“Hay políticos que han decidido que culpar a los inmigrantes es lo más fácil”
Dagauh Komenan, doctor en Historia Contemporánea
Dagauh Komenan (Yamusukro, Costa de Marfil-1989) es doctor en Historia Contemporánea y gran conocedor de los flujos migratorios, sobre todo los procedentes del continente africano. Charla con Diario de Lanzarote un jueves de mediados de julio. Esa tarde Vox ha convocado una protesta en La Isleta, Gran Canaria, para pedir la expulsión de inmigrantes después de que un joven marroquí fuera acusado de haber prendido fuego a una menor en ese mismo barrio de Las Palmas. Al final, solo acuden medio centenar de manifestantes. Durante días, no se ha parado de hablar de los altercados de Torre Pacheco, en Murcia, donde grupos de ultraderecha instigaron a una cacería contra el inmigrante tras la agresión a un vecino supuestamente por parte de un magrebí. Torre Pacheco es un ejemplo de “cómo se puede, poco a poco, introducir el odio dentro de una población”, sostiene el investigador, mientras alerta de cómo el discurso del odio sobre el inmigrante se está viralizando cada vez más con el respaldo de formaciones políticas. “Hay políticos que han decidido que culpar a los inmigrantes es lo más fácil”, señala.
-En su tesis doctoral, cita la cooperación como elemento para combatir el terrorismo y como aliado de la inmigración. ¿Cómo puede servir la cooperación para evitar la inmigración irregular?
-La inmigración, especialmente la irregular, se nutre de la desesperación de la gente. Son personas que no ven perspectivas de futuro en sus países. El proyecto migratorio aparece cuando estas opciones ya han desaparecido. Fomentar una cooperación que permita una mejora del nivel de vida en sus países de origen provocaría que desaparezcan muchos de los factores que empujan a la gente hacia la inmigración.
-¿Qué falla en la cooperación cuando hablamos de África?
-El carácter unidireccional es el principal fallo. No se escucha la voz de los africanos. Se les impone una serie de medidas desde los países del norte. Piensan que van a funcionar porque, tal vez, hayan servido en otros ámbitos. Hay un convencimiento de que si ha funcionado en un ámbito va a valer allí, pero las sociedades son diferentes y lo que puede servir en un punto puede que no en otro. Ese es el principal fallo que existe en la política de cooperación. No se escucha mucho a los países africanos. Siempre se les impone unas medidas.
“Subirse a un cayuco es señal de que arriesgar vale más que quedarse en su país”
-A finales de junio, Sevilla acogió la cuarta cumbre de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo. ¿Qué le parecen los acuerdos alcanzados?
-Creo que siempre es lo mismo. Buen rollismo y muchas palabras, pero no se transforma en cosas prácticas. Estamos siempre en la misma dinámica. El presidente Trump hablaba de cambiar el paradigma de la cooperación entre Estados Unidos y los países africanos, pero cayeron en lo mismo del extractivismo. Se sabe que el extractivismo no permite mejorar el nivel de vida. Más allá de las palabras se necesitan acciones completas, un cambio profundo en la forma de cooperar. Saber lo que quieren los africanos y ayudarles a conseguir metas. No decirles: nosotros queremos que hagan esto, que es básicamente cómo funciona siempre.
-¿Cómo pueden afectar a África los recortes que ha anunciado el presidente Donald Trump en cooperación?
-Es un gran problema para muchos países. Hay que tener en cuenta que se ha creado una dependencia durante décadas. Por ejemplo, Liberia depende del 40 por ciento de la ayuda norteamericana para su presupuesto de salud. Sin hablar de todos los empleos que están vinculados directamente a esta cooperación. Se ve la lucha contra la enfermedad y la mortalidad infantil, pero lo que no se ve es la cantidad de intérpretes, cocineros, fontaneros, chóferes... que trabajaban con estas agencias y vivían de esta cooperación. Se van a quedar sin trabajo. Ya se está viendo a gente perder el empleo. Es un choque muy fuerte que está sucediendo en el continente africano.
-¿Estamos muy alejados de cumplir los objetivos de la Agenda 2030 para África?
-Publiqué un ensayo: Sahel occidental ante los objetivos de desarrollo sostenible en 2021 sobre este tema. Hay algunos puntos que sí, sobre todo en la desigualdad y la lucha contra la pobreza. No es muy seguro que el continente africano consiga esta meta.
“La cooperación en inmigración no está ayudando, sino encerrando a la gente”
-Cada vez es mayor la presencia de Rusia en África. Incluso, parece que está relegando a países como Francia. ¿Qué intereses hay detrás de esa presencia rusa en el continente africano?
