DESTACAMOS

Ponte en sus pezuñas

Una actividad con perros de la protectora TheKennelKlub persigue el desarrollo de habilidades sociales de los internos de la unidad terapéutica de la prisión de Tahíche

Algunos de los participantes en la actividad, junto a los perros y los voluntarios de TheKennellKlub.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 15/03/2019 - 09:07

Una de las tareas encomendadas a los 17 internos del módulo terapéutico del centro penitenciario de Tahíche que participaron en la actividad UTECAN, con perros, fue leer la conmovedora historia del libro Angelique. Se trata de un relato escrito por Laura Johnson, en primera persona, dirigido a un perfil infantil y editado por la protectora de animales TheKennelKlub. En él se narra, “en un lenguaje apropiado para el público infantil”, la sufrida vida de esta perra podenco, que fue rescatada por la asociación, “tras vagar posiblemente muchos días”, con los ojos salidos de sus orbitas y el cráneo partido en tres.

Esta actividad, que por primera vez lleva a canes al centro penitenciario de Lanzarote, fue impulsada por el funcionario de prisiones Urko Pinto e impartida por la adiestradora e instructora canina Rina Karol Rey, que es voluntaria de la protectora. Las actividades se llevaron a cabo en cuatro sesiones, incluyendo una parte teórica y otra de juegos. Así, a las preguntas de Rina sobre los sentimientos que la historia de Angelique les había provocado, los participantes reaccionaron de forma muy distinta: “Tristeza de ver lo que el ser humano es capaz de hacerle a un animal”; alegría “porque al fin y al cabo la perra es ahora feliz, ha desarrollado el olfato y ha dejado atrás el pasado, con personas que sí la cuidan” o “rabia e impotencia” por el hecho de que el maltrato “quedara solo en una multa”.

Angelique es ciega al haber perdido sus ojos, lo que la hace “mucho más insegura ante la presencia de nuevos entornos y estímulos”, explica Rina. Por ello, los internos debieron permitir que el animal les oliera la mano y tomara confianza, si bien interactuó solo algunos minutos en el taller. No obstante, la instructora canina explica que la perra aun con sus condiciones “caza lagartijas y sube escaleras corriendo y con seguridad” porque reconoce el entorno, gracias a su habilidad olfativa, habilidad que compensa la falta de órganos oculares. “Así somos también nosotros, los seres humanos, que contamos con muchas habilidades que pueden ayudarnos a superar situaciones en las que estamos en desventaja, ya sea física, psíquica, sensorial, como le ocurre a Angelique, o social”. El programa que se llevó a cabo con los animales acogidos en la protectora persigue, precisamente, desarrollar estas herramientas sociales en los internos, extrapolando el ejemplo de perros que no cuentan con todas sus capacidades, como es el caso de la protagonista del libro.

Estas habilidades pasan por la empatía, “capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona”; la inteligencia emocional, “que permite a una persona gestionar y dirigir sus emociones y no transmitir ira u otras actitudes”, explica Rina; la asertividad, “habilidad para comunicar nuestros pensamientos de forma clara, directa y franca, sin hacernos vulnerables, para despertar empatía en los demás”; la capacidad de escucha “o escucha activa, para comprender lo que quieren decirnos”; además de capacidad para definir un problema y evaluar soluciones, para la negociación o para disculparse. Es decir, ser conscientes de los errores cometidos y reconocerlos”, resumió Rina.

La experta canina asegura que todo lo lleva “al mundo del perro”, que los animales poseen grandes habilidades y que, con paciencia y adiestramiento, “podemos obtener magníficos resultados”.

Las actividades han fomentado en los internos el trabajo en equipo, la resolución de conflictos, la comunicación, la capacidad de escucha y el autocontrol 

Aunque la presencia de Angelique en el centro fue la gran sorpresa en el último día de la actividad, fueron los bulldogs Kira y Moses los compañeros de faena de los participantes durante la última de las sesiones, ambos salvados por la protectora y con historias que no dejan en buen lugar a la especie humana. Kira, de seis años, y Moses, de cuatro aproximadamente, llegaron hace pocas semanas a la protectora, ambos con problemas de salud en oídos, ojos y piel, “repitiéndose así las historias de abandono por situaciones familiares, viajes, por falta de tiempo y muchas excusas más”, indica Rina.  En las primeras sesiones de la actividad UTECAN los internos de la prisión también contaron con la presencia de India, Lavazza, Kandi (podencos canarios) y Malva (american stanford) todos en situaciones de abandono y rescatados por la asociación TheKennelKlub, cuyos voluntarios luchan por concienciar sobre la tenencia responsable de animales.

