El cráneo de Jameos y el esqueleto de La Chifletera son restos humanos de hace 18 siglos que pertenecen a personas que murieron de forma violenta

Crímenes (casi) resueltos en el túnel de la historia
El cráneo de Jameos y el esqueleto de La Chifletera son restos humanos de hace 18 siglos que pertenecen a personas que murieron de forma violenta
Los dos estaban en la colección que se expuso primero durante años en el Castillo de San Gabriel y después pasó a la custodia del Cabildo de Lanzarote, pero sin acceso al público. Ambos son hallazgos de finales de los años sesenta y de los años setenta en dos zonas bien alejadas una de otra y a ninguno de los dos se les ha puesto un nombre familiar, como les ha ocurrido a otros restos humanos dignos de estudio.
Son el esqueleto de La Chifletera y el cráneo de Jameos, denominados así por el lugar en que fueron hallados. El primero era un hombre y el segundo, una mujer. Los dos son los restos humanos más antiguos que se han analizado en Canarias, junto a otros restos en La Gomera. Pertenecen a individuos que vivieron en la Isla sobre el siglo III de nuestra era.
“Son muy especiales porque no hay muchos antecedentes y lo que los hace especiales es precisamente la datación. Son restos que nos sitúan en los primeros pobladores del Archipiélago, en los primeros momentos, los primeros estadios de colonización”. Esto lo dice Verónica Alberto, arqueóloga forense, que ya publicó los resultados de estos estudios hace varios meses en la revista Quaternary Science Rewiews.
La investigación surge por el interés de la empresa Tibicena, Arqueología y Patrimonio y la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias. “Los restos estaban descontextualizados, sin estudiar y quisimos llevar a cabo su estudio”, apunta. A los restos no se les había hecho la prueba del Carbono 14, que sirve para datar su cronología. “Hay que decir que en Lanzarote son muy escasos los restos de los aborígenes, hay muy pocos”, señala Alberto.
No llegan a cincuenta individuos teniendo en cuenta que se trata de más de dos mil años de historia, y que, probablemente, algunos de los restos hallados, guardados y aún no analizados tampoco sean de aborígenes, sino de otros individuos que llegaron después de la conquista. El primer paso, por tanto, es ordenarlos y comprobar de qué fecha son y a quienés pertenecen.
En los dos casos los investigadores se encontraron con violencia física, con signos o síntomas de violencia física. Las huellas sobre los restos delatan que se trata de muertes violentas extremas. Sólo falta saber por qué.
Como dos puzles incompletos, de uno, de la mujer, solo se tiene el cráneo y del otro, solo el esqueleto. En el primero, el de la mujer, la hipótesis principal es que se trata de una ejecución. “Hay heridas contundentes que van más allá de la intención de matar, hay un ensañamiento”. Hay lesiones con elementos contundentes, romos, de madera o de piedra. Y esas marcas son compatibles “con la forma de resolver los conflictos de los aborígenes mediante las ejecuciones”.
A ella le rompen la nariz, le clavan algo en la cara, le rompen el maxilar, el pómulo y, además, de forma rotunda, el lateral derecho de la cabeza. Hay dos golpes muy severos y uno de ellos, en la base del cráneo, se puede identificar en la literatura forense como un ajusticiamiento “porque la víctima tiene que estar agachada, con la cabeza inclinada y probablemente inmovilizada”. Y eso coincide con lo que se sabe sobre los ajusticiamientos.
La mujer, o su cráneo, se encontró en los Jameos del Agua en 1977, en una de las fases de acondicionamiento de la obra principal de César Manrique. En las crónicas periodísticas se habla de la aparición de un esqueleto completo y es posible que sea este. Pero después no se sabe más del esqueleto y solo se conserva el cráneo.
