La contaminación atmosférica se ha convertido en uno de los grandes problemas ambientales de Lanzarote. En el último año, uno de cada tres días se superaron en la Isla los niveles de ozono troposférico recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los registros de la estación de Las Caletas, donde se ubica la central térmica de Endesa, duplican los siguientes más elevados del Archipiélago, que se localizan en Castillo del Romeral (Gran Canaria), a pocos kilómetros de otra central de la compañía eléctrica.

El ozono troposférico es uno de los gases contaminantes con mayor incidencia en España y los expertos destacan su “grave impacto sobre la salud pública”, con “efectos adversos en la función respiratoria”.

Diversos estudios concluyen su incidencia en “insuficiencias respiratorias, asma y otras enfermedades broncopulmonares”. Uno de los orígenes del ozono ‘malo’, como se le conoce, es la quema de combustible. Por el contrario, el otro ozono, el estratosférico, protege al planeta de las radiaciones solares.

La Organización Mundial de la Salud establece el límite de un máximo de 25 días al año en el que se superen los 100 microgramos por metro cúbico. En la estación medidora de Las Caletas se superó ese límite en 107 días, en otra, ubicada en Costa Teguise, en 78 días, en una emplazada en Arrecife en 60 días y en otra más, colocada en la Ciudad Deportiva, en 33 días.

El último informe sobre la calidad del aire en España, elaborado por Ecologistas en Acción, destaca en el plano negativo los datos registrados en Lanzarote y resalta que en Las Caletas se llegó a superar el “objetivo legal para la protección de la salud” en el trienio de 2017 a 2019, pese a que la normativa es bastante más laxa que las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

“Hay que conocer la porquería que respiramos para actuar y tomar decisiones”, destaca un experto

El informe sobre la calidad del aire también destaca que en las estaciones de Arrecife, Costa Teguise y Las Caletas se superó el “objetivo a largo plazo para la protección de la vegetación”. Solo en una estación de Gran Canaria sucedió lo mismo.

En las Islas, señala el estudio, es habitual que se superen los límites del ozono malo más en invierno que en verano, “por la menor frecuencia de los vientos alisios y el mantenimiento de una importante radiación solar”.

Serio problema

Otro problema serio son las partículas contaminantes más pequeñas, menores de 2,5 micras, cuyo origen está, por ejemplo, en las emisiones de vehículos. La OMS fija el objetivo de que como máximo tres días al año se alcanzan los 25 microgramos por metro cúbico en el aire de estas partículas. En Arrecife y en Costa Teguise el límite se traspasó en cinco días.

Estas partículas “se pueden acumular en el sistema respiratorio y están asociadas a efectos nocivos”

Estas partículas “se pueden acumular en el sistema respiratorio y están asociadas, cada vez con mayor consistencia científica, con numerosos efectos nocivos sobre la salud, como el aumento de las enfermedades respiratorias y la disminución del funcionamiento pulmonar”, señalan Cristina Linares y Julio Díaz, del Instituto de Salud Carlos III, en un artículo de referencia.

De las partículas menores de 10 micras, otro de los valores que se analiza en el informe sobre calidad del aire, en las cuatro estaciones de Lanzarote se transgredieron en el último año las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

No obstante, uno de los déficits que tiene Lanzarote para conocer la contaminación de su aire es que las estaciones existentes no miden las partículas ultrafinas y el hollín. “Es posible que sea más grave para la salud la contaminación que no se está midiendo que la que se está midiendo”, señaló a este periódico Sergio Rodríguez, científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Estaciones como la anunciada por el Ayuntamiento de Arrecife para la playa del Reducto, señala otro experto, “no sirven para gran cosa”.

“Es necesario que las estaciones se mejoren, porque hay algunas que, cuando llegan a un determinado nivel, dejan de computar”, destaca este experto. “Hay que conocer la porquería que respiramos para actuar y tomar decisiones”.