“Hemos dejado de sentir que somos océano”
Gara Goñi, graduada en Ciencias del Mar y autora de la muestra ‘Jallos: arte que emerge del mar’
A Gara Goñi Godoy el mar le corre por las venas. Crecida en el jable de Caleta de Famara, asomada al borde azul desde niña y errante enamorada de las playas de Lanzarote, siempre supo que quería dedicarse a la investigación de los océanos, de su presente y su futuro. Estudió Ciencias del Mar y se especializó en Biología de la Conservación y Espacios Naturales Protegidos. Criada, además, en un hogar de artivistas -dícese de quienes ponen la creación artística al servicio de la sensibilización ambiental-, encontró su voz poética en la reproducción de especies que habitan las aguas de Lanzarote, sobre el lienzo de materiales que devuelve la corriente. Su exposición Jallos: arte que emerge del mar puede visitarse hasta el 7 de julio en el restaurante El Puerto, de Arrecife.
Un pulpo, una tortuga verde, un angelote, un pez volador o una cigala canaria exhiben su colorido y sus volúmenes en el espejo preciso del fragmento de una barca desmembrada. La pincelada eficiente, la elección de tan particular soporte y el conjunto de emociones que destila cada pieza son obra de la lanzaroteña Gara Goñi, quien después de acumular morosamente la colección en su vivienda, ha dado el paso de mostrarla al mundo.
Solo así cumplirá el objetivo para el que fue creada, en ratos para la evasión y el solaz que reclama el alma: trasladar un mensaje de amor por el medio marino, alertar de la contaminación y los daños a los ecosistemas, resignificar los residuos y reconectar al ser humano con el océano. “¿En qué momento perdimos la conexión con una parte del planeta que nos da la vida?”, se pregunta la joven con una nota de angustia en la voz.
No es su caso, pues serena su espíritu cuando bucea con las gafas y el tubo y cuando pinta: “Cojo el pincel y es como si estuviera bajo el agua”, asegura, y es fácil imaginarla envuelta en el recuerdo de sus inmersiones y rodeada de ilustraciones y fotos que encuentra en internet y en catálogos de especies, que le sirven de guía e inspiración para sus propias creaciones.
El jallo como mensaje
El recorrido por la muestra se inicia en el vestíbulo de El Puerto, con una instalación de jallos, la suerte de lienzos que acompañan al dibujo como complemento necesario, pues hablan un lenguaje propio de navegaciones desde tierras lejanas y del pasado isleño, cuando constituían una mercancía valiosa, combustible de urgencia y moneda de cambio.
Gara Goñi lo aclara: “La palabra jallo viene de hallar, y su uso responde también a mi voluntad de conectar con el pasado, con la memoria de un objeto que vive en la boca de los pescadores, las abuelas, los niños que juegan en la marea y en los charcos, y que se está perdiendo. Estos trozos de madera no son solo restos, son pedazos de viaje”.
El contador de la cultura de Lanzarote, de sus dramas y pasiones decimonónicas, Ángel Guerra, narra en Al jallo (1907) la vida del señor Jenaro, dedicada a recorrer la playa de Famara a la colecta de jallos: “Era para sus años el único oficio. Además solía resultar provechoso. Algunos años casi daba tanto, o tal vez más, que la pesca, y por añadidura estaba exento de peligros. (...) Casi siempre eran maderos, cuadernas, barriles con residuos de vino ya agrio, cajas con telas roídas por el salitre, todos los desperdicios que se arrojan al mar en los navíos de derrota, o restos de buques náufragos destrozados al correr un temporal”.
Con su propuesta artística, Gara Goñi da una vuelta de tuerca a los usos de estos tesoros que abandona la marea, devolviéndoles la dignidad y el coraje que un día tuvieron las barcas de pesca o las pateras de la migración. “El corazón de este proyecto es recuperar un material que consideramos de desecho y devolverle su relato”, afirma.
