MEDIO AMBIENTE

Playa Lambra, laboratorio para el estudio de los efectos del microplástico

La Universidad Autónoma de Madrid y la de Alcalá de Henares eligen esta playa de La Graciosa para hacer una investigación sobre los efectos de la degradación de los plásticos en el medio ambiente

Saúl García 1 COMENTARIOS 12/06/2019 - 07:20

De las playas del Archipiélago orientadas al Norte, Playa Lambra, en La Graciosa, es la más septentrional. Es la puerta de entrada de todo lo que llega del océano, prácticamente de tres continentes, de Europa, América, África y el capricho de sus corrientes y sus giros. Tradicionalmente, la playa aportaba jallos.

Hace quince años llegó un misil de unas maniobras de la OTAN en el Estrecho de Gibraltar y ahora lo que más llega es plástico: plásticos grandes, medianos y microplásticos, hasta cien gramos por metro cuadrado y que, en algunos casos, tienen varias décadas de vida.

WWF organiza jornadas periódicas de limpieza en esa playa y las universidades de Alcalá de Henares y Autónoma de Madrid aprovecharon esa limpieza para hacer el muestreo necesario, en septiembre de 2018, para llevar a cabo una investigación sobre esos restos de plásticos que aparecen en la playa y que ha dado la vuelta al mundo.

Carlos Edo es uno de los autores del estudio. Su grupo de investigación analiza los efectos de los plásticos al degradarse en el laboratorio, pero les faltaba comprobar sus efectos cuando se degradan en el medio ambiente. “Existe una preocupación en la ciencia por saber qué ocurre con el plástico cuando se degrada, cuáles son las consecuencias” de que se liberen diversas sustancias tóxicas como antioxidantes, pigmentos, plastificantes, retardantes de llama o los catalizadores usados en su polimerización.

Un artículo de la Universidad de Las Palmas habla de hasta 81 contaminantes en el plástico. En la playa se detectaron proporciones de polietileno y polipropileno relativamente elevadas, lo que se puede explicar si corresponden a muestras envejecidas, ya que el polietileno es un polímero muy estable que puede mantenerse durante décadas en el medio ambiente.

“Es de vital importancia saber qué va a ocurrir en el futuro con estos plásticos”, señala Edo, que asegura que se eligió esta playa porque es un lugar de especial protección donde ya se hacían limpiezas y en la que hay organismos endémicos que se pueden ver afectados.

La primera conclusión era esperada. Los plásticos no se generan en el entorno sino que llegan desde otros confines. Llevan muchos años en el mar o, al menos, se fabricaron hace muchos años, como un soldado de plástico, de juguete, que encontraron en esa playa. Pueden llegar desde los ríos, desde los hogares o desde una mala gestión del reciclaje.

En la playa se detectaron proporciones de polietileno y polipropileno relativamente elevadas, lo que se puede explicar si corresponden a muestras envejecidas

El material llega muy quebradizo: “Solo por meterlo en un aparato en el laboratorio se rompe, y eso que está hecho para durar”, destaca Edo. Hay fragmentos muy pequeños. Los microplásticos tienen entre uno y cinco milímetros, pero después están los nanoplásticos que, según señala Edo, “es en lo que se va a centrar la ciencia” porque aún no se han estudiado sus efectos en el medio ambiente y su tamaño hace posible su paso a los tejidos de los seres vivos con consecuencias aún desconocidas.

Edo habla del paradigma de los plásticos, ya que se recoge menos cantidad de la que se fabrica y no se sabe adónde va el resto. “Requiere de una investigación complicada”. Una parte acaba en el fondo marino, se hunde, otra parte se degrada y se fija en la superficie o desaparece.

“Lo que nos da miedo -destaca Edo– es que ahora hay un boom del microplástico pero cuando se explique cómo solucionarlo, y eso ya depende de hábitos de consumo, la gente se olvide de lo que está ocurriendo si parece muy difícil de solucionar o si la solución es muy cara, pues hay riesgo de que el problema no se aborde”.

Entre 2016 y 2017 hubo un aumento de la demanda mundial de plástico de 20 millones de toneladas. “La demanda sigue subiendo, esa es la realidad”, dice. “Estamos empezando a saber lo que ocurre, los análisis aún son caros y lo normal es que ahora se empiecen a hacer más, pero en España hay poca información aún”, concluye.

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Bienvenidos a la Primera Era de la Contaminación.

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