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‘Lauda’, monumento a las voces de las mujeres

La escritora Eduvigis Hernández Cabrera dedica su último libro, publicado con Ediciones Remotas, “a la gloria de las mujeres”

María Valerón 0 COMENTARIOS 08/03/2025 - 07:22

Como si existiera un lugar más allá de las nubes: un panteón de mujeres, palacio blanco de deidades, reservado a las voces olvidadas; un reino lejano, cubierto de polvo y hojas secas. Hasta allí viaja la escritora Eduvigis Hernández Cabrera, cargada de flores. Lo hace a través de su último libro: Lauda, publicado por Ediciones Remotas, con el que la autora rescata y rinde tributo a las voces de mujeres que marcan su trayectoria vital.

“A la gloria de las mujeres”, según reza el subtítulo de la obra, dedica Hernández Cabrera estas páginas de reconocimiento, en una travesía que navega entre el diálogo con algunas de las grandes voces femeninas de la literatura universal, la admiración hacia algunas de las mujeres del ámbito más próximo a la autora y un juego de lecturas de ida y vuelta con la obra de dos artistas canarias.

La escritora confiesa que su trabajo nace de una “escritura lenta”, una recopilación de textos vinculados en esa raíz común, que ella resume con una cita de Virginia Woolf, su indiscutible escritora de cabecera: “En la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer”. Tomando este precepto, explica Eduvigis Hernández, Lauda se construye desde “la alabanza y la gratitud, para, de alguna manera, darles la gloria que no tuvieron no solo las escritoras, sino las mujeres en general, que son ejemplo de vida dentro y fuera de casa, con su trabajo, a través de su fortaleza”.

Representada en portada a través de una estrella dorada plagada de aristas sobre fondo violeta, que chisporrotea luces y nace de la oscuridad, obra de la artista grancanaria Cristina Déniz, la gloria que la autora quiere devolver a las mujeres abarca un espacio intangible, plagado de muchas referentes y que escapa por los siglos.

“Siento que deben ser visibles. El foco de luz debe estar sobre ellas”, señala

Quizás por lo inabarcable, la autora decide estructurar su obra en tres bloques independientes pero interconectados: Verbo Cisne, Interiores y otros lugares e Imaginaria. Al cierre de Verbo Cisne, la prosa de Eduvigis muestra, como si se tratara de un manifiesto emocional de autora, la esencia de Lauda al lector, a la lectora: “Hay una voz hecha de voces que susurra intermitente lo que ha de ser escrito./Modula en bajo tono percepciones e ideas que se deslizan hacia el vacío para cubrirlo de palabras./(...) Veneradas y pródigas improntas otogadas por quienes nunca desearon vivir inadvertidas./No caben dudas respecto a la nobleza de este legado invaluable./Escribimos porque ellas escribieron”.

Escritura híbrida

No tiene miedo Eduvigis Hernández a la palabra “híbrido” en el arte. “Es signo de nuestro tiempo”, indica la escritora y apunta a la hibridez y al carácter fragmentario o, si se prefiere, de compendio al referirse a la estructura y estilo de Lauda. “Se han roto en nuestros tiempos los límites en los lenguajes del arte, hay hibridez. Creo importante romper las fronteras, romper los límites”, señala al referirse a la diversidad estilística de sus textos que transitan el verso, la prosa e, incluso, el género epistolar o el poema en prosa (aunque ella dice no atreverse a llamarlos nunca poesía). Y es que para la autora, si bien los calificativos son necesarios para la academia, su escritura nace de forma espontánea y necesita de esta libertad de “estar siempre bordeando, dinamitando la supuesta frontera”.

Esta espontaneidad, asegura, está intrínsecamente ligada a su modo de conformar obras: sus libros, confiesa, nunca se construyen “intencionadamente” sino que nacen de la unión de textos que va macerando en el tiempo, releyendo durante años, reinventando y cuidando. Lauda no es una excepción. En ella confluyen distintos proyectos, notas de cuadernos, citas reunidas, durante años. Así, Verbo Cisne e Interiores y otros lugares nacieron originariamente vinculados al proyecto de cuadernos de la colección Rumores de Artemisia, que la autora coordinó junto a la poeta y artista visual Macarena Nieves Cáceres, mientras que Imaginaria se fraguó a pie de exposición, mano a mano con las artistas.

Portada del libro. Foto: Rubén Acosta.

Verbo Cisne’

La escritora George Eliot, cuenta Hernández Cabrera, usa una imagen delicada y, a la vez, poderosa para representar la realidad de la literatura escrita por mujeres: “Eliot habla de los cisnes, que destacan entre los patos del estanque, en una referencia a las mujeres. Esos cisnes (las mujeres) van, en cambio, perdiéndose a lo largo del río entre las aguas menores, nunca llegan a las aguas mayores”, señala la autora. Es a Eliot a quien dedica el primero de los pequeños textos en prosa que componen el primer bloque de Lauda y también a Eliot a quien se dedica el título de esta primera sección de la obra: Verbo Cisne.