Pese al indudable impulso creativo de la obra, su autora afirma no considerarse artista. “Yo realmente soy científica, pero considero que estamos saturados de información; se nos habla de acidificación, de subida de las temperaturas, del nivel del mar, se nos ofrecen muchos datos, pero eso no basta para llegar a la población. Porque hemos dejado de sentir que somos océano, y pienso que solo a través del arte encontraremos el lenguaje emocional que nos hace falta, además de servir de altavoz para contar historias. Porque los jallos no son objetos inertes, guardan la memoria de su singladura y llegan a la costa con un mensaje que debemos descifrar”.
Una vida llena de mar
Cuatro ballenas de tinta indeleble surcan el brazo derecho de Gara Goñi en recuerdo y homenaje al cumplimiento del anhelo infantil, que se extendería en el tiempo, de estudiar, trabajar y estar en contacto con las reinas del mar. Los ejemplares tatuados fueron objeto de su investigación en la Universidad de Baja California Sur.
Su trayectoria académica da buena muestra de una vocación que dinamita fronteras, se adapta al momento y avanza guiada por el compromiso y la responsabilidad con las circunstancias ambientales. “Empecé la carrera de Ciencias del Mar en 2012 y en 2017 me fui de estancia de investigación a Baja California Sur, en México, persiguiendo mi sueño de tratar con ballenas, pero acabé en un centro de investigación con tiburones y rayas, donde hice mi tesis de fin de grado sobre la ecología trófica de una especie de tiburón”.
“Busco que mi arte sea altavoz de relatos que necesitan pronunciarse”
La espinita clavada y la tenacidad científica la devolvieron de nuevo a La Paz. Allí pasó tres años cursando el máster de ciencias marinas costeras especializado en biología de la conservación, sobre el que construiría su tesis doctoral, dedicada al efecto y localización de aditivos plásticos en el tejido de cuatro especies de ballena, y su contraste con los microplásticos detectados en el Golfo de California. El material que amenaza la viabilidad de los recursos naturales del globo entraba así de lleno en sus investigaciones y se convertiría en desafío y ocupación de futuro.
De vuelta a Lanzarote, tras un tiempo vinculada al proyecto Plastic Busters (cazadores de plástico), de la Universidad de Siena, Gara Goñi se volcó en el trabajo de sensibilización contra estos vertidos, en pleno auge gracias a diversas campañas institucionales fruto de la preocupación de la ciencia mundial.
“Cuando traté de transmitir a mi padre mis descubrimientos e investigaciones, nos dimos cuenta de la dificultad que entraña la comunicación de datos y tecnicismos; había que encontrar un lenguaje nuevo. Y así llegamos a proyectos como ConcienciARTE o Voces del territorio, que de alguna manera traducen la información científica a través del arte y facilitan la concienciación ciudadana”.
Maderas que hablan
Cinco de las pinturas incluidas en Jallos: arte que emerge del mar se muestran en restos de pateras. “Son fragmentos de madera que no solo llegan llenos de salitre, sino que cuentan historias invisibles y dolorosas. Por eso decidí donar el diez por ciento de la venta de estas obras a Fedemilanz, la federación que organiza, agrupa y representa asociaciones de migrantes en Lanzarote. Busco que mi arte sea altavoz para esas vidas, de relatos que necesitan pronunciarse”.
El pez volador (Cheilopogon heterurus), el angelote (Squatina squatina), la tortuga verde (Chelonia mydas), el rascacio (Scorpaena canariensis) y el pulpo (Octopus vulgaris) son las especies representadas en estos jallos que fueron barcas en el continente africano y cuyo perfil campaneó en la inspiración de Gara Goñi hasta hacerse vida marina. “Las figuras vienen casi dibujadas, responden a cada vestigio; yo solo dejo que el pincel fluya. No hago ilustración científica pero de alguna manera percibo la forma y la voz de quien ocupará cada superficie. Son especies emblemáticas o en peligro de extinción que tenemos la suerte de seguir disfrutando, pero no se sabe por cuánto tiempo más”.