-Hacer dinero. Tienen una forma diferente de hacer negocio. El modelo ruso se ha desarrollado en República Centroafricana. En 2017, Rusia intervino en el país. No querían mandar a tropas a un país que es muy difícil de ubicar en el mapa. Mandaron el grupo Wagner y pactaron un acuerdo con el gobierno de este país. Si se logra liberar una zona donde hay minas, te quedas con la mina. Ese modelo es el que han exportado a otros países en los que intervienen. Llegan, ayudan a las fuerzas regulares a liberar la zona y se quedan con la explotación económica por un periodo. No están para ayudar a nadie sino para hacer negocio. La diferencia con Occidente es que los rusos escuchan. Si les dicen “quiero que nos lleven allí”, los llevan, mientras que con Francia era diferente. Francia intentaba dictar.
-La Agencia Europea de Fronteras (Frontex) ha alertado sobre la cada vez mayor presencia rusa en África y cómo podía ser utilizada por Putin para presionar a Europa a través de la inmigración, incluso viéndose afectada la ruta canaria. ¿Comparte esta opinión?
-Pienso que Frontex tiene sus criterios para medir estos datos, pero yo los tomaría con reserva por una razón sencilla: Rusia está en el Sahel desde 2021. Un elemento que causó un incremento en la llegada de inmigrantes fue el cese de la cooperación con Mali y Níger. Se dice poco que Mali y Níger eran parte de lo que se llama la externalización de fronteras. La Unión Europea invertía dinero capacitando la fuerza de seguridad para que ellos pararan los flujos migratorios que llegaban. Mali recibía alrededor de 72 millones de euros anuales para esta tarea y Níger 76 millones. Al parar esta cooperación, las fuerzas de seguridad de Mali y Níger, que son países de origen y tránsito, dejaron de parar a los candidatos a la inmigración. Ese elemento es más relevante que la mera presencia de Rusia.
-Gran parte de los inmigrantes que llegan a Canarias proceden de la zona del Sahel. ¿Qué situación se vive en la región para que la gente se vea forzada a subirse a un cayuco?
-La desesperación y la falta de oportunidades como motor. En Mali hay un conflicto. Senegal tiene potencial, pero el problema es que no se transforma en realidad. Se han descubierto recursos naturales como el gas o el petróleo. Había una esperanza, sobre todo cuando llegó el presidente Faye. De hecho, se redujeron los flujos durante una temporada, pero luego volvieron a subir. Están bien los discursos, pero la gente tiene que comer. Si uno no puede llegar a fin de mes y cuidar a su familia emigra. El hecho de subirse a un cayuco es una señal de que arriesgar su vida en el mar vale más que quedarse en su país. Ante tanta desesperación, prefieren arriesgar su vida que quedarse en su país.
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“Hay tendencia en poner mucho el foco en un inmigrante cuando comete un delito”
-El 61 por ciento de los menores que ha solicitado protección internacional en Canarias proceden de Mali. ¿Cuál es la situación, en estos momentos, en el país?
-En 2012 los tuaregs empezaron una guerra para la independencia del norte. Después se metieron los yihadistas por medio. Llegamos a la situación actual. Ahora está el gobierno con la Junta Militar de Mali junto a Africa Corps contra los tuaregs que han vuelto a aliarse con los yihadistas. A nivel de seguridad, hay atentados y muertos cada día. Además, la situación política hace que los inversores no quieran meter dinero en el país, lo que reduce las actividades económicas. Hay un nivel precario de seguridad, pero en lo económico también hay precariedad.
-Los desembarcos en el Archipiélago se han reducido durante el primer semestre de este año un 41,2 por ciento. Sin embargo, Frontex ha alertado de la inestabilidad en el Sahel y de cómo puede afectar a la ruta migratoria canaria. ¿Está de acuerdo?
-Se ha incrementado la cooperación en términos de seguridad para parar los flujos migratorios. En 2004 Frontex empezó a patrullar la zona del Mediterráneo. Al año siguiente, se incrementaron los intentos de saltos en Ceuta y Melilla. Cuando se elevó la valla y se pusieron las concertinas, vino la crisis de los cayucos en 2006. Cuando hay más controles en un punto, se intenta cambiar y pasar por otro. Hay que ver si la bajada es un efecto temporal o se asienta en el tiempo. La desestabilización del Sahel puede ser un factor, pero mucho más es el cese de la ayuda norteamericana. Son miles de personas las que van a perder empleo en un sistema donde no hay cobertura social. En países como Senegal, Costa de Marfil o Liberia se pierde el trabajo y no hay paro ni seguro médico. Si la gente no tiene para comer, tiende a marcharse.
