Saro Betancort, primera presidenta de Afacoda: “Nos reuníamos para no sentirnos culpables”
Tuvo que luchar contra un problema que al principio desconocía, además de contra el sentimiento de culpa
Saro Betancort Padrón nació en Las Palmas de Gran Canaria, pero con nueve o diez años llegó a Arrecife con sus padres. Su padre era carnicero y ella trabajó también en ese oficio aunque cuando empezó el turismo se puso a trabajar de camarera y trabajó en varios hoteles, entre ellos el Hotel Fariones. Ya está jubilada desde hace años: “Todo bien comido y masticado”, dice, respecto a su jubilación.
Ha trabajado mucho, con sueldo y sin sueldo. Saro, a su pesar, fue una de las fundadoras de la asociación Afacoda, de familiares y amigos contra la droga. Se vio obligada por las circunstancias a crear la asociación para afrontar un problema que le tocaba muy de cerca y que era, entonces, totalmente desconocido.
En el barrio de Titerroy, donde vivía, la llegada de la heroína hizo estragos en los años ochenta. Saro tenía cinco hijos, tres varones y dos mujeres, y sus tres hijos se engancharon. Dos de ellos han fallecido. Al principio, quiso entender lo que no entendía: “Cómo tratar la adición y cómo tratarnos a nosotras -dice- porque nosotras caímos más bajo que ellos”. Tanto ella como muchas otras madres tenían sentimiento de culpa, pensaban que habían sido malas madres. “Nos reuníamos para no sentirnos culpables”.
Dice la hija de Saro que su madre no suele hablar mucho, pero sí que habla claro. Más que de palabras, es una mujer de acción. “Una luchadora”, señala Nena Távora, otra de las fundadoras de Afacoda, junto a Emma y a Mari Carmen, todas con hijos o hermanos afectados por algo que poco a poco fueron entendiendo que se trataba de una enfermedad y no de un vicio.
Ante el desconocimiento inicial tocaban todas las puertas posibles. Saro había oído o conocía la asociación que se había creado en Gran Canaria y pensó que se podía hacer algo parecido para ayudar a otras familias con el mismo problema. “Aquí no había nada de eso”. “Ella nos fue enseñando”, recuerda también Nena. Empezaron en 1986, “dando palos de ciego”. Saro se estuvo formando en Las Palmas sobre las secuelas, el VIH y otros temas relacionados con la cárcel.
“Lo llevas mejor si hay varias madres más, porque así no te sientes tan mal”
El Ayuntamiento de Arrecife, con José María Espino de alcalde, organizó unas jornadas informativas, con profesionales de todos los ámbitos, a las que acudieron y a partir de las que empezaron a informar a otras familias. También tuvieron ayuda para crear los estatutos de la asociación, porque no sabían por dónde empezar. Cuando se creó la Junta Directiva, Saro fue la primera presidenta.
No tenían un local fijo y se reunieron primero en el local de la asociación El Cacharro, “donde había unos quince gatos que se subían a la mesa” y después en otros sitios, de salto en salto, hasta llegar a la sede actual, que cuando entraron estaba destrozada y tuvieron que limpiar, adecentar y reformar.
Centros
En la Península habían empezado a surgir centros para internar y rehabilitar a los drogodependientes, pero había pocos centros públicos y los privados eran muy caros. En Canarias había pocas plazas y las asociaciones, como Afacoda, pedían más centros o más ayudas para trasladarse. Pedían comprensión, ayuda médica y apoyo de todo tipo. “Lo llevas mejor si hay varias, no te sientes tan mal porque no eres la única”, señala Saro.
Después contactaron con Proyecto Hombre y se empezaron a involucrar otras instituciones como el Cabildo, se creó el Centro de Ayuda al Drogodependiente (CAD), se convocaron manifestaciones, se abrió el Centro de Zonzamas, se organizaron talleres ocupacionales, después el Ministerio financió un piso asistido, y la asociación fue una de las primeras en España en atender tanto a los drogodependientes como a las familias.
Echando la vista atrás, Saro asegura que “costó un poco pero lo conseguimos”. Y recalca: “La verdad es que conseguimos mucho y las cosas han ido a mejor”.
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Poco después de las primeras, llegaron al colectivo Afacoda otras mujeres como Lolina Curbelo y Carmen Ramos, Dolores, Carmen Montelongo, Isabel, María de los Ángeles o Andrés. También contribuyó Rosa Torres, desde el CAD, y Antonio Armas desde La Caixa. Aunque ahora el problema es distinto, aún se mantiene y la asociación sigue trabajando en la sede de la antigua cárcel, en la calle Ramón Franco, que el Ayuntamiento les cedió en precario. Ahora llevan a cabo un servicio de apoyo para todo tipo de trámites, el servicio de desayuno, limpieza de ropa y otro tipo de iniciativas.
Afacoda ha tenido últimamente varios reconocimientos. En la primera imagen se puede ver a Nena Távora recogiendo uno de esos reconocimientos por su implicación de toda una vida. En la otra, un reconocimiento de las autoridades locales en la sede. Además de las concejales, aparecen Leila Álvarez (trabajadora social), Censa Lemes (vicepresidenta), María de los Angeles Negrín (voluntaria), Andrés Castillo (tesorero) y Rebeca (antigua trabajadora social de Afacoda).

















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