Lanzarote como materia novelable
(La isla revisada por los ojos de la viajera que vuelve)
Paseo por sus calles principales y contemplo sus edificios de principios del siglo pasado, cerrados, abandonados a su destino, solares vacíos como estercoleros y pequeñas casas familiares que se caen a pedazos, esqueleto de un pasado que se muere abandonado.
Arrecife, como Comala, la ciudad donde habitan los muertos con los que hablo del pasado. Desde el molino de Cabo Pedro, observo el morro desde el que Ángel Guerra soñó con la ciudad de su niñez y el molino era el faro de los viajeros que se iban o volvían.
Desciendo hacia las cuatro esquinas, el cruce multicultural que va a dar a la calle Real. La ciudad como un Macondo donde el tiempo no pasa, y juegan los niños sin canchas deportivas, los colegios siguen de cartón piedra; los barrios abandonados a su suerte y una desidia caribeña que se pasea por sus calle.
Lo surreal y lo grotesco se unen en una novela de Márquez cuyo personaje principal es un político corrupto que acaba siendo pregonero de las fiestas.
Lanzarote es más que nunca materia novelable, una ficción de un paisaje distópico, lunático y errático en un espacio fuera del tiempo, donde los turistas duermen en hoteles sin licencia, pasean por playas privadas y retozan en sus piscinas y bañeras. Mientras, hay pueblos sin agua durante semanas.
O una novela policiaca, tan en boga, en la que, una agente de investigación de delitos sexuales, descubre una trama de mujeres inmigrantes que viven encerradas, sin poder salir, explotadas sexualmente en pisos y cuartos sin ventanas.
O una novela rural donde refleje la muerte lenta de los campesinos, el abandono de las tierras, el malestar social por las desigualdades que sufren entre el precio de lo que venden y lo que reciben.
O una novela apocalíptica, en la que la trama sea la explosión de un cráter volcánico, usado como vertedero de basura, junto a un yacimiento arqueológico de antiguos pobladores y el humo tóxico acabe lentamente con los habitantes de la isla.
Razones no faltan para hacer de Lanzarote materia simbólica y novelable que espera ser reinventada, una isla que no ha perdido su carácter onírico y surrealista, un microcosmos que refleja lo que un día fuimos y a adónde nos dirigimos.
Cuando la calima la envuelve y se hace de noche, la isla se vuelve la protagonista de un cuento de las Mil y una noches.
Comentarios
1 Pablo Hernández Vie, 07/06/2024 - 15:21
2 El Chacho Dom, 09/06/2024 - 15:36
3 Edelmira Sáb, 22/06/2024 - 12:34
4 El Prometido Dom, 23/06/2024 - 11:45
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