El reconocimiento reversible a la maestra Mercedes Medina
La histórica lanzaroteña ha perdido el título que daba a un centro educativo de Arrecife después de treinta años
Los terrenos de la memoria y los reconocimientos públicos son frágiles y espinosos. Hay profesionales y familiares que rechazan vehemente la notoriedad, mientras otros, ya sean herederos, políticos o los mismos protagonistas, la buscan desesperadamente. Y también hay olvido, desinterés colectivo y falta de investigación histórica rigurosa.
En los últimos años, bajo el difuso término de “memoria histórica”, se ha reivindicado especialmente la reparación de represaliados del régimen franquista. En un sentido parecido, se ha potenciado una revisión en clave menos machista de los relatos históricos, para sacar de la oscuridad el papel de las mujeres. Por no hablar de la revisión del pasado colonial en países que sufrieron el dominio de otras potencias. Sea como sea, cada sociedad revisa su pasado constantemente. La Historia vive siempre en un lento pero continuo proceso de reescritura, muchas veces en función de las preocupaciones del presente. Los debates y las opiniones, por tanto, son muy variados.
Una de las maneras más habituales de revisitar el ayer está en conceder nombres honoríficos a instituciones o centros, en reconocimiento a la labor profesional, social o cultural de quien recibe esa distinción. Por ejemplo, hace unos años, fue una votación popular la que dio el nombre de Víctor Fernández Gopar al teatro principal de Arrecife y la Isla. Y no fueron pocos los que argumentaron que Clavijo y Fajardo tenía más vinculación con este género literario y mayor proyección internacional, aunque el resultado de la votación fue muy claro.
Sin salirse del terreno cultural, hay voces que han reclamado que se haga un reconocimiento similar con intelectuales nacidos en Lanzarote y semiolvidados como Ángel Guerra, Antonio María Manrique o Isaac Viera y Viera, de la misma forma que Pancho Lasso, Blas Cabrera o Agustín Espinosa consiguieron, ya fallecidos y tras años de cierto ostracismo, que sus figuras fueran recordadas en señeros centros educativos de la isla que portan sus nombres.
En la mayoría de los casos, familiares, amigos, allegados o antiguos alumnos se movilizan, de una manera u otra, para conseguir que un centro recoja el nombre de la persona que se busca reconocer: recogidas de firmas, artículos de prensa, peticiones a instituciones... Pero la reciente controversia sobre Mercedes Medina Díaz (1914-2002) es un tanto novedosa, porque no se trata de la clásica iniciativa por sacar a alguien del olvido, sino de la retirada de un homenaje cuando este ya estaba más que asentado en la comunidad donde se encontraba. Como si desaparecieran los nombres de Adolfo Topham, César Manrique o Benito Méndez de las instituciones educativas que los llevan en Arrecife, ciudad que ahora se queda solo con el Nieves Toledo como único centro en homenaje a una mujer.
Tras treinta años con el nombre de Mercedes Medina como estandarte, el centro educativo de Altavista ha pasado a ser IES solo con el nombre de Altavista, sin que Ayuntamiento de Arrecife, Consejo Escolar y demás agentes implicados acierten a explicar los motivos y la causas de este extraño paso. Al parecer, en el tránsito de CEIP a IES se puso provisionalmente el nombre de IES Altavista.
El edificio sigue siendo el mismo, simplemente ha habido un cambio de estatus, pero finalmente ha desaparecido el nombre de Mercedes Medina sin que se sepa la justificación o sin que se hayan descubierto hechos que desprestigien los méritos hechos en vida por Mercedes Medina.
La eliminación del nombre no solo ha molestado a personas vinculadas a Mercedes Medina, sino también a una parte de los estudiantes y profesores que han pasado por el CEIP Mercedes Medina durante sus treinta años de existencia. Además, desde hace años funciona la Asociación Mercedes Medina Díaz, un colectivo privado sin ánimo de lucro que organiza actividades culturales y que ofrece becas para estudiantes de Lanzarote.