Las responsables de la protectora explican que muchas de las actividades realizadas han fomentado en los internos el trabajo en equipo, la resolución de conflictos, la comunicación, la capacidad de escucha, el autocontrol, la coordinación, la creatividad y la empatía con los animales y los humanos. “Y, en lo que respecta a los canes, podemos mencionar que disfrutan saliendo de sus jaulas, que por unas horas cambian de entorno, socializan y también hacen una gran labor dando su amor incondicional”, cuentan.

La ultima parte de la sesión UTECAN discurrió en el patio, donde los participantes pudieron vivir en primera persona las dificultades de comunicación que sufren los perros ciegos, con un juego en el que tres de los internos se vendaron los ojos mientras el resto daba indicaciones solo con silbidos y palmadas para que realizaran una trayectoria determinada.

La experiencia no fue gratificante para ninguno de los voluntarios: El Medhi se sintió “muy inseguro y vulnerable sin poder ver nada”, aunque intentó tranquilizarse y “desarrollar el oído hasta trabajar con calma y confianza en los demás”.  Ronald dijo sentirse “agobiado con tantas voces dándome órdenes”. Cree que hubo un fallo de comunicación porque “no es lo mismo oír a una persona que a varias y fue frustrante porque quería hacerlo bien”, explicó. También David se sintió “inseguro, ya que cada paso que daba era erróneo”.  Rina puso de manifiesto, tras escuchar estos comentarios que así es “como se sienten los animales en muchos casos”.

La actividad UTECAN es una réplica “a pequeña escala” de los programas terapéuticos con perros que se desarrollan en otros centros penitenciarios. “Nosotros tratamos de trabajar aquí la solidaridad”, indica Urko Pinto, el funcionario de prisiones que coordina la actividad que él mismo ha impulsado e incluso bautizado. “Los residentes ya realizan acciones de ayuda a otras entidades. Las pasadas navidades hicieron juguetes que después se hicieron llegar a Cruz Roja o el Hospital, y también se han producido figurillas de marquetería como flores o pulseras, que se vendieron en los mercadillos para recuadra fondos para la protectora. El objetivo es que no solo reciban ayuda o cursos de estas entidades, sino que haya una correspondencia”, indica el coordinador de la actividad.

No obstante, Urko se erige en portavoz de sus compañeros, pidiendo a la administración “más formación y sobre todo más personal. “Creo que debemos de ser el único gremio de funcionarios que reclama cursos para realizar su labor. Hay que tener en cuenta que no somos terapeutas”, dice.

La voluntad y el ánimo de los funcionarios hace posible muchas veces que la población interna de la unidad terapéutica pueda acceder a experiencias normalmente vetadas en prisión, como el desfile de modelos que se realizó hace unos meses con presencia de público del exterior, o esta actividad con canes.

“Hacía años que no veía un perro, es lo que más añoro de la calle”, dijo Antonio, uno de los reclusos, al finalizar el taller y tras la entrega de obsequios a la protectora de TheKennelKlub.  El joven Elvis agradeció profundamente la labor de las voluntarias: “Me ha gustado mucho conocer a personas como ustedes, que sienten un amor maravilloso por los animales y emplean su tiempo en transmitírnoslo”.  Antonio preguntó a Laura qué le motivó a crear la protectora. “Pedí durante años un perro a mis padres y nunca lo tuve, así que fui adoptando gatos hasta alcanzar la cifra de quince, pero solo tuve perro cuando alquilé mi primer apartamento. Después, en Lanzarote, rescataba los que podía de la perrera para evitar su sacrificio legal, estipulado a los 21 días. Hoy por hoy gracias al trabajo realizado por las diferentes protectoras, algunos particulares y el crecimiento en la educación y la concienciación ya no se sacrifica casi ninguno. Empezamos poco a poco y ahora, aunque hemos crecido y contamos con voluntarios, sigue siendo imposible salvar a todos.  Así que nos proponemos actuar en el momento presente. No existe el pasado ni el futuro, hacemos lo que está en nuestra mano ahora”, contestó Laura.

Todos los participantes se mostraron interesados en colaborar con la protectora. “Espero volver a verles, pero fuera”, dijo Laura, que les informó de la ayuda que pueden prestar a los animales, a pesar de estar privados de libertad. “Pueden seguir elaborando objetos para venta, pueden hablar con sus familias sobre lo que han aprendido sobre los animales, compartir las fotos que publica la asociación de los perros que esperan un hogar y, cuando salgan, venir a pasearlos de vez en cuando”, dijo.

Urko aseguró que la colaboración continuaría con la protectora y agradeció también a los voluntarios haber realizado esta actividad. La pequeña familia perruna se llevó a TheKennelKlub una caseta de madera y varios trabajos de collage con fotos de recuerdo.

Añadir nuevo comentario