Los plásticos que las corrientes depositan en la playa del Ámbar, en el norte de la isla de La Graciosa, pueden haber estado hasta tres décadas flotando en el mar hasta haber quedado reducidos a fragmentos de escasos milímetros, según sugiere su decoloración y composición química.

Así se destaca en un estudio de 11 investigadores de las universidades de Alcalá de Henares y Autónoma de Madrid publicado en la revista especializada Marine Pollution Bulletin.

El estudio analiza la composición de los microplásticos que la corriente de Canarias arrastra hasta la más septentrional de las ocho Islas habitadas del archipiélago, catalogada como Parque Natural, Reserva Marina y Reserva de la Biosfera.

Para el estudio se tomaron muestras de microplásticos con una malla que tenía de uno a cinco milímetros. Así, se obtuvo en la citada playa una densidad plástica media de 36,3 gramos por cada metro cuadrado.

No obstante, el estudio certifica una “gran variabilidad” en la presencia de los microplásticos a lo largo de los 90 metros de longitud de la playa.

Así, se localizaron desde 8,5 gramos por metros cuadrados de microplásticos en la zona menos contaminada, hasta los 103,4 gramos por metro cuadrado.

Según el estudio las partículas microplásticas se acumulaban preferentemente en la parte protegida por las rocas.

Un total de 9.149 partículas de plástico fueron recolectadas, registradas y medidas, y el 87 por ciento de las cuales correspondían a fragmentos.

Los colores claros y la evidencia microscópica de la intemperie correspondieron a los plásticos envejecidos impulsados por el viento por la superficie de la corriente de Canarias.

La composición química de las partículas de plástico correspondió, en un 63 por ciento, a polietileno, en un 32 por ciento a polipropileno y en un tres por ciento a poliestireno.

Según el estudio, se registraron más partículas de polietileno y polipropileno en las partes más protegidas de la playa, “lo que sugiere una acumulación preferencial de fragmentos más envejecidos”.