“En Lanzarote son muy escasos los restos de los aborígenes, hay muy pocos”
“No sabemos si está institucionalizada o no la pena de muerte o si ya por entonces la traen los pueblos bereberes o líbicos o si esto es un abuso de poder y no un ajusticiamiento”, asegura la investigadora forense. Si se trata de un ajusticiamiento, la hipótesis principal es que sea una práctica heredada de los pueblos colonizadores que ya la practicaban en África. Si esto es así finalmente, la investigación también puede aportar luz sobre los aspectos de la organización social de esos pueblos africanos originarios, de los cuales se sabe muy poco en este sentido. No obstante, hay investigaciones que describen que esos pueblos africanos ya tenían pena de muerte, pero quedan muchas lagunas sobre cómo vivían y se organizaban y todas estas investigaciones pueden ayudar a arrojar algo de luz.
En el siglo XI o XII, en Fuerteventura, en Lanzarote y en Gran Canaria hay evidencias de ajusticiamientos similares, así que es posible que los aborígenes mantuvieran el castigo de la pena de muerte. No se saben los motivos y menos aún si la persona ajusticiada era o no culpable y de qué, pero sí resulta extraño que una mujer sea ajusticiada de una forma tan violenta. “Es llamativo”. Tenía entre 18 y 25 años.
Arma blanca
El otro caso es bien distinto. Se trataría de un hombre de entre 25 y 35 años. Falta el cráneo, pero se conserva una gran trenza de color castaño de unos cincuenta centímetros de longitud. Este esqueleto lo encontraron unos espeleólogos sobre el año 1968 en un tuvo volcánico junto a la localidad de El Golfo, que se denomina La Chifletera.
Está bien conservado porque estaba en un tubo volcánico y es raro que no se haya encontrado el cráneo. El lugar es de difícil acceso, tanto por mar como por tierra y los investigadores consideran que es difícil introducir allí un cuerpo una vez muerto. Pero no se sabe mucho más.
Uno puede ser un ajusticiamiento y el otro murió atacado por la espalda
Lo que se sabe, analizando la herida, es que se produjo con un arma blanca, con un elemento cortante de metal, y eso no es poco porque quiere decir que probablemente lo mató alguien que no era aborigen, porque los aborígenes no tenían armas de metal, así que era alguien que llegó de fuera. El arma es una especie de daga de doble filo, que no es frecuente, y la víctima fue atacada por la espalda. Recibió al menos nueve puñaladas por lo que hubo una intención evidente de matar.
En definitiva, son dos modelos bien distintos de violencia en una época muy temprana de la colonización de las islas orientales, o de todas las islas, en general. “Nos reflejan escenarios históricos que nos hablan más allá de que fuera un enfrentamiento entre dos personas”, destaca Verónica Alberto.
Nos dicen, probablemente, que la Isla ya estaba poblada de forma estable, aunque es cierto que había muy poca población, una característica que se mantiene durante muchos siglos. También nos dicen que, aunque fueran pocos, estaban repartidos por toda la Isla, porque los puntos de los hallazgos son muy distantes entre sí y en una fecha muy cercana. Son contemporáneos o al menos puede que lo fueran. Probablemente, o con seguridad, el Archipiélago fue visitado mucho antes de forma constante, pero sin que se estableciera una población hasta la era posterior a Cristo.
Costilla izquierda con dos cortes producidos por apuñalamiento por la espalda.
Autores
La investigación fue sufragada por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias en el marco del proyecto ‘Estudio Histórico de los restos bioantropológicos de La Chifletera y los Jameos del Agua’. También forma parte del proyecto, aún en curso, titulado ‘Semántica de la violencia en las sociedades indígenas de Canarias’, subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España.
El estudio fue realizado por el equipo de Tibicena: Arqueología y Patrimonio, con Teresa Delgado conservadora de El Museo Canario y Javier Velasco, inspector de Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria. Los autores son Verónica Alberto, Teresa Delgado, Marco Moreno, Ibán Suarez, Félix Mendoza y Javier Velasco.
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