“Prohibir los móviles en los institutos genera una doble moral y aísla al instituto de la realidad”
Fernando Posada es profesor en Costa Teguise pero ahora trabaja para el Centro de Profesores, impartiendo charlas sobre las nuevas tecnologías tanto a profesores como a alumnos y familias. Las preocupaciones y las prioridades no son las mismas para unos y para otros. “La preocupación de las familias -señala- es que se haga un buen uso de las redes y de los móviles, sobre todo, y que no sea una fuente de conflictos, sino de disfrute. Les preocupa mucho la adicción al móvil, el abuso, que tiene tanta atracción en los jóvenes… y en los que no son jóvenes”.
No hay una forma correcta de usar la tecnología, que además cambia a una velocidad mayor a la que nos podemos acostumbrar a ella, así que Posada aconseja aplicar el sentido común y la empatía. “La pregunta que se hacen muchos es cuándo empieza a ser un problema, cuándo se está enganchado”. Y la respuesta es: “cuando el joven deja de hacer lo que tiene que hacer por estar conectado a través del móvil”. No es sólo un problema de los jóvenes y hay diferentes formas de concebir cuándo uno tiene que estar conectado y cuándo no. Por eso, lo importante es “recuperar el valor de las relaciones personales y pactar tiempos de desconexión, en todos los entornos” y también “convencer a los que hacen un uso exagerado de que se puede vivir sin móvil, que no pasa nada, la vida sigue…”.
Posada destaca que las cifras de los últimos informes “invitan a la reflexión”. El 88 por ciento de los estudiantes de Secundaria y el 66 por ciento de los de Primaria se conectan diariamente a Internet, y tres de cada cuatro lo hacen durante más de tres horas en fin de semana. Frente a esta situación, dice que “hay pocas iniciativas que traten de formar a los jóvenes en el buen uso de las tecnologías y por eso funcionan por criterios propios”. Uno de los consejos que se dan a las familias es el de que los niños accedan a Internet desde dispositivos que se encuentren en zonas comunes de la casa.
Fernando Posada imparte charlas desde el Centro de Profesores de Lanzarote sobre las nuevas tecnologías: “Hay que pactar tiempos de desconexión del móvil”
En el colegio, o en el instituto, no se permite el uso de los móviles, aunque muchos niños los llevan a clase. Esto genera, según Posada, “una doble moral y aísla el instituto de la realidad”. Hay dos opciones: educar o prohibir “y prohibir no educa”. “Educar tiene riesgos pero sería mejor incorporarlos como herramienta de trabajo, con normas, aunque se corran riesgos como fotos inadecuadas o publicaciones en redes sociales”. “Con el tiempo -señala- habrá una asignatura de educación para la ciudadanía digital que enseñe cómo desenvolverse y que desarrolle pautas de comportamiento”. Posada pone el ejemplo de que ahora nadie se pone a hablar por el móvil en una función de teatro porque ya se ha educado al público.
Pero en la escuela habrá más cambios. El conocimiento, antes, emanaba de los libros y del profesor. Ahora se han multiplicado las fuentes. “Esto obliga -dice Posada- a que el docente tenga un papel diferente, que asuma que no es la única fuente de información y que administre espacios y entornos”, que sea una especie de preparador de sus alumnos. Es decir, se acabó eso de que el profesor siempre tiene razón porque ahora hay una fuente con gran autoridad, como Internet. Lo que sí hay que educar es “la forma de enfrentarse a ese volumen de información, distinguir la información fiable de la que no lo es, saber buscarla, procesarla, presentarla o comunicarla”. Es fundamental “trabajar la actitud crítica”.
Otra cuestión es si los centros educativos cuentan con la formación o con los medios necesarios. “Llevamos años trabajando en esto pero la tecnología evoluciona muy rápido y hay que buscar un equilibrio para afrontar esos cambios”. Hay centros que no tienen banda ancha, Internet de calidad, “y es importante porque sin Internet no se puede abordar la educación desde una perspectiva moderna”. Posada señala que “parece que se puede imponer el modelo en el que los alumnos traen su dispositivo propio porque los ordenadores se han quedado viejos, de hace diez o doce años”.
“La pregunta que se hacen muchos es cuándo empieza a ser un problema, cuándo se está enganchado”. Y la respuesta es: “cuando el joven deja de hacer lo que tiene que hacer por estar conectado”
También habla de un cambio en la forma de leer, por un instinto de supervivencia, pasando de la lectura intensiva a la lectura extensiva, que es más superficial pero permite abordar el exceso de información que se recibe. “Ni siquiera tienes tiempo de leer toda la información de tu muro de Facebook”, señala Posada: “Esta lectura nos impide profundizar pero nos asegura sobrevivir con toda esa densidad de estímulos”.
¿Y hay una edad mínima para iniciarse? Pues no está claro. Los niños, de tres o cuatro años, utilizan la tecnología de forma intuitiva. Posada señala que no es preocupante mientras los aparatos tecnológicos no sustituyan al juego presencial. “Si un niño prefiere estar enganchado a jugar con sus compañeros de al lado habría que preocuparse”, pero “si quiere jugar o ver dibujos animados por qué no; los juegos generan un aprendizaje muy fiel, si el juego es adecuado”. En el caso de los adolescentes, habría que empezar a preocuparse si dejan de hacer lo que tienen que hacer, como estudiar, comer o dormir, por estar conectados.
Comentarios
1 Observador Sáb, 17/06/2017 - 13:35
2 G.Santana Sáb, 17/06/2017 - 19:42
3 Javier Ramiro Dom, 18/06/2017 - 10:20
4 docente Dom, 18/06/2017 - 10:25
5 Barbara Dom, 18/06/2017 - 23:24
6 Barbara Dom, 18/06/2017 - 23:24
7 padre Dom, 18/06/2017 - 23:51
8 Ameli Ibeas Lun, 19/06/2017 - 08:36
9 Ameli Ibeas Lun, 19/06/2017 - 08:37
10 Para docente Lun, 19/06/2017 - 11:38
11 Barbara Mié, 21/06/2017 - 13:16
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