0 COMENTARIOS 14/11/2018 - 07:30

Desde hace décadas la comunidad inglesa en Lanzarote es la más amplia con diferencia dentro de la colonia de residentes extranjeros que tiene la Isla. El peso de los británicos ha llegado a ser casi del seis por ciento de la población de la Isla, una cifra muy similar a lo que representa Lanzarote en la demografía total de Canarias.

Pero Lanzarote no es un caso excepcional. Los residentes británicos en el archipiélago canario llegaron a ser más de 43.000 en 2012. Para darnos cuenta de la dimensión de esos números debemos colocarla en la escala regional apropiada: entonces veremos que era equivalente a casi la mitad de la de La Palma o Fuerteventura. Una cifra superior a la que podían sumar juntas las tres Islas de menos población: La Gomera, El Hierro o La Graciosa. Dicho de otra forma, a pesar de que han bajado considerablemente en los últimos cinco años, en Canarias hace tiempo que viven más ingleses que herreños, gomeros o gracioseros.

El peso de los británicos es aún mayor en el primer, y casi exclusivo, motor de la economía canaria: el turismo. Para empezar, su papel como pioneros de la revolución industrial en el siglo XVIII los convirtió en el gran imperio mundial del siglo XIX y principios del XX, de manera que fueron los creadores, entre otras cosas, del turismo moderno y, por ende, de los touroperadores, factor clave del nuevo negocio. Con frecuencia olvidamos que los turistas que vienen a Canarias gastan tres veces más en origen que en el destino; es decir, que contratan casi todo a empresas residentes en los países de donde vienen, mientras que aquí solo desembolsan una pequeña parte. Los británicos fueron grandes inventores de la moderna industria del viaje y ya organizaban cruceros a Canarias hace más de un siglo.

La impronta británica en nuestro archipiélago se aceleró con los cambios que hicieron posible el turismo de masas a partir de las décadas de 1950, 1960 y 1970. Desde entonces, la corriente de turistas británicos se convirtió en una riada imparable, que ha alcanzado cotas de tsunami en los últimos años ante la caída de la competencia de los países del norte de África tras las “primaveras árabes”.

La economía canaria lleva siglos estrechamente ligada a lo que sucede en las islas vecinas del norte y las vinculaciones culturales e históricas no tienen paragón con otro país

El peso británico en la afluencia turística de Canarias es brutal, muy por encima de cualquier otro país. En algunas ínsulas el turismo inglés, escocés, gales o irlandés se nota más que en otras, como es el caso de Tenerife y especialmente Lanzarote, donde en 2017 el 54 por ciento de la afluencia turística procedió de Reino Unido e Irlanda, su más antigua colonia hasta su tumultuosa independencia final en 1921. Hagamos comparaciones de nuevo para colocar estas cifras en su escala apropiada. El año pasado las estadísticas oficiales nos dieron 261.734 turistas españoles frente a 1.452.141 británicos; es decir, por cada visitante nacional llegaron casi seis de Reino Unido.

Dentro de la amplia comunidad británica residente en Canarias ha destacado en las últimas décadas, por su labor de divulgación y diplomacia cultural, Larry Yaskiel. Este peculiar personaje fue un destacado mánager y productor de la industria musical del pop y el rock (otro invento global de origen inglés como el fútbol o los medios de comunicación de masas) con célebres estrellas como Jimi Hendrix, Supertramp o The Who. Tras unas breves vacaciones en Lanzarote en 1979, Yaskiel decidió, junto a su mujer Liz, instalarse en la Isla, para a los pocos años fundar y dirigir Lancelot Island Journal, una revista que se ha convertido en una de las publicaciones en inglés más longevas de España y que ha indagado en la historia y cultura de Canarias durante casi 35 años. Fruto de ese trabajo, Larry Yaskiel publicó recientemente un libro bilingüe titulado en su versión en español 'La conexión británica con Lanzarote y Canarias'.

Aunque es un tema ya estudiado por algunos historiadores canarios, la obra de Yaskiel tiene un doble interés. Por un lado está destinado a un público general y por otro es la primera obra de estas características escrita por un inglés que ha residido en Canarias durante un largo periodo de tiempo.

La conexión británica con Lanzarote y Canarias sirve para comprobar que la huella británica va mucho más allá de la explosión turística de las últimas décadas, para convertirse en una influencia esencial en la cultura canaria de los últimos siglos, es decir, desde que Canarias se integró en la dinámica europea. Se puede decir, que salvo España, pocos países del continente vecino han tenido tanta repercusión en estas Islas, empezando desde la misma conquista, a la que acudieron caballeros normandos y anglonormandos, y siguiendo por la época de la piratería y conflictos navales que tan presentes estuvieron en nuestras aguas.

Las conexiones se afianzaron aún más conforme se fueron estrechando los lazos comerciales en los siguientes siglos con vino, tintes, productos agrícolas, etc. No todo fueron finanzas. Así, escritores, naturalistas, eruditos y cronistas ingleses dejaron un legado cultural y literario también amplio: George Glas, Olivia Stone, Samler Brown Bannerman...

Los ecos de la revolución industrial en Canarias tuvieron un marcado acento inglés, ya que nuestras Islas, y especialmente las capitalinas, fueron puntos ideales en el tejido de estaciones marítimas que sostuvo el imperio británico. El desarrollo de los puertos, la llegada del carbón y la luz, las primeras líneas de vapores correos interinsulares, el auge de la cochinilla o el cultivo industrial del plátano tuvieron relación con Reino Unido. Y junto a eso, la aparición del primer turismo de salud. Ya a finales del siglo XIX las comunidades británicas en Tenerife y Gran Canaria eran muy amplias e influyentes. Tanta fue la influencia que incluso palabras propias del español de Canarias proceden de la lengua de Shakespeare, y sagas familiares famosas de las Islas como los Miller, Cologan o Topham tienen origen inglés.

Las influencias son recíprocas. El libro de Larry Yaskiel repasa cómo figuras tan típicamente británicas como Guillermo II, Francis Drake, Horatio Nelson, William Shakespeare, Agatha Christie Winston Churchill, The Beatles o David Cameron han tenido relación directa con Canarias mediante batallas, visitas, libros...

La obra de Larry Yaskiel sirve de reflexión ante el nuevo panorama que se abre con el Brexit en las estrechísimas relaciones históricas de estos dos archipiélago vecinos del Atlántico. Siguiendo la famosa frase de Mark Twain, (“La historia no se repite pero rima”), el repaso de los últimos siglos permite comprobar que los periodos en los que Reino Unido y Canarias no han estado cerca han coincidido con etapas poco afortunadas para el desarrollo de nuestro archipiélago. Suceda lo que suceda con el Brexit, lo que está claro es que Canarias estará en primera línea de las repercusiones.

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