SOCIEDAD

Reiner Loos, un perseguidor de paisajes a ambos lados de la Bocaina

Llegó a Lanzarote en los años 70, sus postales se convirtieron en un elemento clave para la promoción turística y terminó recuperando edificios en ruinas en Fuerteventura

Reiner Loos, junto a una imagen de César Manrique. Foto: Carlos de Saá.
María Valerón 0 COMENTARIOS 22/11/2020 - 09:36

Cuando se posaron en Lanzarote, los ojos de Reiner Loos ya habían visto el Sáhara, Argelia, Níger, Chad, Mali, Marruecos, Chicago, Las Vegas, Nueva York y el Gran Cañón de Colorado. Eran aún unos ojos jóvenes, de apenas 26 años, pero viejos, curtidos de recorrer mapas. Reiner Loos y Luis J. Soltmann llegaron a Lanzarote en 1976. Aunque nacidos en Alemania, eran hijos de un tiempo solo apto para navegantes, mentes abiertas, cabezas apátridas.

Por entonces, Reiner Loos era solo un soñador. Recién acabados sus estudios en fotografía señaló Lanzarote en el mapa y le dijo a Soltmann, amigo inseparable desde la infancia con el que ya había pisado tres continentes: “Luis, tenemos que ir allí”.

Él no sabía que poner su dedo índice sobre Lanzarote aquella tarde iba a ser el inicio de la carretera más larga que había recorrido hasta entonces. Si le preguntan hoy por el chico que fue, se ríe: “Vive en mí, no puede entender cómo hemos llegado aquí y cada mañana se sorprende: ‘¡Caramba, Reiner!’, me dice cuando paseo por Betancuria”. Porque la historia que comenzó en Lanzarote hoy se desarrolla en la villa histórica majorera, donde Loos ha construido una vida que no podía imaginar.

Esta es la historia de Reiner Loos, el joven trotamundos que llegó a Lanzarote en el 76 con una Volkswagen de nueve plazas, también la del primer fotógrafo que realizó postales de Lanzarote, primero, y Fuerteventura, después, pero, además, esta es la historia del empresario que construyó un imperio de Betancuria a Vega de Río Palmas respetando el paisaje, el patrimonio y la arquitectura tradicional majorera.

Amar y vivir del paisaje

Creían, ingenuos, que la tierra no tenía fronteras, no existía para ellos la administración, ni los permisos de residencia o impuestos de circulación: el mundo era un espacio amable que transitar. Por eso, al llegar a Lanzarote, Reiner Loos y Luis J. Soltmann encontraron un territorio abierto, lleno de oportunidades para los ojos de un fotógrafo y un diseñador gráfico. Su primera idea fue realizar un Safari fotográfico para turistas en el Parque Nacional de Timanfaya con su Volkswagen T1, una idea que la realidad les quitó de las manos: no tenían permisos para trabajar o residir en la Isla y necesitaban, en la época, permiso de servicio público para transporte.


Safari fotográfico en Lanzarote, organizado por Reiner Loos y Adrian Vam Hal. 

Su primera idea fue realizar un Safari fotográfico para turistas en Timanfaya

“Esta fue una idea que se pudo rescatar tiempo después, junto a Adrian Vam Hal, aunque con dos Land Rovers y en distintos paisajes, claro”, recuerda ahora Reiner, que cuenta que la desilusión inicial de no poder realizar sus rutas fotográficas no evitó que se quedaran en Lanzarote. “Es tan increíble contarlo ahora. Hacíamos todo sin pensar, de forma tan naif, tan ingenua, pensando solo que queríamos estar bien y sin hacer mal”, sonríe. Decidieron quedarse tres meses y disfrutar del paisaje, fotografiar todo, del amanecer a la noche. Así nació su proyecto Multivision.

“De vuelta en Alemania reunimos las fotografías y preparamos un reportaje de la Isla; volvimos en un Citroën Mehari lleno: dos proyectores, un magnetófono, música, altavoces y nuestras fotografías. Los directores de los tres hoteles que había en el momento estaban ilusionados con el documental y empezamos a proyectarlo por la noche”, cuenta Reiner. Se refiere a los hoteles Fariones (Puerto del Carmen, inaugurado en 1966), Gran Hotel (Arrecife, 1968) y Salinas (Costa Teguise, 1978), los espacios turísticos de importancia en la época, en plena irrupción del sector. “Así empezó la vida en Lanzarote”. A la proyección se sumó el cine de Puerto del Carmen, donde los turoperadores del momento (TUI, Neckermann, Alltour) comenzaron a llevar también a turistas para vender excursiones.

“Fueron tiempos de sobrevivir sin pensar; Luis hizo dibujos de Timanfaya y también hacíamos collares con el grabado de estos dibujos para vender en tiendas de souvenir”. La gran oportunidad inesperada llegó de TUI y Neckermann: era 1979, y Reiner se convertía en el fotógrafo de los dos grandes touroperadores en Lanzarote.

