la vida, porque siguiendo las leyes de la física y la biología, si se devoran demasiadas hebras en algún sitio del tapiz, inevitablemente se producen agujeros en otro. Hay cada vez más agujeros y están muy mal distribuidos en un proceso de injusticia ambiental y global de escala inédita. Queda muy poco tiempo y va a ser muy difícil, pero aún estamos a tiempo de retejer este tapiz y de entretejernos con él, y en esto cada hebra es frágil, pero el tapiz en su conjunto tiene la robustez de los muchos, una robustez hecha de muchas fragilidades”.

Estas palabras anticipan, a su vez, la declaración que el pasado mes de enero realizó el Gabinete científico de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote sobre esta iniciativa que asume la metáfora del tapiz de Díaz, pero que lo traslada a las palabras. Un tapiz de vocablos. Es una propuesta que ya ha sido acogida o apoyada por 51 de las 52 reservas de España.

Si la propuesta sigue adelante, el siguiente paso sería dirigirse a la Unesco para que la lance a las reservas de la Biosfera de todo el planeta. El calendario pasaría por fijar una fecha en otoño de 2021 para obtener una recopilación de los primeros vocablos. Entre las propuestas también se incluye la posibilidad de celebrar talleres regionales MaB para valorar el material recogido, y para reconocer la sabiduría autóctona de cada Reserva implícita en los vocablos recopilados y, por último, convocar una conferencia donde fijar características, método, alcance y entidades a implicar.

El Gabinete científico ya ha aprobado el acuerdo sobre este proyecto

El primer objetivo o resultado esperado sería el de lograr un tapiz de vocablos para cada Reserva, para entender la relación sociedad-naturaleza en su contexto. “Una especie de espejo donde pueda reconocerse culturalmente cada Reserva”. Se podría llegar incluso a una primera versión de un diccionario Tapiz de vocablos, “como construcción colectiva y progresiva, dentro de la Red Mundial de reservas de la Biosfera”, acompañado de mapas que incluyan con una palabra, la más significativa, por cada Reserva, o una palabra primordial por continente, por cultura lingüística, etcétera. Y podría terminar con una iniciativa para promover la Declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a ese Tapiz de vocablos, entendido como un banco de semillas de futuro.

El Gabinete científico de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote aprobó el acuerdo sobre este proyecto que se remitirá al presidente del Comité MaB español para su remisión a la Unesco. En el texto del acuerdo se recuerda que el programa de la Unesco Man and Biosphere surgió para ensayar y tratar de restablecer el necesario vínculo con la naturaleza que toda sociedad humana requiere. Se trata de plantear un ejercicio de aprendizaje sobre las culturas autóctonas que conviven con las mejores áreas naturales del planeta.

“En particular, algunas islas designadas por la Unesco como reservas, ofrecen bellos ejemplos de autolimitaciones y de defensa de su modelo de desarrollo. Por estar más impregnadas sus culturas de las condiciones naturales locales, encuentran a veces inspiración en sus propios límites y, al percibirlos como singularidad, optan por incorporarlos a su propia identidad”, aseguran.

En ese acuerdo señalan que “la complejidad es el espejo donde nuestra especie mide su inteligencia”. Citan al filósofo francés Bruno Latour, que concluye que hoy la ciencia debe cambiar el enfoque “y volver la mirada a nuestro planeta y preguntarse por el fenómeno de la vida que lo hace habitable”.

Cada cultura en cada Reserva de la Biosfera tiene sus características propias “y lo que tengan en común puede ser esencial para identificar nuestra ignorancia actual respecto a la naturaleza”. Las reservas acogen ecosistemas donde las culturas humanas mantienen prácticas adecuadas para esa mayor biodiversidad y para el mantenimiento de los recursos naturales que permiten la vida social. “Normalmente, esas prácticas han resultado tras generaciones de prueba y error y acaso no se sepa ahora por qué está establecido hacer de cierta manera dichas tareas. Por eso resulta necesario analizar la sabiduría implícita en las hablas vernáculas, porque expresan conocimientos atesorados y a veces no recordados”.

Las palabras son una ventana abierta a las representaciones sociales de las personas que viven un territorio, y esas palabras podrían formar ese tapiz de vocablos de los vínculos humanos con la naturaleza. Los sabios de la Biosfera consideran que “algo ha perdido la cultura occidental que le impide reconocer la inviabilidad de su codicia ilimitada o su expansión indefinida”.

“Y ese algo está relacionado con la forma en la que el ser humano entiende su posicionamiento respecto a la naturaleza, en cómo nos desentendemos de nuestra implicación en la biosfera y de nuestra dependencia con las otras personas. (…) Al darle la espalda a la naturaleza, al ignorarla, se ha perdido la conciencia profunda de conexión y dependencia que teníamos con todos los sistemas vivos de la Tierra. Conciencia que sí tenían las culturas aborígenes con su profundo conocimiento de su entorno y su interpretación de que todo estaba interconectado e interactuaba de forma recíproca”, añaden.

50 aniversario

Este año 2021 se cumple el cincuenta aniversario del proyecto Hombre y Biosfera. La Reserva de la Biosfera de Lanzarote considera que hoy existe una ola de conciencia sobre los límites planetarios y un creciente impulso social de volver la mirada hacia la naturaleza.

“Si Occidente perdió algo en su expansión planetaria, proponemos buscar en los márgenes de dicha civilización, hoy metropolitana, qué vocablos dan las claves de la relación entre humanidad y naturaleza a través de las palabras, que a veces serán trazas del pasado que ha subsistido hasta nuestros días y otras palabras de nuevo cuño que no dejarán de relatar viejas y nuevas relaciones”, señalan.

Comentarios

En fin, palabras y más palabras para la reserva de la biosfera. Sólo hemos escuchado palabras o visto palabras escritas. Ni una acción que den cuerpo a las palabras, ni una obra que otorgue crédito a las palabras.
Me parece un verdadero ladrillo, un rollo confuso y pretencioso. Al menos el argumento teórico del proyecto. Basta de tanto ídolo con la complejidad, que cuando no está adecuadamente abordada y resuelta se convierte en una mera máscara del diletantismo y el desconocimiento. O de la arrogancia. Sobran palabras y meandros.
Vaya Heriberto, que bueno encontrar a un genio que no habita en los meandros de la ignorancia, te estás proponiendo como sabio de la biosfera o es una arenga en busca de autor?

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