En un ejercicio de diálogo epistolar, Hernández Cabrera recorre en este primer tramo de Lauda sus “santas escritoras de cabecera”. Carson McCullers, Jeanette Winterson, Katherine Mansfield, Irène Némirovsky, Patricia Highsmith, Ruth Rendell o Djuna Barnes son solo algunas de las voces a las que se dirige la autora, que incluye en este panteón de cabecera a la grancanaria Dolores Campos-Herrero.

“Reivindico una tradición literaria femenina, de igual peso que la masculina”

“Pensé en todas las escritoras que a mí me han marcado y reflexiono a través de sus citas. Hablo de Verbo Cisne porque todavía cuando se hacen colecciones, o se habla de las grandes obras del siglo XX, o vamos a los estudios de literatura o arte, prevalecen los nombres masculinos. Ellas están representadas en una mínima proporción o no están. Seguimos cometiendo estos mismos errores en 2025”, señala.

Como reunidas alrededor de una mesa, citas de grandes autoras de todos los tiempos dialogan con la escritora, que rescata a través de ellas temas universales, conecta a través de ellas en amor, dolor o deseo atemporal e indaga, a través de ellas, en algunos de los signos de exclusión de las mujeres. Ejemplo de ello, son sus palabras a las hermanas Brontë: “(...) Hay mucho que contar y para que el exterior atienda tu pensamiento es preciso ostentar un nombre masculino./Así se fragua -Charlotte, Emily, Anne- el arduo camino de la independencia”.

“Son las voces con las que me identifico, las que siento que deben estar visibles, que el foco de luz debe estar sobre ellas”, señala la escritora, que apunta a la necesidad de reivindicar “una tradición femenina dentro de la literatura”. “Yo reivindico una tradición propia, emulando a la Habitación propia de Virginia Woolf, con voces femeninas que forman parte de nuestra cultura occidental, con el mismo peso que la voz masculina”, señala.

Y es que Lauda nace, asegura, del profundo impacto que este contacto tiene en su trayectoria vital: “Cuando empiezo a encontrar esa mirada, ese otro ángulo de visión, me estalla el alma. Como en la imagen de portada del libro. Hay una vivencia, hay una percepción, una experiencia, una educación y unas costumbres sociales compartidas. Hay una mirada que es femenina (no una literatura, una mirada), que es diferente porque lo que hemos recibido de la sociedad es diferente. Nos han colocado en otro lugar, esto es: en casi ningún lugar. Eso impacta nuestra forma de ver el mundo”.

'Interiores'

“Los interiores albergan/a las mujeres/como una segunda piel/ perdurable/a lo largo de los siglos,/y ya se sabe que/el peso de la Historia/tiende a imponerse/a los pequeños logros/de las historias más recientes” (Interiores, Dos). Este breve texto en verso define el concepto profundo que reside en el segundo bloque de Lauda, Interiores y otros lugares, dedicado a la trampa (y la fuerza) doméstica. “Trabajo el interior como espacio que siempre se ha reservado a la mujer: bien como adorno, bien como esclava de la casa, madre, e, incluso durante siglos, en caso de tener un papel social, la mujer lo tenía solo dentro de la casa”, explica.

“Trabajo el interior como espacio siempre reservado a la mujer”

Este bloque, se convierte, además, en el más reivindicativo, apelando a la fuerza en lo artístico, pero también en lo cotidiano: “De esos interiores sacaron la fuerza las mujeres: hoy día están saliendo a la luz compositoras importantísimas de los siglos XVIII y XIX, y esposas que escribían para sus maridos. A pesar de vivir enclaustradas, siempre encontraron la manera de expresarse”. Así lo señala en su texto Interiores, Cuatro: “La habitación es la cocina,/el cuarto de costura,/el dormitorio,/y luego, tal vez,/el ansiado estudio/-Virginia dixit-./La habitación está/en la cabeza y en la mano,/al raso/del orbe,/dispuesta para poblarse/de imágenes y de palabras”.

Por último, no podía escapar a Lauda la obra artística de mujeres: el último bloque, Imaginaria, queda compuesto por un conjunto de textos en prosa y verso que referencian la obra de las artistas grancanarias Cristina Déniz (a cargo de las ilustraciones de la edición) y Fabiola Ubani. El conjunto conforma, en definitiva, una alabanza a las mujeres en sus distintas vertientes, espacios, dimensiones: “Son textos que están vinculados: este homenaje y reconocimiento a algunas escritoras, esta reflexión sobre los interiores y otros lugares donde se han movido de manera luminosa las figuras femeninas y, por último, los textos que surgían de estas dos artistas tenían un nexo de unión”, indica.

Quizás Lauda, a la gloria de las mujeres no sea otra cosa que un deseo custodiado por las letras. Un deseo de ruptura, de futuro, de nuevos caminos y más estantes con nombres de mujer en las bibliotecas: “Que se calle el silencio y que por sí solo muera./Ensordece ya tanta ausencia de palabras, retumba a destajo la voz nunca articulada./Demasiado estruendo es el que produce la omisión del pensamiento, el bramido de lo que se guarda./Que el silencio calle y muera, que se asome la vida a nuestros labios” (Interiores y otros lugares). Que así sea.

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