ENTREVISTA

“Si las administraciones quisieran darle la vuelta a Arrecife, en seis años se cambia”

Ricardo Cabrera, inspector insular de Patrimonio Histórico

Saúl García 0 COMENTARIOS 17/03/2023 - 06:45

Ricardo Cabrera (Arrecife, 1979) es inspector insular de Patrimonio desde 2015. Licenciado en Historia (ULPGC) y en Arqueología (Burdeos) y Máster en Bioantropología, Prehistoria y Paleontología.

-Lo único que hace Patrimonio es poner pegas, es un freno. ¿Cuántas veces ha escuchado esto?

-No voy a decir que eso lo escucho todos los días, pero sí casi todos los días. ¿Qué se puede decir ante eso? Hay una parte que puedo entender, y otra parte es que falta entender el estado en que vivimos, que es un estado de derecho, donde hay derechos y libertades individuales y también públicas. El disfrute del Patrimonio es un derecho público, pero la inmensa mayoría suelen ser propiedades privadas. Y ahí colisionan. Es un primer punto que, muchas veces, la gente no termina de asumir. Quizá haya falta de cultura patrimonial. Yo suelo poner este ejemplo: tú tienes un terreno de miles de metros cuadrados en el jable, si medio ambiente te dice que no puedes construir ahí un hotel de cinco estrellas, ¿es que pone pegas? Porque esa parte de planeamiento parece que está más asumida.

-Y todo el mundo entiende que aunque un terreno sea suyo, no puede construir las plantas que quiera.

-Sí, pero la regulación de Patrimonio la tenemos menos asumida, entre otras cosas porque también es una materia que se ha regulado más recientemente.

-Existe la sensación, o quizá es una realidad, de que el patrimonio es una carga.

-La Ley de Patrimonio, teniendo en cuenta que es un derecho público, regula medidas de fomento para ayudar a los propietarios, de compensación a esos propietarios. Esto tiene que ver también con una falta de pulcritud a la hora de tener los instrumentos de ordenación. No estamos al día o están obsoletos o no adaptados, y modificar los instrumentos de ordenación es largo y tedioso y muchas veces no se hace. Pero, al margen de esto, hay esas medidas, aunque casi nadie las implementa. Y están recogidas desde hace más de veinte años.

“En muchas ciudades el patrimonio es una apuesta segura de generar riqueza”

-¿Ayudas económicas?

-Pueden ser subvenciones o exenciones de impuestos: Hay muchas medidas que se pueden tomar. Yo viví muchos años en Francia y las inmobiliarias, como reclamo, colocan los elementos patrimoniales que están vendiendo, con un cartelito debajo que pone “exento de impuestos”. Justo lo contrario que está pasando aquí, y eso se puede revertir.

-Pero es que el patrimonio tiene un competidor muy poderoso, que es el urbanismo o la especulación.

-Uno de ellos...

-¿Conservar el patrimonio también puede ser rentable?

-A lo mejor no es tan rentable como levantar diez plantas, pero es rentable. Lo vemos en muchos sitios del mundo. El enemigo no solo es la especulación sino también nuestra propia cultura. El negocio de compraventa urbanística siempre va a existir y es lícito. Pero si tuviéramos una conciencia de lo que somos, una cultura de conocer nuestra historia y valorarla, que tiene que ver con la identidad cultural, no en el sentido de constructo nacionalista, sino más de constructo social. Es decir: es que mi padre y mi abuelo nacieron ahí y eso es importante para nosotros. Eso sería un freno para la especulación urbanística, porque hay otros valores, a lo mejor no para todo el mundo, pero sí que una parte de la sociedad dijera “esto no se vende”. Igual que en Berrugo hace veinte años, y la Isla lo apoyó. No se consiguió, pero la gente se manifestó, y yo quiero creer que gracias a esas manifestaciones también se puso un freno para otras posibles actuaciones que no se han hecho.

-Lo que pasa es que, entre la cuestión sentimental, histórica o familiar y una buena cantidad de dinero que puede ser muy necesaria… Quizá no habría que llegar a esta situación de optar por una cosa o por otra.

-Es que el patrimonio sí da beneficios. No te harás rico, pero te puedes ganar la vida y más. Hay negocio y a lo mejor, desde el punto de vista económico, es un negocio más eficiente. Tiene que haber un modelo intermedio. Se demuestra, en muchas ciudades europeas, que el patrimonio es una apuesta segura de generar riqueza. Para otras cosas no, pero para esto tenemos la gran suerte de ser un sitio turístico. Tenemos que preocuparnos de ofrecer algo diferente que no ven en otros sitios del mundo, y ese algo diferente también es nuestra historia. Lo que pasa es que en los años ochenta, con el gran boom de tirar casas en Arrecife, al principio no había ni siquiera un marco regulatorio. Después, hay un impulso del beneficio económico inmediato, que tiene mucho que ver con la cultura turística, no pensar en el más allá. El turismo nos ha impuesto el beneficio inmediato. Teníamos una sociedad que venía del campo y de la pesca, y de la noche a la mañana, sin tener una cultura de comunidad articulada, se ve con un montón de dinero que no sabe gestionar...

“Arrecife es de las más singulares de Canarias, pero nos avergüenza mirarla”

-Otra cosa que se dice mucho: el patrimonio tiene que ser flexible. ¿Ese es el debate? ¿Cualquier intervención en cualquier inmueble puede ser flexible?

-Lo que se puede hacer y lo que no se puede, lo dicen los catálogos: obras de conservación, de consolidación, etc. No somos los técnicos. Cada actuación viene recogida en la Ley. Si el catálogo es restrictivo, aunque no compartas lo que dice, te tienes que atener a eso. Por eso es importante hacer buenos catálogos y ceñidos a la realidad.

