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Historias del barrio latino

Una nueva generación de origen sudamericano integra la cada vez más cosmopolita sociedad arrecifeña

Una representación de la comunidad latina se reúne todos los domingos para practicar su deporte estrella: el béisbol, en la modalidad sóftbol. Fotos: Manolo de la Hoz.
Lourdes Bermejo 6 COMENTARIOS 23/09/2019 - 05:33

El chaflán de la calle Triana de Arrecife donde se ubica el bar Tambora es el rincón más simbólico del ya consolidado Barrio Latino de la capital, en pleno centro de la ciudad, entre las calles Portugal, Triana o La Inés. Aunque el dueño del Tambora, Jorge Aramis, es de nacionalidad dominicana y define su negocio como “un pedacito de la tierra” de muchos sudamericanos residentes en Arrecife, tiene una amplia clientela canaria. “Vienen a probar cosas nuevas o, algunas veces, en el caso de los que fueron emigrantes, a reencontrarse con sabores como el de los picapollos, una especie de pollo empanado al estilo KFC, pero con adobo latino, que se pide mucho”, explica.

Las hermanas de Jorge, Olga y Sandra, llegaron al barrio en los años 80, cuando aún podían verse películas en el cine Triana y la calle era el centro neurálgico del ocio nocturno. “Poco a poco se fue imponiendo la calle José Antonio y la comunidad latina se quedó en estos negocios”, indica Jorge, que vive en Lanzarote desde 2007. La música del bar, con ritmos caribeños a volumen considerable, es “el complemento perfecto a la comida” y ayuda a degustar las exquisiteces dominicanas que se sirven, como empanadas de carne o jamón y queso, el tradicional kipe (envuelto de carne molida) o yuca rellena (mandioca).

El empresario asegura sentirse perfectamente integrado en la sociedad arrecifeña, aunque asume que muchos extranjeros “no llegan a aprender a coger la papa aquí”, una frase asimilable al dicho de la vaca no es de donde nace, sino de donde pace.

Jorge tiene dos hijos de 19 y 13 años. Naomi (llamada así porque nació en el año 2000 “cuando Naomi Campbell estaba en el cénit de su carrera”) comenzará sus estudios universitarios en Madrid el próximo curso. El chico, Jorge, es jugador de la UD Lanzarote y, “aunque no es un Messi”, según su padre, siempre juega de titular. Los dos jóvenes se han criado en la Isla y se sienten lanzaroteños, como toda una generación de descendientes de latinos asentados en las dos últimas década, sobre todo en Arrecife.


Jorge Aramis regenta La Tambora, uno de los puntos de encuentro latinos.

De Cafetera (Colombia) es Diana Echeverry, camarera de Tambora hace apenas unas semanas, cuando llegó a la Isla, procedente de Fuerteventura. “Esto me parece más animado”, asegura la joven, que ya suma cuatro años en España. “Fue difícil acostumbrarme, pero estoy encantada”, dice. Su aterrizaje fue, primero, en Madrid. “Eran otras costumbres y la gente me pareció menos simpática que en las islas”, reconoce.

En el bar suena la versión salsera de Ese hombre, el tema icónico de Rocío Jurado. “Es La India”, comenta Diana, en referencia a la cantante puertorriqueña conocida como La Princesa de la Salsa, ganadora de un Latin Grammy y nominada en tres ocasiones al Grammy Americano. Su pasión, como buena colombiana, es la música y el baile. Es habitual del club Jet Set de la calle Manolo Millares, la referencia noctámbula latina de la capital. Antes fue Tropicana, Mogambo y Massai, pero siempre punto de encuentro de los amantes de la bachata, la salsa, el merengue o el más reciente reggaeton.

Mayoría colombiana

El censo de la capital arroja un total de 4.500 personas de procedencia latinoamericana, en su mayoría colombianos (2.844), seguidos de cubanos (756) y dominicanos (636). Estas estadísticas se vienen manteniendo estables desde 2014, con pequeñas variaciones en el censo de la capital, si bien en 2018 las personas de nacionalidad colombiana subieron en casi 700 con respecto al año anterior. Otros vecinos de la capital de Lanzarote procedentes del continente americano son venezolanos (494 censados), ecuatorianos (439), argentinos (441) o uruguayos (342).

La colonia colombiana también se ha asentado en esta céntrica zona de la ciudad, donde han proliferado negocios especializados, como el bar restaurante Los fogones de la negra Sandra, bautizado así por la madre de Geraldine Perea, procedente de Cali. La joven explica que el bar no cierra ningún día a la semana. “Tenemos un menú de lunes a domingo, a ocho euros, que cambia cada día, y que incluye una aguapanela (refresco que se hace con el residuo de la melaza de la caña de azúcar panela que se pone a derretir en agua y al que se echa limón). “Es como un té con limón, muy refrescante en verano”, explica.

