Zebensui (Lanzarote,1983) y Daiana (Argentina,1991) montan cada noche la caseta de campaña en el aparcamiento de La Rocar. Duermen allí y pasan la mayor parte del día en un banco de la Calle Real. Desde hace un mes viven en la calle.

No tienen problemas psiquiátricos ni de adicciones. Simplemente, no tienen ni trabajo ni casa. Antes de la pandemia, su situación tampoco era ideal. Vivían en Corralejo, "en un cuarto que no estaba habilitado para vivir", dice Zebensui. Trabajaban ambos sin contrato: ella limpiando casas vacacionales y él haciendo reformas.

Decidieron venir a Arrecife, a la casa de la abuela de Zebensui, pero en esa casa ya no caben. "Viven siete personas", dice Daiana. Con lo poco que sacaban pidiendo se pagaban una pensión una noche sí y otra no, pero hubo problemas de convivencia, se quejaron y les dijeron a ellos que se fueran. Cruz Roja les ha ofrecido dormir en el pabellón de la Ciudad Deportiva pero no se sienten seguros allí.

Reciben comida de una iglesia de Playa Honda y de Emerlan y viven "de la voluntad de la gente". Dicen que por la noche pasan miedo. Lo que quieren es sencillo. Un trabajo y una casa, o una habitación. Porque solo con trabajo, "¿cómo descansas?", se pregunta Zensui, que cree que si le contratan le podrían descontar la vivienda del sueldo.

Zebensui es albañil y ha estado repartiendo curriculums. Este lunes tienen, por fin, cita con Servicios Sociales del Ayuntamiento para tramitar la Prestación Canaria de Inserción, al menos. "La alcaldesa nos vio y nos dijo que iba a ayudar pero no ha pasado más por aquí".

Les pusieron pegas porque aún no están empadronados en Arrecife, pero les dan cita para el padrón en enero. "Deberían priorizar a la gente que está en la calle", dicen.

Daiana dice que salió de Argentina hace dos años para buscar una vida mejor. Su bisabuelo era de Fuerteventura. "Nunca me imaginé vivir así en la calle", asegura.