Su trayectoria académica da buena muestra de una vocación que dinamita fronteras
Junto a la vocación pedagógica que imprime la autora, cada obra ofrece al público su propia lectura: “Una chica me comentó en la exposición la similitud entre el pez volador, que sale del agua con las aletas abiertas por miedo, ante una amenaza cierta, y las personas que huyen de su país, sin saber que lo que se van a encontrar al otro lado puede llegar a ser hasta más peligroso. Todavía me emocionan sus palabras”.
La totalidad de piezas artísticas incluidas en la muestra puede disfrutarse en la página web garaart.com donde, junto a las fotografías se han reunido una serie de datos sobre la localización de cada jallo, los materiales utilizados, características de la especie retratada y la paleta de colores, para la que se incluye un catálogo de microplásticos a modo de recordatorio. Una más de las múltiples señales que envía Gara Goñi, la alarma de un nuevo naufragio: el del consumo, el plástico y la desconexión con el mundo natural del que el ser humano forma parte.
“Recojo residuos plásticos y los incorporo a cada obra porque forman parte de un paisaje que ya no podemos ignorar. Todo comienza en la orilla. Jallos, microplásticos, cuerdas y fragmentos de embarcaciones son arrastrados hasta las costas y lo que antes parecía desperdicio se convierte en arte, invitando a los espectadores a reconectar emocionalmente con la belleza y fragilidad del océano, recordándonos que podemos ser parte del cambio”, explica.
Gara Proyect
Cuando sucede la conversación con Diario de Lanzarote, la artivista está recién llegada de El Hierro, donde ha participado en una campaña de fotoidentificación de cetáceos, y prepara el equipaje para volar a Mallorca, donde se sumará a una actividad científica de censo aéreo de bancos de atún rojo. Y a continuación llegará la iniciativa con la que comparte nombre y amor por el océano: Gara Proyect.
La base de operaciones es un catamarán de vela de 22,5 metros de eslora, el Gara Itsasoa, construido en aluminio y equipado con tecnología avanzada, laboratorios a bordo y sistemas de muestreo marino. El barco no solo se destinará a la investigación científica, sino también a la creación de experiencias divulgativas, formativas y vivenciales, al ofrecer visitas guiadas, talleres, charlas y exposiciones a bordo a centros educativos, colectivos ciudadanos y público general.
Todo concuerda. En su euskera original, Gara significa somos, e Itsasoa, mar, lo que lleva a la inequívoca conexión del ser humano con el océano que defiende Goñi Godoy; y en el contexto de la cultura aborigen de Canarias, el nombre de la joven se asocia con los conceptos de montaña, roca o agua. “En el futuro próximo me veo embarcada en el Gara Itsasoa, de vuelta a la tarea investigadora y con la mayor parte de mi tiempo profesional dedicado al mar. Iremos a buscar el barco a Holanda y durante el trayecto de regreso comenzaremos con la recolección de microplásticos y el análisis de muestras de agua, fauna marina e impacto de los vertidos sobre la biodiversidad, entre otras líneas de investigación relacionadas con la salud de los océanos”, cuenta. Por lógica, será también la encargada de coordinar las iniciativas de divulgación científica y educación ambiental.
Gara Itsasoa es impulsado por la empresa Gara Project Prime SL., un equipo comprometido con la regeneración marina, la innovación sostenible y la educación transformadora, que ha reunido a Gara Goñi con Eduardo Pérez García, cofundador del proyecto, quien aporta la visión técnica y gestión náutica, y Lenka Klikarová, coordinadora de apoyo y comunicación, quien trabaja en la dimensión social y el establecimiento de vínculos entre el conocimiento científico y la comunidad.
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1 El océano Dom, 06/07/2025 - 09:21
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