Los primeros platos son variados: sopa de guineo (costilla de vaca) o de pollo a elegir, segundos a base de arroz o ensalada “pudiendo escoger entre frijoles o espaguetis” y carnes variadas a la plancha. También hay arepas, “que son venezolanas, pero se come mucho en Colombia”; empanadas; papas rellenas; bofe; chorizo colombiano; huevos pericos, que se hacen revueltos con cebolla y tomate o aborrajado, un plátano maduro con queso por dentro.


Dora González y Ever Hurtado, de Cali.

“Algo muy tradicional es la bandeja paisa originaria de Medellín, que contiene arroz blanco ensalada, frijoles, huevo frito, carne molida, una arepa, un chorizo y un patacón de plátano de un chicharrón”, un plato contundente que es la bandera de la gastronomía de la zona. Los domingos son el día especial en La negra Sandra porque hay sancocho de gallina “y es algo que se come mucho en Colombia, con gallina guisada y sobrebarriga (carne de la res, extraída de debajo del cuero y por encima de las costillas). El menú se sirve desde la una, pero las peticiones se suelen alargar hasta las ocho o nueve de la tarde, aunque “a veces, si la comida se acaba a las seis, no volvemos a hacer más sopa”, apunta Geraldine.

Ever Hurtado, Dora González y su hija Ana Lucía son clientes habituales y no se pierden el sancocho dominical. Procedentes de Cali, la familia lleva 15 años residiendo en Lanzarote. Ever trabaja como pedrero para el Cabildo y Dora en el sector de la hostelería. Ambos están “encantados” en la Isla, pero no olvidan sus orígenes, donde siempre hay un lugar reservado a la gastronomía. Comparten sabores de la tierra, optando por un segundo de arroz y frijoles y gallina sudada.

Geraldine sirve los platos en el animado local de la calle Triana. A sus 26 años, lleva diez en España y es madre de dos niños mellizos de seis años. Estudió ESO “y la mitad del Bachillerato” que se está planteando acabar. Su vida es “la normal” de una chica de su edad. Le encanta bailar y viajar y, aunque no tiene mucho tiempo, también procura ser constante en el gym. La joven forma parte de una nueva generación de chicos y chicas latinoamericanos que han crecido en Lanzarote y se sienten isleños. Algunos, incluso, son ya emprendedores de éxito.


Johan Camacho y Axel Dominike.

Si hay un negocio boyante en el paisaje comercial latino de Arrecife es el de las peluquerías, con la reciente tendencia de la barbería. Una de las más punteras de toda la capital es Barber Shop Dominike, regentada por el joven ecuatoriano Axel Dominike, que se encuentra unas calles más arriba, en el barrio de La Vega. A sus 21 años, el joven empresario ha logrado hacerse un hueco en el sector, e incluso ha impuesto la moda de ofrecer actividades de ocio en la zonas de espera entre los negocios del ramo en Arrecife. La amplitud del local hace posible contar con una mesa de billar, que es un auténtico reclamo. “Se nos ocurrió dar esta opción a los clientes”, explica Axel. Al principio se pensó en una play station, “pero al billar pueden jugar cuatro personas a la vez”, explica.

A pesar de su juventud, Axel es un triunfador en su sector y su barbería da trabajo a cuatro chicos, pero asegura haber estado “pendiente de las deudas” al iniciarse en el mundo empresarial. De formación autodidacta, ahora piensa en profesionalizarse. “Solo he asistido a una master class de Valentín Reyes, para mí uno de los mejores de la Isla, sobre todo con las texturas y corte a tijera”, explica. Axel empezó a cortar el pelo para financiar sus propios pelados. “Me gustaba ir cada semana a la peluquería, pero mis padres no me daban el dinero cada siete días, así que me fui fijando en el oficio y empecé a pelar en casa”, cuenta. Después, trabajó en varias barberías hasta que montó la suya. “Cuando esté un poco más asentado, me gustaría formarme en técnicas como el color, que me gusta mucho”, explica. Prefiere centrarse en la peluquería masculina, aunque reconoce que con las mujeres “se gana más dinero”, bromea.


Johan fue tiroteado junto a su padre.

Entre los empleados, Axel cuenta con un amigo de la infancia, Johan Camacho, de nacionalidad colombiana, que llegó a los cinco años a Lanzarote. “Solo he podido volver dos veces a mi país”, asegura. Su salida no fue precisamente voluntaria. “Mi familia tuvo que huir. Nosotros somos del barrio de San Nicolás en La Hoya, Cali, y sufrimos un atentado”, cuenta, indicando que su padre estuvo grave varias semanas y él mismo fue alcanzado por una bala. También fallecieron en otros ataques su abuelo, su tío y su primo.

