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“Lanzarote tiene bosques y están bajo el mar”

¿Qué edad tienen? ¿Cuál es su extensión? ¿Cuántos organismos marinos viven en ellos? ¿Por qué son fundamentales para el ecosistema y por qué la economía insular necesita conservarlos en buen estado? Un proyecto europeo ha elegido Playa Chica como zona modelo para estudiar los bosques de coral negro de la Macaronesia

M.J. Tabar 1 COMENTARIOS 24/04/2021 - 08:35

Lo primero que se dibuja en la cabeza cuando alguien pronuncia la palabra “bosque” son los pinares de Tamadaba o la laurisilva de Teno, una reliquia vegetal con más de 60 millones de años en sus raíces. El Bosquecillo de Haría no alcanza, ni siquiera con diminutivo, le falta lluvia y mantenimiento.

En Lanzarote hay ‘bosques’  efímeros, matas y flores silvestres que apenas levantan un palmo del suelo y brotan en el campo en primavera: son los únicos que pueden competir en biodiversidad y frondosidad con los que crecen bajo el mar de la isla, a más de cuarenta metros de profundidad.  “La gente tiene que saber que Lanzarote tiene bosques y están debajo del mar”, dice Fran Otero, investigador principal del proyecto B-Charmed, acrónimo inglés de Los bosques de coral negro: inexplorados puntos calientes de biodiversidad en la región macaronésica.

A finales de 2020, tres centros de investigación europeos liderados por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Asociación Biodiversidad Atlántica y Sostenibilidad eligieron la costa de Puerto del Carmen como zona modelo para hacer un estudio ecológico de los bosques de coral negro de la Macaronesia. Esta arboleda marina, con una morfología muy parecida a los tarajales y que puede alcanzar hasta 1,80 metros de altura, en realidad es un animal colonial formado por cientos de pólipos, invertebrados similares a las anémonas de mar. Estos pólipos están conectados físicamente entre sí, organizados en una cooperativa que funciona como una sola unidad, miden unos pocos milímetros y alrededor de la boca tienen unos tentáculos urticantes, generalmente seis, que usan para atrapar el alimento. Este conjunto de pólipos constituyen la piel del ‘árbol’ y le proporcionan diferentes y llamativos colores, aunque su esqueleto sea de color negro.

A diferencia de sus parientes tropicales, organizados en la archiconocida Gran Barrera de Coral, el esqueleto de estos ‘arbolitos’ submarinos de la especie Antipathella wollastoni que habitan el fondo marino de Lanzarote no está hecho de carbonato cálcico sino de  proteínas y quitina, un compuesto flexible y resistente que también podemos encontrar en los exoesqueletos de insectos y crustáceos.

Playa Chica, “un laboratorio natural”

La campaña científica se prolongará hasta el próximo mes de octubre y se está desarrollando en Playa Chica. El sitio es estratégico: está abrigado de los temporales y permite a los científicos acceder fácilmente al bosque desde la orilla, de forma segura durante la mayor parte del año.

Es muy probable que la existencia de estos bosques de coral negro tenga una gran influencia en la abundancia de vida marina que podemos disfrutar en esta costa y que fundamenta la existencia de una consolidada industria de buceo recreativo. Puede ser una zona de alimentación, refugio, cría o reproducción de muchas especies que nadan algunos metros más arriba.

“Es muy probable que los bosques de coral negro tengan una gran influencia en la abundancia de vida marina que fundamenta la existencia de una consolidada industria de buceo recreativo”

“En Lanzarote existen comunidades importantes de coral negro”, explica Fran Otero, que trabaja en la Asociación Biodiversidad Atlántica y Sostenibilidad (ABAS) y es investigador asociado del Instituto Universitario de Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-ECOAQUA) de la Universidad de Las Palmas.

A treinta metros bajo el agua ya podemos ver colonias aisladas de este tipo de corales y a partir de los cincuenta, cuando la luz solar empieza a hacerse más tenue, “se extienden auténticos bosques”. Durante las primeras inmersiones del proyecto, en 2020, los investigadores se llevaron una grata sorpresa y confirmaron la información que les había proporcionado un centros de buceo local que colabora con ellos: los buceadores vieron un bosque que se interrumpía de manera brusca a los ochenta metros de profundidad, siguieron descendiendo un poco más y se toparon con un nuevo bosque, “un oasis de vida”, algo que no esperaban encontrar y que ha superado sus expectativas más optimistas.