Las primeras postales

Quien sabe leer la economía no necesita atajos. En 1979, la eclosión del sector turístico empezaba a evidenciarse en Lanzarote. Los ojos despiertos de Reiner lo veían; invirtió el dinero de su trabajo en TUI y Neckermann en una posibilidad de negocio fotográfico: crear postales con imágenes de la Isla.

Aconsejado por un amigo, decidió probar tímidamente con diez fotografías: un anciano en una ventana, una puerta verde con un geranio, algunos paisajes y pequeñas imágenes representativas del día a día de Lanzarote. En una semana había vendido toda la primera tirada de postales solo en la recepción de los hoteles, así que mantuvo el negocio y llenó los supermercados con expositores. El primer año consiguió vender alrededor de cien mil.

Dice que durante años no pudo cortar el cordón que lo unía a Lanzarote

Fueron las primeras imágenes profesionales de paisajes de la Isla que se comercializaron. Tras los trabajos de Reiner Loos y Luis J. Soltmann, pioneros, iniciaron también su andadura en esta época los fotógrafos Tulio Gatti y Andrés Murillo. “Nosotros cuatro éramos todo el trabajo fotográfico de postales y paisajes en esta época en Lanzarote y Fuerteventura: cuatro fotógrafos, todo el mercado”, recuerda Reiner.

“Era un diseño sencillo: marco blanco, cartón. Imprimíamos nosotros y vendíamos directamente”. Sumaron al negocio el diseño e impresión de mapas turísticos de la Isla, dibujados a mano por Soltmann, y pequeñas guías turísticas de bolsillo. “En la época hacíamos todo por mensajero, con imprenta en Gran Canaria; eso complicaba mucho el trabajo, así que cuando el representante de Canon apareció con aquella máquina fax, compramos. ¡Era magia, magia!”. Esta magia fue la primera máquina de fax de la Isla: “Hacía mucho ruido, nosotros y todos los que pasaban la mirábamos asombrados cuando llegaba algún mensaje, era muy increíble. ¡Qué tecnología!”, recuerda.

El trabajo fotográfico cruzó el estrecho de la Bocaina y se instaló en Fuerteventura, de la mano de un distribuidor majorero que conoció del éxito de venta de postales en Lanzarote. Así puso Reiner su primer pie en la isla oriental del sur, en 1980, pero no fue hasta 1990, movido por una necesidad personal de cambio, que decidió trasladarse a Fuerteventura.

30 años en las islas

“Desde el principio quería Betancuria, venía a menudo y disfrutaba del paisaje. Pensé que este era un buen sitio para comprar una casa e instalar una sala para mi proyecto de proyección audiovisual Multivision”. Y lo hizo, aunque se entretuvo; lo que comenzó siendo una búsqueda de un espacio para proyectar un nuevo documental de paisajes (ahora de Fuerteventura), acabó siendo el descubrimiento de lo que hoy es la Casa de Santa María: una vivienda casi en ruinas en el casco histórico de Betancuria que decidió comprar, restaurar y convertir en restaurante. Con los beneficios del restaurante se lanzó a comprar otra vivienda colindante, que también restauró posteriormente, en este caso para montar su sala de proyección.


Reiner Loos y Luis J. Soltmann en Las Vegas, en 1972.

Su último proyecto es La Casa de la Naturaleza en Fuerteventura

“Cuando yo expliqué a mis amigos de Lanzarote lo que quería hacer me dijeron: ‘¿Aquí? ¿En este pueblo de nada quieres invertir tanto dinero para estas ruinas? Ni loco’. Pero este era un lugar bonito y un paso estratégico para los turistas”.

Hoy, el casco histórico de Betancuria está formado por sus propiedades, diferentes inmuebles que a lo largo de los años restauró y dio uso turístico: Casa de Santa María, la sala de   proyección documental Multivision, varios pequeños negocios de restauración y tiendas de souvenir, un espacio para artesanos e incluso un pequeño museo de la flora y fauna del Parque Rural de Betancuria.

Amante del paisaje y del patrimonio arquitectónico de la Isla, Loos ha continuado aumentando su patrimonio, restaurando diferentes viviendas también en Vega de Río Palmas para nuevos negocios de hostelería, entre ellos su último y más ilusionante proyecto, La Casa de la Naturaleza, donde quiere promover la actividad artística con una sala de exposiciones y con un espacio específico para la música. Ahora, cuenta, está inmerso en la restauración de varias viviendas en Betancuria para crear un hotel rural.

Dice que durante años no pudo cortar el cordón que lo unía a Lanzarote, como si, emocionalmente, Fuerteventura y Lanzarote hubieran sido una única Isla. Con los años, Fuerteventura lo atrapó y hoy asegura que no hay nada que le haga arrepentirse de todos los pasos dados: “Estoy feliz, de verdad feliz, con que este camino me surgiera: cuando abro la puerta de mi dormitorio y veo esta luz me siento agradecido, me despierto cada mañana y siento que sigo eligiendo voluntariamente cada día quedarme aquí, con esta luz, en Canarias”. Quizás fue justo esta luz de Lanzarote y de Fuerteventura lo que lo atrapó desde el inicio; al fin y al cabo la luz, precisamente la luz, es el corazón de un fotógrafo.

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