“Leandro Perdomo es el segundo gran arquitecto del imaginario literario de Lanzarote”
Fernando Gómez Aguilera dibuja la trayectoria vital y narrativa del escritor lanzaroteño en uno de los actos de su centenario: “Es un personaje de cine”
La conversación comenzó “rindiendo tributo a la palabra del escritor”, según dijo Fernando Gómez Aguilera, es decir, leyendo uno de los textos de Leandro Perdomo, que el año pasado hubiera cumplido cien años. El área de Cultura del Cabildo organizó este acto en El Almacén, una conversación entre Mario Alberto Perdomo y Gómez Aguilera, director de la FCM, amigo y estudioso de la obra del escritor lanzaroteño.
La primera colaboración en prensa de Leandro Perdomo fue el 5 de abril de 1944 en Falange: se trató de una reseña sobre una exposición de César Manrique en el Cabildo y se tituló ‘Arte en Lanzarote’. A Perdomo “la vida siempre le fue hostil” y aunque “siempre estuvo atado a la pluma, hemos visto poco sus libros”, los seis que publicó entre 1953 y 1979: “Es un escritor, como tantos de la cultura canaria, golpeado por la invisibilidad”, señaló Gómez Aguilera.
“Era un anecdotario vivo”. Como ejemplo, a partir del número 15 de ‘Pronósticos’ (1946-1948) y ante la escasez de papel, lo publica en papel de envolver. Otra menos conocida: deja el servicio militar para irse a Madrid a estudiar periodismo y lo acaban reclamando tres meses después como prófugo.
“Leandro es el segundo gran arquitecto del imaginario literario de Lanzarote”. El primero sería Agustín Espinosa, pero a Perdomo le corresponde el imaginario popular. Su obra es mucho más que costumbrismo, es literatura social e incluso algunos de sus textos están emparentados con el realismo mágico.
Su vida es la que va nutriendo su obra, “es un personaje de cine” con una manera de pensar muy original. Para Gómez Aguilera, “la palabra tiene que tener personalidad y la de Leandro la tiene”, reconocida por sus contemporáneos. Tuvo una personalidad marcada por un individualismo feroz, “que es el germen de su destino”. Era una persona insobornable, alistado en la independencia y con un gran desafecto burgués, al margen de las convenciones. En definitiva: un ácrata. Fue un un hombre fieramente humano, como lo definió Armas Marcelo, con un sentido pesimista de la vida modulado por su sentido del humor “y por su ternura hacia los seres que recibían el peso de la desgracia”.
Sale de Lanzarote en 1946 para vivir, para sobrevivir, en Las Palmas. Realiza varios trabajos y se sumerge en la bohemia. Publica alí su primer libro, “Diez cuentos”. En 1957 parte a Bélgica, a trabajar en la mina, donde aguanta dos años y medio sin apenas ver el sol. Ya tiene seis hijos. Vuelve a Lanzarote en 1968 y cuando vuelve se siente como un exiliado interior y comienza a rescatar a los marginados de la intrahistoria insular.
¿Hubiera sido otro si no hubiera nacido en Lanzarote? “Leandro se explica desde Lanzarote”, dice Fernando Gómez: “Se trata de defender la cultura de este territorio para que desde aquí dialogue con el mundo, pero una cultura que no se ensimisme, que tenga el tronco hundido en la tierra pero las raíces en el cielo”. “En su obra genera un gran archivo de insularidad y por efecto de su mirada mítica se convierte en universal”. ¿Qué se puede decir de su estilo? “El estilo es como su vida, no impostada, no buscado, con le habla, no con el lenguaje, como referencia”. “A veces desaliñado pero acaba siendo un tesauro de voces locales de una lengua que estaba desapareciendo”.
Pelea por la independencia
La obra de Perdomo se explica, principalmente, en el ámbito de la prensa, donde escribe para sobrevivir a lo largo de su vida. Hace un periodismo heroico, primero en ‘Pronósticos’, donde junto a Guillermo Topham habla de cultura en plena posguerra, donde colaboraban grandes poetas de la época, pero también con problemas con la censura y siempre con una gran precariedad.
¿Hubiera sido otro si no hubiera nacido en Lanzarote? “Leandro se explica desde Lanzarote”, dice Fernando Gómez
Y después en ‘Volcán’, la primera publicación en español para la comunidad emigrante, que llegó a vender entre 2.000 y 3.000 ejemplares, no solo en Bélgica sino también en Alemania o en París. Estaba pensada y hecha para cohesionar a la emigración y tenía un carácter obrerista, no de exilio político. Tuve que resistir los intentos de apropiación de ese exilio y sobrevivir siendo ajeno a la Embajada española. “Leandro peleó para mantener su independencia”.
Tuvo una despedida traumática de esa publicación. Volvió a Lanzarote temporalmente pero sus problemas de salud le obligaron a quedase “y se siente fuera de lugar”. No reconoce su tierra, por sus cambios físicos y morales, por una “metalización de la sociedad en torno al dinero. Comienza a escribir su crítica social y política, pero no partidista, una dura crítica hacia el ámbito público.
La conversación se alargó más de lo previsto inicialmente. La figura y la obra de Leandro Perdomo podrían ser objeto de una serie, no de un acto aislado por su centenario. El entrevistador, Mario Alberto Perdomo, propuso una posible continuación: abordar la contribución de Leandro Perdomo, José Saramago y César Manrique al imaginario insular contemporáneo: los tres relacionados con el propio Gómez Aguilera, estudioso y biógrafo de los dos primeros y director de la Fundación César Manrique.















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