Estos hallazgos se han desarrollado en una franja del medio submarino que ha sido, en general, poco estudiada. “El buceo recreativo no suele bajar más allá de los cuarenta metros y hasta hace quince años, investigar a más profundidad era logísticamente muy complicado. Cuando un centro de investigación conseguía financiación para estudiar el hábitat marino profundo aprovechaba y se iban a profundidades mayores, a los doscientos metros”, explica el investigador del centro canario. Esto explica que la zona entre los sesenta y los ciento cincuenta metros de profundidad siga siendo a día de hoy un territorio todavía muy desconocido.

Mapa, censo de especies y área de protección

El proyecto B-Charmed se prolongará durante trece meses y tiene tres objetivos. El primero es poner a punto herramientas y técnicas novedosas para mapear el fondo marino con expertos del Instituto Leibniz de Investigación del Mar Báltico (Alemania). Utilizarán un sonar de barrido lateral y una ecosonda multihaz. La pandemia ha aplazado esta parte de la investigación, que probablemente se llevará a cabo el próximo mes de octubre.

Los investigadores saben que los bosques de coral negro de Antipathella wollastoni de Playa Chica son más abundantes en profundidades por debajo de los 40 metros, “particularmente en pendientes empinadas con sustrato rocoso”, y que las colonias también son más densas en las laderas orientadas al oeste. El desarrollo de las metodologías del proyecto B-Charmed permitirá obtener un mapa mucho más completo de los bosques.


Detalle de un pólipo de coral negro observado a la lupa. Foto de Fran Otero.

“Estos animales, muy parecidos a los tarajales, están recubiertos por cientos de pólipos que están conectados entre sí, organizados en una cooperativa que funciona como un solo individuo”

Su segundo objetivo es “definir un área mínima de conservación” para mantener las funciones de este bosque submarino. Medirán cómo la corriente marina cargada de plantón interacciona con los corales y afecta a las especies que viven en ellos. Para comprobar la distorsión que provoca el bosque en el medio marino, el Laboratorio de Ecogeoquímica de Ambientes Bentónicos de Banyuls-sur-Mer (Francia) colocará varios correntímetros capaces de medir la velocidad de la corriente a diferentes niveles. Los investigadores cortarán imaginariamente la columna de agua marina en distintas capas de diferentes lugares del bosque y medirán la velocidad de la corriente en cada una de ellas. Este método ya se ha aplicado en los bosques submarinos de gorgonias del Caribe. Las primeras mediciones se hicieron el pasado mes de febrero y continuarán el próximo mes de abril durante diez días.

El tercer objetivo es hacer censos de las comunidades asociadas que viven en estos bosques y compararlas con las que existen en otras zonas. Uno de los habitantes más numerosos de estas arboledas submarinas es ‘el tres colas’, un precioso pez de color rojo con tres largas aletas ventrales rematadas en color amarillo. Meros, chuchos y tiburones angelotes -uno de los escualos más amenazados del mundo, que cría en esta costa- son también unos habituales de este frondoso vecindario sumergido.

Los estudios científicos realizados en corales negros de regiones tropicales han concluido que el 95% de las especies que viven en ellos son residentes habituales. El año pasado, a más de sesenta metros de profundidad y sobre un coral negro del litoral profundo lanzaroteño, se recolectó un caracol marino que fue descrito como una especie nueva para la ciencia y bautizado en honor a la bioquímica Margarita Salas.


Fran Otero, doctor en Ciencias del Mar e investigador principal de B-Charmed.

Divulgación para frenar las amenazas

A día de hoy, los bosques de coral negro no están incluidos en ninguna directiva de protección nacional o regional que los salvaguarden. Únicamente están clasificados de forma general por la Asamblea General de Naciones Unidas como Ecosistemas Marinos Vulnerables e incluidos en el listado de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre de la Convención sobre Comercio Internacional.