-El de Arrecife se anuló y no se ha aprobado uno nuevo, y el Cabildo tampoco tiene catálogo. ¿Por qué?

-El Cabildo sí tiene un catálogo insular, vinculado al Plan Insular de 1991, hecho de manera intuitiva. Con la Ley de 1990, los catálogos insulares no existían. Se introducen con la nueva Ley de Patrimonio. La diferencia entre uno insular y uno municipal es que la Ley obliga a que los instrumentos de ordenación se revisen. No puedes modificar un catálogo insular sin cambiar el plan insular mientras que los catálogos municipales los puedes modificar cuando quieras, e incluso hacer modificaciones puntuales. El insular es más de reconocimiento. Donde sí que tienen que estar todos los elementos es en el catálogo municipal.

-Ha habido polémicas con algunos inmuebles, que se han acabado derribando para levantar un edificio vulgar, sin identidad ninguna... ¿Qué se le pasa por la cabeza cuando ve estas actuaciones?

-Lo que subyace ahí es el yo, mi beneficio económico, pero no se miden las consecuencias de esa actividad. El dinero será importante, pero ¿qué tipo de ciudad estoy dejando a mis hijos? A lo mejor no se puede salir con un niño pequeño o una persona mayor porque no hay sombra, porque los coches invaden las aceras… Es un placer darse un paseo y ver un jardín o un edificio rehabilitado. Hay cosas más allá del dinero, hay un confort colectivo como sociedad.

-Hay un consenso unánime en valorar Teguise o La Laguna, pero de la misma manera se dice que Arrecife no tiene nada que conservar…

-Teguise se conservó, entre otras cosas, porque la capitalidad se traslada a Arrecife y el motor económico es Arrecife. A lo mejor es porque lo están viendo. De Arrecife se dice que no tiene patrimonio y yo defiendo que tiene muchísimo. A nivel arquitectónico es de las más singulares de Canarias, por su historia, pero nos avergüenza mirarla.

-¿Eso es porque está ligada a una etapa de pobreza? Por ejemplo, si se rehabilitara El Lomo, sería interesante.

-Sería espectacular... A todos nos gusta Teguise, y se lo enseñamos a alguien que viene de fuera. Arrecife tiene patrimonio, pero en el estado en que lo tiene. Si el conjunto de administraciones quisiera darle la vuelta a Arrecife, en seis años se cambia.

“Hay cosas más allá del dinero, hay un confort colectivo como sociedad”

-Hay esperanza, entonces...

-Poder, se puede, pero hay que querer de verdad, y todas las administraciones tienen unas competencias específicas. Todas se tienen que poner de acuerdo y hacer todo lo posible para, en el marco de sus competencias, ayudar. El Cabildo tiene unas competencias, el Ayuntamiento, otras y el Gobierno, otras. Es difícil conseguir los objetivos cuando no todas reman en el mismo sentido. Un ejemplo claro: imagina el Parador perfectamente rehabilitado, la Casa Pereyra, Correos como museo, la casa Agustín de la Hoz, el parque arreglado… La dimensión urbanística de este espacio cambia. Y hay un efecto indirecto, que hay gente que debería entender, y es que si tienes una casa ahí, se revaloriza.

-¿Hay que hacer una especie de pacto por el patrimonio?

-Es esencial, y no es difícil.

-¿Patrimonio o desarrollo?

-Ese discurso es falso. El desarrollismo es un tipo de desarrollo y la conservación del patrimonio puede ser otro modo de desarrollo.

-¿Cuánta gente ha presentado un proyecto para rehabilitar y lo ha acabado abandonando por falta de respuesta? ¿Ha ocurrido mucho?

-Empecé a trabajar en 2015. No sé lo que pasó antes. Cuando nos llega alguien interesado en rehabilitar una vivienda, nos hacemos este planteamiento: no podemos desaprovechar esa oportunidad. Que alguien venga queriendo rehabilitar patrimonio es un lujo. Tiene que salir sí o sí. Yo les digo: “tranquilo, lo vas a hacer, pero veremos cómo, habrá cosas que no puedas hacer y otras que sí, y para las que no puedas hacer buscaremos una alternativa. Pondremos todo lo que esté de nuestra aparte para ayudar”. Hay algún caso muy puntual que no ha salido y la inmensa mayoría que sí salen. Y es cierto que mucha gente se acerca con ese miedo. Los propietarios tienen que hacer obras en su casa, no es que no dejemos hacer nada, pero nosotros, que somos especialistas, vamos a indicar cómo hacerlas, entre otras cosas para que el propietario no se gaste más dinero del necesario.

-¿No hay arbitrariedad por parte de Patrimonio?

-Yo soy técnico de Patrimonio, funcionario y he pasado unas oposiciones. Ese discurso lo puedo entender de alguien que piense que no le gusta el patrimonio, que el patrimonio lastra esta ciudad, y que lo que dicen los técnicos no tiene sentido. Ese discurso no me gusta, aunque tiene coherencia. Pero que alguien diga: “A mí me gusta el patrimonio, pero lo que dicen los técnicos no me vale...”. Es como si voy al médico, y me dice algo y le contesto que no tiene ni idea. Entonces, ¿para qué vas al médico? Si preguntas a un especialista es porque asumes que lo es. Otra cosa es que no te guste lo que dice, pero si la Ley reconoce que debemos estar ahí, será por algo. Es un criterio que no es discrecional, sino como técnico especializado.