Samuel Aguilar propone una reflexión musical y estética en la Cueva de los Verdes

Diario de Lanzarote 5 COMENTARIOS 28/11/2017 - 10:25

Los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote animan a la población a participar de la reflexión musical y estética que propondrá el artista lanzaroteño Samuel Aguilar el próximo 9 de diciembre, a las 20.00 horas, en el Auditorio Cueva de los Verdes.

‘Night thinking’ es un proyecto personal en el que Aguilar ejecutará algunas composiciones propias a piano pero, principalmente, improvisaciones en la línea de uno de sus trabajos discográficos más recientes, acompañado por un montaje escenográfico concebido y creado por Ildefonso Aguilar. Las entradas para asistir a este evento ya están a la venta al precio de 20 euros por persona.

La obra de Aguilar es una de las propuestas ganadoras del concurso público convocado por los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote para incorporar talento, creatividad y originalidad a su programación cultural.

Comentarios

Chiquita mamanza
Y si además de incorporar todo esto y reincorporar a su hijo...y me pregunto yo, porqué mentaron el hecho de que el concurso fue público?, para rellenar la noticia o para que caigamos en que ese concurso fue un chanchullo?, mucha garrapata absorbiendo sangre del pobrecito perrito.
Mejor cambiar el nombre de la cueva. Mucho mejor, y acorde a la realidad, quedaría "Cueva de los Aguilar"
L@s mediocres e incapaces malviven con un odio patológico hacia todo aquel que despunta, dado que por supuesto, otr@s (que no su propia triste y vulgar existencia) son l@s culpables de que no se les reconozca públicamente la genialidad que emana de sus santísimos poros (que atrevida es la ignorancia). La total carencia de talento de estos aborregados les crea tal mala sangre, que la soltería y las afecciones cardiacas suelen ser sus compañeros de malavida. Su enfermiza melomanía les hace expulsar espumarrajos por la boca cada vez que (prácticamente a diario) se ven superados por alguien con un mínimo de talento (y en este caso en concreto, Samuel Aguilar les da veinte mil millones de vueltas a cualquiera de estos lelos). Entonces estas tristes personas se dedican a acusar de corruptos, enchufados, etc (sin pruebas, pa qué) a quienes como digo destacan de forma natural, la incompetencia es lo que tiene. Lo bueno de todo esto es que esta gente, como la fruta podrida, no pasan a la historia y este pequeño detalle se (créanme que lo se) que les amarga tanto la existencia que hoy me pienso tomar una buena copa a su salud.
Es muy difícil ser profeta en tu tierra. Sobre todo si tienes formación académica, si has iniciado ya cierta trayectoria profesional fuera de ella y si te marcas un nivel alto de exigencia y compromiso con tu trabajo artístico, que se traduce en una pila de horas de ensayos, investigación, audiciones, consultas, lectura y una dura preparación contínua casi las 24 horas del día. Así hay muchos creadores conejeros (en la música, la danza y la escena dramática) fuera de la Isla. Cuando empiecen a llegar, comenzará la lluvia de piedras sobre ellos. "Pueblo chico, infierno grande", dice el dicho. Más fácil parece que lo tienen aquellos que sin nada de lo anterior se dedican a esto “de la música y la escena", como si el Arte fuese un juego, como un hueco para llenar su aburrido tiempo de ocio, como otro hobbie o, lo que es peor, por pura y absoluta vanidad o postureo. Asociado a todo esto, se encuentra la envidia, el rencor y demás miserias de quienes arrastran un lastre de complejos, resentimientos y otros armariamientos que les impide ser honestos, generosos y críticos con su trabajo. Es lo que tiene ser mediocre o poseer poco talento. Y lo peor no es eso, sino el sentir institucionalizado en mychos ámbitos insulares donde la verdadera escena o la música, la que hay que financiar y apoyar, es la que se ofrece en esos híbridos espectáculos entre oberturas de galas de carnaval o acto de fin de curso camuflado en forma de conciertos de piezas sacadas de un recopilatorio de Clásicos Populares o esas pastelosas reediciones de musicales viejunos con sus gallineros de desafines incluidos. Por todo eso, se crítica a Samuel Aguilar y se hace además con la maldad cainita de sacarle a relucir a su padre. Pero nadie habla del concierto en sí, ni de la calidad interpretativa o de los matices de una compleja composición musical que habla de la Isla con mayúsculas. De eso nadie dice nada. Quizás no se dice nada porque seguramente muchos de los que critican, de eso no sepan casi nada.

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