Ahora, Johan es el ejemplo perfecto de superación. No tiene otro hobby que su trabajo. “Axel y yo no somos como un jefe y un empleado”, asegura. “Cuando salgo de la barbería, paso bastantes horas en casa actualizando las redes sociales del negocio, cuidamos mucho la difusión”, explica. Se siente tan orgulloso del éxito de Barber Shop Dominike como su propio dueño y cree que el estilo desenfadado del local ha creado escuela. “Nos copiaron lo del billar y ahora hay futbolines y otras cosas en las peluquerías de Arrecife”, dice.

“El reggaeton se volvió vulgar, cambiando las letras y hasta el ritmo”

David Saavedra y Lailin Correa desayunan cada mañana en la cafetería Ricopan, en la calle Juan Negrín de Arrecife. Son compañeros de clase en Microsistemas, donde realizan un curso de instalación de ordenadores, y aprovechan el descanso para degustar los exquisitos dulces con sello sudamericano, como las reinas, pandebonos, buñuelos, pan de yuca, panitos de queso, pancocos o chicharrones (de hojaldre).

Los dos jóvenes, de 21 y 22 años, se conocen desde pequeños y estudiaron juntos en el IES Blas Cabrera. Ambos llegaron desde Colombia y Ecuador, sus países de origen, a muy corta edad y se han educado y criado en la Isla.

Aunque dicen adorar la música y el baile, ambos rompen el arquetipo de joven latino amante del reggaeton. “El problema es que se comercializó y hasta cambió de ritmo. Cuando nació, era un género musical más reivindicativo en las letras y con un ritmo hip-hop que ya no tiene. Era, en realidad, más ritmo que palabra. Puede decirse que se ha vulgarizado”, explica este amante de los ritmos latinos.

En sus inicios, la violencia de barrio y la denuncia política fueron los temas habituales del reggaeton, aunque después se impuso el relato erótico, que se ha tildado de sexista. Lailin comparte la opinión de su amigo, incidiendo en la temática, posiblemente el aspecto menos atractivo de esta expresión musical de las comunidades urbanas de las Américas. “Es cierto que resulta vulgar”, subraya la joven.

Los dos amigos son habituales de Jet Set, el club más popular entre los seguidores de los ritmos latinos. “De vez en cuando, vamos a bailar y a escuchar bachata, salsa o merengue”, dicen, contando que sus intérpretes preferidos de estos géneros son Yoskar Sarante, dominicano estrella de la bachata, fallecido a causa de una enfermedad pulmonar el pasado mes de enero y Canserbero, el enfant terrible del rap venezolano, muerto en extrañas circunstancias en 2015. David y Lailin se ríen comentando que no tienen ídolos vivos. La buena noticia es que, a su edad, tienen toda la vida por delante para conocer nuevas estrellas de la música.

Comentarios

ESTA GENTE SI QUE SON BIENVENIDAS A NUESTRAS ISLAS.
La integración no pasa por crear Barrios con nombres de procedencia . "DEL ESTE , CHINO, LATINO, PENINSULAR , MAJO. ....."
La integración lleva aparejada la aceptación e inclusión de las formas y normas de vida del lugar que les acoge. Hay gente fantástica , ciudadanos con todas las letras pero hay muchos que se creen con derecho a vivir y hacer lo que les da la gana . Pasear por la calle Triana es el ejemplo : la música a todas horas y a volumen de ensordecedor que impide el descanso de vecinos ; tertulias callejeras ( con ruido y alcohol ) aceras como si fueran únicos y así otros ejemplos . Bienvenidos , pero que no olviden donde están .
No se adaptan a este País jamás, hacen pan, comidas de tos clase, helados, tartas, arepas, cobran en los salones donde dicen dar su misa el famoso diezmo, traen ropa de su país, sus bebidas, todo esto de forma ilegal son pagar impuestos de ninguna clase, el [...] no tenía permiso de apertura, para ellos las puertas abiertas y para los nativos problemas.
Buen artículo, felicidades!. Si le dicen así ya al barrio, no es problema. Es respetuoso y se trata de poner el foco en el aporte positivo y la vida trabajadora de una generación de emigrantes. Habrá habido barriadas con muchos canarios en Venezuela y Cuba, y habrá olido a sancocho canario, yo espero que los trataran bien.
Tener presente que ni los dominicanos ni cubanos son suramericanos

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