A nivel local, la principal amenaza para estos ecosistemas es “la acumulación de basura marina, el uso de artes de pesca destructivas como el arrastre y los vertidos de aguas residuales”, catástrofes medioambientales que destrozarían el hábitat y desahuciarían a todas las criaturas marinas que viven en él. El uso de artes ilegales de pesca depreda la biodiversidad sin miramiento. El pasado 26 de marzo, un buceador encontró seis angelotes atrapados en un trasmallo ilegal en aguas de Lanzarote. Dos pudieron ser liberados a tiempo y los otros cuatro ejemplares murieron enredados en las nasas.

En unos pocos minutos, una técnica de pesca indiscriminada podría destrozar un bosque de coral que puede tardar hasta un año en crecer unos centímetros. La formación de hectáreas de bosque puede llevar cientos o miles de años.


Un investigador coloca sensores de temperatura. Foto: Fernando Espino.

“La principal amenaza para estos ecosistemas es la basura marina, el uso de artes de pesca destructivas y los vertidos de aguas residuales”

A partir de los cincuenta metros de profundidad, estos bosques de coral negro son comunes en gran parte del archipiélago canario. En La Palma y en la costa norte de Tenerife se han observado en zonas más someras. En Gran Canaria se ven colonias aisladas pero al tener la isla una plataforma continental extensa es más complicado acceder a ellas. Aunque los mapas de hábitats submarinos elaborados por el Gobierno de Canarias hace algunos años son una herramienta muy valiosa de gestión, tienen sus limitaciones. Una de ellas es que se limitan a reseñar datos hasta los cincuenta metros de profundidad, quedando fuera del inventario las extensiones más grandes de bosques de coral negro. La especie Antipathella wollastoni está en Canarias, Azores y Madeira, pero en 2006 se registró por primera vez fuera de la Macaronesia: en la costa de Ceuta.

El proyecto B-Charmed ha sido seleccionado por LIFE4BEST, un programa europeo que apoya acciones de conservación de la biodiversidad y desarrollo sostenible en las regiones ultraperiféricas de la Unión Europea, y que cuenta con la financiación del Programa Life de la Unión Europea, la Oficina Francesa para la Biodiversidad y la Agencia Francesa de Desarrollo.

El setenta por ciento de los casi 50.000 euros que ha recibido se emplearán en pagar los viajes, la logística de las campañas y la estancia de los científicos de los mencionados centros de Francia y Alemania, elegidos por su especialización en la materia. También costearán los desplazamientos de los investigadores canarios, que realizarán actividades de divulgación en coordinación con los centros educativos de Lanzarote. “Es la sociedad la que financia este proyecto y debemos dar un retorno en forma de divulgación”.


El fotoperiodista submarino Roberto Rinaldi, cámara de Jacques Costeau.

El fotoperiodista submarino Roberto Rinaldi ha grabado imágenes del bosque de coral negro de Playa Chica y “ha quedado maravillado”. No debe de ser sencillo despertar esta sensación en un veterano profesional que ha participado en más de una quincena de expediciones a bordo del buque de investigación Calypso de Jacques Cousteau. El resultado de sus inmersiones en Puerto del Carmen se convertirá en una pieza documental que se emitirá en RAI-1, el principal canal de la televisión pública italiana.

Allí abajo, a más de cincuenta metros bajo la superficie, no hay tiempo para la contemplación. Cada minuto es valioso y debe ser empleado en hacer ciencia o divulgación. Una vez completado el trabajo, antes de ascender a la superficie y dar la espalda al bosque, estos científicos se permiten una despedida: “Hasta pronto. Qué sitio… Qué maravilla”.

Comentarios

Me parece de los más interesante que he oido desde hace mucho tiempo. El camino es la investigación y proteger con los medios necesarios para no solo conservarlo sino mejorarlo. El lado negativo es que playa chica es una zona que está muy sobre explotado no sólo por el buceo de masas sino por las lanchas rápidas que hacen un ruido infernal en el fondo marino Sería bueno estudiar cual es la capacidad de carga para poder conservarlo mucho mejor y eliminar las actividades que son contraproducentes para la conservación de ese espacio.

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