La poética del corazón se convierte en prosa en manos de un cardiólogo. Carlos Vásquez es cardiólogo hemodinamista en el Hospital Doctor José Molina Orosa desde el año 2018. Se formó en Venezuela, pasó después por el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, luego por Fuerteventura y llegó a Lanzarote porque se iba a poner en marcha el proyecto de la nueva Unidad de Hemodinámica que cristalizó finalmente en septiembre del año pasado.

En su etapa de estudiante, el corazón le parecía “un reto” y tenía como referencia al cardiólogo sudafricano Christiaan Barnard, que fue el primero en hacer un trasplante de corazón. Después le retó el electrocardiograma: “Lo veía como unas líneas, como el Canal+ sin descodificar y pensé que tenía que aprenderlo”.

Ya se puede vivir sin corazón, con uno artificial, que sigue haciendo esa función de motor que genera la presión para que circule la sangre. Para Vásquez, aunque es el primer órgano que se activa en el ser humano y es imprescindible, porque “si cesa su trabajo, se apaga la luz”, en el fondo “es un currito”, un infante en primera línea de batalla: “Está relacionado con el afecto y el amor, pero yo lo veo como un currito”. Con las emociones, “lo primero que percibes es que se modifica el latido cardiaco”.

La nueva Sala de Hemodinámica por la que Vásquez llegó a la Isla ya ha facilitado que se atiendan varios casos de código infarto que, a su vez, evitaron el traslado de los pacientes al Hospital Doctor Negrín en Gran Canaria. “El infarto no espera, tiempo es miocardio”, dice. El tiempo de reacción para tratar la arteria es vital para evitar la muerte del paciente o para reducir las secuelas posteriores. Lo ideal es intervenir entre los primeros 60 y 120 minutos y ahora, en ocasiones, el paciente puede estar en esa sala antes de una hora.

Desde su puesta en funcionamiento, la Unidad ha hecho unos 206 cateterismos: 128 de ellos diagnósticos y 78 terapéuticos, además del implante de 23 marcapasos definitivos, un cardiodesfibrilador automático para la prevención primaria de la muerte súbita y el tratamiento de cardiopatías, afectaciones vasculares, arritmias o bloqueos.

Se trata de una sala polivalente que no sirve solo para los infartos. El año pasado, el Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Doctor José Molina Orosa atendió 5.806 consultas y realizó cerca de 14.000 pruebas diagnósticas, principalmente electrocardiogramas y ecocardiografías. En el equipo trabajan ocho cardiólogos, tres de ellos hemodinamistas, además del personal de Enfermería.

Dice Vásquez que se instalaron 80 salas de este tipo en España, pero que el proyecto que se ha puesto en marcha en Lanzarote fue “un poco diferente” al tratarse de una isla no capitalina que no se limita solo a las urgencias sino que también intenta resolver el problema de la lista de espera para un cateterismo diagnóstico.

Con las emociones, “lo primero que percibes es que se modifica el latido”

Las enfermedades cardiacas se abren paso en Lanzarote: “Canarias tiene un problema de salud que hay que atacar e insistir en cambiar hábitos”, señala Vásquez. La tasa de sobrepeso y obesidad infantil es de las mayores del país, junto con Asturias y Andalucía, y a ella contribuyen varios factores, entre los que destacan la alimentación y el sedentarismo. La dieta tradicional hay que equilibrarla y diversificar, “ni todos los días gofio ni todos los días plátano”, y hay que moverse más. “Tenemos hábitos negativos porque antes la gente se lo curraba más, no dejaba el coche en la puerta del supermercado”.

Las enfermedades metabólicas también tienen mucha presencia, probablemente por un componente genético relacionado con la endogamia, aunque es un factor que está cambiando. Y después hay factores más genéricos como el tabaco, un hábito que no están abandonando las generaciones más jóvenes y al que se incorporan los cigarrillos electrónicos, que son igual de nocivos. Entre las prácticas de riesgo hay que sumar la cocaína, que puede provocar infartos, ictus o enfermedades coronarias también en personas jóvenes, de entre 25 y 30 años: “Es algo que se ve cada vez con más frecuencia”.

En invierno, suelen aumentar las dolencias cardiacas. En Lanzarote pasa lo mismo pero no se debe al frío, sino a “un proceso demográfico particular”, las estancias prolongadas de turistas de edad avanzada que vienen a evitar el invierno de sus países. Durante esos meses, aproximadamente un tercio de los hospitalizados en esta Unidad son pacientes con estas características.

Más factores

El doctor Vásquez advierte de que hay que “cambiar hábitos negativos” entre la población

El estrés también es determinante. Aunque la personalidad tipo A, “aguerrida, combativa que pelea con su sombra” no es la más extendida en la Isla y es la más susceptible de sufrir eventos cerebrales y cardiovasculares, también puede producir estrés aquello que “no se expresa y no se comunica”, que puede generar procesos internos que desencadenan o perpetúan la enfermedad. Dice Carlos Vásquez que “el estrés es el mal del presente”.

“En el pasado éramos felices y no lo sabíamos, éramos animalitos sin ropa y se nos activaban las glándulas suprarrenales para perseguir a otro animal o para huir y salía la adrenalina. Después nos pusieron ropa y normas y si reprimimos esos impulsos, la adrenalina sigue fluyendo pero hay que sacarla, y si se queda, esa adrenalina nos penaliza”, cuenta. Este cardiólogo cree que hay que aprender a ser resiliente pero también proactivo, a resolver los problemas que tenemos: “Eso se enseña y se aprende”.

Hábitos

Entre las recomendaciones de Vásquez se encuentra una básica: controlar aquellos hábitos que son  modificables. El tabaco es uno de los más perniciosos y en la Isla se cuenta con el Programa de Ayuda al Fumador en Canarias (PAFCAN), que tiene registrado un índice de éxito cercano al 85 por ciento. Después, el sedentarismo hay que atacarlo desde edades muy tempranas, promover los desplazamientos a pie al colegio y la bicicleta. La Sociedad de Cardiología afirma que si se camina entre 30 y 40 minutos al día cinco veces por semana, “el impacto en la reducción de enfermedades de todo tipo es abismal”. No es utópico: reduce los ingresos hospitalarios, los eventos letales y el coste de la salud.

Vásquez pone como ejemplo a otro cardiólogo, Valentín Fuster, como “visionario” y como “ejemplo de vida”, que insiste en que el problema se ciñe a que no educamos bien a los niños en los hábitos adecuados. Las políticas de sanidad, en definitiva, no se hacen solo desde las áreas sanitarias.