-Hace unas semanas, el presidente Pedro Sánchez visitó Mauritania. Es el tercer viaje que realiza al país africano en año y medio. La cooperación para frenar la migración se traduce en un blindaje de fronteras, en un mayor control fronterizo. ¿Es esa la solución?
-Desafortunadamente no. Hace treinta años que se está intentando la política de reforzar y no funciona. Se sabe cómo se para una migración. Después de la Segunda Guerra Mundial, no hubo una migración desde Europa hacia Estados Unidos porque hubo un Plan Marshall que permitió, en un plazo bastante corto, hacer que las economías se recuperaran. Una cooperación de esta índole es lo que se necesita en los países africanos. Se trata de hacer una cooperación que ayude a mejorar la vida de la gente y no a encerrarlos. No se está ayudando, sino encerrando a la gente.
-Ese control fronterizo se traduce en que los cayucos salgan cada vez de lugares más lejanos aumentando los días de travesía y las posibilidades de naufragio...
-Exactamente. Lo único que se va a conseguir es que, cuanto más lejos, haya más muertos, pero no se va a lograr atajarlo. Estoy trabajando en un estudio comparativo, para la Universidad de La Coruña, donde comparo la política migratoria de Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Europea. Estados Unidos se gasta muchísimo más dinero en control fronterizo que la Unión Europea. Aun así, no ha logrado atajar la migración. La frontera sur de Estados Unidos es principalmente terrestre. Invierten casi mil veces más que Frontex, pero no logran atajar la inmigración.
-¿Y qué se puede hacer?
-Una de las iniciativas que ha propuesto Pedro Sánchez me parece interesante: la de la migración circular. Me parece mucho más eficiente en la lucha contra la inmigración irregular que blindar las fronteras. Si se permite que la gente pueda entrar de forma regular y trabajar por qué va a coger una patera. Sobre todo, si sabe que si vuelve a su país el año siguiente lo llaman para la siguiente cosecha. Es un viaje más seguro. En vez de enriquecer a unas mafias se puede poner en marcha un mecanismo regular que va a permitir que la gente no use estos métodos.
-¿De qué es consecuencia Torre Pacheco?
-Diría que es consecuencia de una desinformación. Hay una tendencia en poner mucho el foco en una persona migrante cuando comete un delito o crimen. Eso da la sensación de agobio, especialmente por parte de la población local. La reducción que sufren los países europeos, especialmente desde la crisis de 2008, ha desviado la atención sobre los migrantes. Son culpables de todo. Torre Pacheco es sólo un elemento. Hay políticos que han decidido que culpar a los inmigrantes es lo más fácil frente a las dificultades a las que se está enfrentando la población de Occidente. Creo que Torre Pacheco fue una hecatombe de cómo se puede, poco a poco, introducir el odio dentro de una población.
-Mientras tanto, VOX habla de expulsar a ocho millones de migrantes de España. ¿Por qué cala este discurso tanto en la sociedad?
-El resurgimiento de estos movimientos no se puede entender sin retroceder a la crisis económica de 2008. Antes eran residuales. Después de la crisis de 1929, se vio llegar al poder, por ejemplo, a Hitler y a otros líderes. Vemos que la principal preocupación de los españoles es la vivienda, pero algunos partidos en vez de decir “voy a hacer tal proyecto para mejorar tu vida”, lo que hacen es decir voy a decir “quién es el culpable de tu sufrimiento: el inmigrante”. En muchos casos, queriéndolo o no, se tiende a poner un foco negativo sobre la cuestión migratoria y ellos se nutren de eso. Durante muchos años, varios medios de comunicación han caído en el sensacionalismo en vez de dar datos y contexto. La presión de vender ha contribuido a estigmatizar a la persona migrante haciendo que estos movimientos, que están muy en contra de la inmigración, se aprovechen de ello.















Comentarios
1 Libre Lun, 11/08/2025 - 08:52
2 Mandanarices Lun, 11/08/2025 - 09:29
3 John Redcorn Lun, 11/08/2025 - 12:23
4 Bienvenidos!!! Lun, 11/08/2025 - 13:28
5 Sinrazón Mar, 12/08/2025 - 12:30
6 En fin! Jue, 14/08/2025 - 05:25
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