Una de las personas que ha solicitado el Ingreso Mínimo Vital en Lanzarote es Yoli. Su situación personal comenzó a torcerse antes del confinamiento. La familia ha conocido el desempleo, la enfermedad y un desahucio. Ahora, toda la familia está dividida.

Son de Lanzarote pero habían decidido irse a Sevilla a probar suerte, tras el desahucio. Llevaban cuatro años viviendo en la casa hasta que la propietaria quiso recuperar la vivienda para arreglarla. Su marido trabajaba como planchista y ella llevaba diez años con Grevislan en los convenios de acondicionamiento de márgenes de carreteras del Cabildo, pero la enfermedad de su hija pequeña se cruzó en el camino.

Su hija tiene un cáncer y está esperando una operación de corazón. Le falta un riñón y es inmunodeprimida. Esa situación afectó a Yoli, que también necesita un transplante de piel en las axilas, por hidrosadenitis supurativa, unos bultos provocados por los nervios . “Se me ha descontrolado y esto se ha desbaratado”, dice. “Lo tenía todo al rojo vivo porque seguí trabajando”.

Por esta situación sanitaria, desde Sevilla se pusieron en contacto con el Gobierno de Canarias. “Teníamos todas las papeletas para que fuera mal si nos contagiábamos”. Volvieron a Lanzarote en medio del estado de alarma, pero sin casa.

Ella está en una vivienda con sus dos hijos menores, su marido está con su madre y su hijo mayor en otra casa. A su marido se le acaba ahora el paro y le han prometido que lo volverán a contratar. Ella dice que en cuanto se recupere podrá volver a trabajar. “Lo tuve que dejar porque no estaba bien y podía pasar algo, tenía personas a mi cargo, pero cuando mejore no creo que tenga problemas”.

“Lo más urgente es encontrar una casa”, dice Yoli. Cuando les echaron de la anterior, les ayudó el cura de Tías porque “las casas están por las nubes”. Dice que en servicios sociales de Arrecife le dijeron que no eran una inmobiliaria pero que los niños no se podían quedar en la calle y que se los iban a quitar.

“Imagínate -dice- que vas a pedir ayuda y te dicen eso, mis hijos estaban perfectamente pero yo no he vuelto allí a pedir nada, me da miedo, salí corriendo de allí”.

La situación es apremiante. No cuenta con más que 430 euros para pasar el mes y necesita encontrar una casa. “Quiero que estemos todos juntos y esto un poco duro”, asegura.