Dicha asociación ha pedido rectificar la decisión, pero también en las últimas semanas se ha sucedido una catarata de artículos de prensa, acciones de protesta, recogida de firmas y peticiones de vecinos, sindicatos y ONG, que piden la vuelta del nombre de Mercedes Medina al centro, sin que haya respuesta oficial de momento, lo que ha generado, a su vez, una cierta polémica de tintes políticos y cruces de acusaciones.
Protesta contra el cambio de nombre del centro.
Maestra en la posguerra
En tiempos de una relectura más femenina del pasado y de reconocimiento al papel social de la educación pública, resulta un tanto asombroso que desaparezca el nombre de Mercedes Medina Díaz del centro educativo en el que llevaba treinta años.
Esta docente nació en Tías en 1914, aunque a los 11 años se trasladó a Gran Canaria para formarse como maestra. Medina afirmaba que le hubiera gustado seguir sus estudios en matemáticas, pero su padre había muerto cuando ella, que era la mayor de los hermanos, tenía nueve años y la familia no tenía recursos para pagar más formación.
Entre la Guerra Civil y la primera posguerra ejerció en Fuerteventura, Tiagua, Tahíche y Tías, para finalmente conseguir la plaza definitiva en la Escuela de niñas nº 2 de La Vega, en Arrecife. Eran tiempos de escuelas unitarias y Mercedes Medina llegó a atender a 91 alumnas al mismo tiempo.
Más tarde, Mercedes Medina pasó por otros centros, como el Colegio Generalísimo Franco (hoy La Destila), conocido entonces como Los Grupos, el Colegio General Sanjurjo (donde está ubicado hoy el Centro de Salud de Titerroy) y en la Escuela de niñas n.º 2 de Arrecife, llamada “Escuela de Caracol” o “La Escalerita” por la forma de su entrada.
Medina recibió distintos reconocimientos por su labor profesional y en 1991 su nombre pasó a titular el centro educativo de infantil y primaria que se había puesto en funcionamiento el año anterior en la zona de confluencia entre los barrios de Altavista, Tinasoria y Los Alonso, un área del extrarradio de Arrecife que en esa época afrontaba un contexto socioeconómico muy complicado.
Sin embargo, el centro educativo logró una rápida y profunda integración en la comunidad, implantando diversos programas pedagógicos y consiguiendo premios de instituciones nacionales, regionales y locales. Por sus aulas han pasado tres docentes que han conseguido el preciado premio Viera y Clavijo.
Federico Doreste
Probablemente, uno de los olvidos más clamorosos del sector educativo insular sea Federico Doreste Betancort (1886-1948). Nacido en el pueblo Máguez e hijo de torreros de faros, Doreste pasó gran parte de su niñez y juventud en Isla de Lobos.
Tras formarse en magisterio y como perito eléctrico y mecánico en Gran Canaria, ejerció como maestro especializado en ciencias en distintas islas, para luego ampliar estudios en Madrid y Barcelona, donde también dirigió varias escuelas y tuvo una trayectoria relevante.
Innovador y reformista, Federico Doreste aplicó las nuevas corrientes pedagógicas, consiguió varias becas de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas con las que viajó por diversos países de Europa para conocer sus sistemas educativos, y publicó diversos libros sobre pedagogía, entre los que destacan Motores de viento. Molinos (1921), El caracol: su explotación (1922), Metodología de la lectura y la escritura (1933), Argonautas (Historia de la Navegación) o Lecturas para la Escuela de Primaria (1935).
De ideas republicanas y de izquierda, la Guerra Civil le deparó un final muy amargo a Federico Doreste: cárcel, doble proceso de depuración, separación de su profesión y familiares, condena, enfermedad... Murió en prisión en 1948. El biólogo Ignacio Romero lo ha destacado en varios de sus libros, pero hasta la fecha no se han realizado homenajes significativos en su isla natal.
Comentarios
1 Germán Sáb, 05/06/2021 - 10:04
2 Gonzalo H. Martel. Sáb, 05/06/2021 - 13:25
3 Lerele Sáb, 05/06/2021 - 15:30
4 Mujer Sáb, 05/06/2021 - 20:18
5 Sorisa Sáb, 05/06/2021 - 22:38
6 Mareallena Dom, 06/06/2021 - 11:51
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